ROBERTO SÁNCHEZ PIÉROLA - OBRA: "SEGUROS"


SEGUROS

I

mujer
hombre

mujer Me dijo que no lo dejaba trabajar. Él quería trabajar y yo no lo dejaba. Decía que yo le quitaba tiempo. Nunca supe cuánto tiempo le quité.
hombre Le dije que no me dejaba trabajar. Es que necesito tiempo, y ella lo ocupa todo. Algo le tenía que decir. Ella sólo me miró.
mujer Yo sabía que no podíamos continuar. Él me pidió que le diera más tiempo, “un tiempo –decía- para mí”. Él quería tiempo para sí mismo, él quería un tiempo.
hombre No sólo era cuestión de tiempo. Ella estaba invadiendo mi privacidad. Se metía en todos los rincones de mi vida. Así no podíamos continuar.
mujer Le regalé un reloj. Un reloj bonito, eso sí. Y caro. Pero no tan caro porque no me alcanza la plata. De todas maneras un reloj bonito y caro. Para que tenga el tiempo siempre bajo control, a la mano.
hombre Parecía que no hubiera entendido. El reloj que me regaló lo único que hacía era desesperarme. Tenía un maldito tictac que sonaba a cinco metros a la redonda, y cada media hora soltaba un desesperante silbido que me ponía los nervios de punta. No sé cómo se le ocurrió hacerme un regalo semejante.
mujer Sin embargo no aprendió a usar el reloj. Y me siguió pidiendo tiempo. “Un tiempo para mí”, decía. Pero yo lo veía tan sí mismo y tan consciente del tiempo que me parecía absurdo eso del “tiempo para mí”. Cuando él estaba conmigo era él quien estaba conmigo, él y no otro. Otro que yo, por supuesto, pero él mismo al fin y al cabo. Y se lo dije.
hombre Desarrolló una capacidad inconcebible para enredar las cosas. Sutilmente deconstruía todo mi discurso. Yo sólo quería pensar un rato en mí sin que esté ella presente hasta en mis más fugaces pensamientos.
mujer Entonces me habló de “un tiempo para mí en que sólo esté yo”. O sea que quería un tiempo sin mí. Un tiempo en que él sólo fuera él y para él. Al parecer él creía que cuando era él para mí no era también él para él mismo sino sólo para mí. Era un problema de autoexistencia. Se lo insinué.
hombre Lo tituló “un problema de autoexistencia”. Ahora teníamos un problema. Pero ella hacía aparecer el problema como si fuera sólo mío, cuando era más bien de los dos. Ella tenía que dejar de ser tan posesiva, tan apegada a mí. Así yo tendría más tiempo para tantas cosas...
mujer Y me habló de tanto autoconocimiento, autosatisfacción, autocomprensión, autorrealización y tantos autos que en ese momento lo único que yo quería era que se autocallara, pero como era lo único que no autoharía, decidí autohacérselo yo y le dije que se podía ir con su autohuevada a la automierda.
hombre Me quité. Le hice caso. Zafé. Le dije que me iba al baño. Salí a fumar. Me tiré dos cigarros al hilo en un minuto. Me estaba mandando a la mierda así como así. Ella fue la que comenzó con lo de la autoexistencia. Fumé uno más. No debía exaltarme.
mujer Cuando regresó del baño ya estaba más calmado. Pero yo no. Le dije que era hora de que autoexistiera.
hombre No lo esperaba. No supe qué contestarle cuando me dijo algo de la hora, le dio un golpecito a mi reloj y dio media vuelta. Ella se fue y el reloj ya no funciona.
mujer Después de unas semanas me buscó y me dijo que le era muy difícil eso de la autoexistencia. Me dijo que por más que autohacía las cosas no llegaba a autoexistir. Me dio pena, y tomé una decisión.
hombre La busqué porque ya no sabía cómo hacer para ordenar mi tiempo. En realidad, era imposible porque sólo podía ordenarlo cuando tenía que dividirlo, pero ahora se había convertido en un uno infinito y desesperante que no admitía ningún orden. Ya no tenía nada que postergar, nada que programar. Vivía en un ahora interminable y constante.
mujer Le regalé un espejo. Para que se autoviera. Un espejo grande, eso sí. Para que se viera de cuerpo entero y después no me venga con eso de que le falta un pedazo de existencia, o eso de la existencia incompleta. Pero al parecer no le fue muy bien, porque a las pocas semanas me volvió a buscar y me dijo que sólo veía su cuerpo. Había probado vistiéndose de diferentes maneras, desnudo, de cabeza, de costado y de todas las formas, pero el espejo no lo ayudaba a autoexistir. Sólo veía su cuerpo. Y él quería más, tenía un objetivo más trascendental, más abstracto, más imperativo categórico: autoexistir.
hombre Eso del espejo fue una estupidez. Recurrí a todos los medios imaginables para tratar de verme, pero mi cuerpo se interponía entre yo y mi autoexistencia. No es nada fácil. A veces se vuelve demasiado complicado, todo rebota, todo redunda, todo retorna a lo mismo. Algo así como una soledad implacable se va construyendo, y cambia incluso hasta el lenguaje. No sabía en realidad qué necesitaba. Varias veces estuve a punto de romper el espejo. Era tan absurdo. No se trataba únicamente de ver, era algo más, se trataba de existir yo mismo, sin los demás. No necesitaba un reloj ni un espejo, cualquier instrumento servía sólo para desviar el camino. Necesitaba ayuda. Por eso había vuelto a buscarla.
mujer Yo no sabía cómo ayudarlo.
hombre No me quiso ayudar.

se terminó de escribir el año 1998
por Roberto Sánchez-Piérola

se estrenó el 4 de octubre de 1999
en el Teatro de la Universidad de Ingeniería
dirigida por el autor

II

uno
dos

uno Tengo miedo.
dos No. No tienes miedo.
uno No tengo miedo. ¿Entonces? ¿Qué tengo, qué siento?
dos Deseo.
uno ¿No es lo mismo?
dos Verdad. Tienes razón.
uno ¿Entonces?
dos ¿Qué?
uno ¿Qué siento? Si no es miedo, si no es deseo, ¿qué siento? ¿Y por qué lo siento así?
dos ¿Así?
uno Así.
dos ¿Cómo?
uno Así, fuerte, como un vacío, como si algo me faltara, intranquilo. Como un hueco y sin embargo... sin embargo allí, aquí, aquí, parte de mí, aquí...
dos ¿Dónde?
uno Aquí, aquí. No se va. No está. ¿Qué siento?
dos ¿Atrás?
uno Adentro. Atrás. Al fondo. No sé. En todos lados, pero no sé dónde. No se ve. Siempre adentro, atrás, al fondo.
dos ¿No será furia?
uno No, furia no.
dos ¿O pena?
uno No eso no.
dos ¿Duele?
uno Mmm... No. No duele. Pero jode.
dos ¿Pica?
uno ¿Pica? Ssí. Sí pica. Un poco. No, sí. Sí pica. Pica.
dos ¿Cansa?
uno No, no cansa.
dos Pero te atonta.
uno No, no me atonta. Todo lo contrario. Pone mis sentidos a mil, me acelera, pienso todo y a la misma vez, dudo, busco, vuelvo a pensar, sentidos a mil... Sí, me atonta.
dos ¿No será alegría?
uno No.
dos ¿Aburrimiento?
uno No.
dos ¿Y si no tiene nombre?
uno ¿Si no tiene nombre? ¿Qué hago? ¿¡Qué hago?!
dos Debe tener un nombre.
uno ¿Debe? ¿Por qué?
dos ¿Por qué...? No sé, pero todo tiene nombre.
uno O sea que yo no estoy sintiendo nada. O sea que yo...
dos ¿¡Pero cómo vamos a saber qué sientes si no sabes qué es lo que sientes?!
uno Está allí y punto. ¿O no está? Es que es como si no estuviera. Como si faltara algo, pero se siente.
dos ¿No será ficción?
uno ¿Cómo?
dos Ficción. ¿No será ficción?
uno Puede ser. ¿Pero a qué te refieres?
dos Cómo, ¿no entiendes?
uno Si entendiera no estaría aquí, preguntándote.
dos Una ficción es como una mentira... pero es de verdad.
uno O sea que lo que yo siento... no lo siento...
dos Es más o menos así, más o menos.
uno Eso dices tú porque tú no lo sientes.
dos Tú tampoco estás sintiendo nada.
uno Si fuera así... si yo no estoy sintiendo nada... y tú tampoco... estaríamos sintiendo lo mismo.
dos Ahá. ¿Y cómo es?
uno ¿Qué?
dos Lo que estás sintiendo.
uno Lo que estamos sintiendo.
dos Sí. Cómo es.
uno Es como... No sé, es como... Pica pero no duele. No cansa, pero atonta.
dos ¿Algo más?
uno Algo menos, quizá.
dos ¿Como si faltara algo?
uno Eso, como un hueco.
dos Pero se siente...
uno Sí, ¿cómo sabes? Se siente, ¿no? Adentro, atrás...
dos Al fondo, en todos lados.
uno Sí, fuerte, aquí, aquí...
dos Ahá, aquí, no se va...
uno ¿Lo sientes?
dos Sí, pero es...
dos y uno Como si no lo sintiera. ¡Sí!
uno ¿Qué es, ah?
dos No sé.
uno ¿Y si es ficción, como tú dices?
dos Sí, puede ser... pero ahora lo estamos sintiendo los dos.
uno ¿Y eso cambia las cosas?
dos Mmm... creo que sí. Un poco.
uno ¿Por qué?
dos Porque ya no sólo es una cosa que se te ocurrió a ti, sino que es algo que nos pasa a los dos.
uno O sea que si es contagioso no puede ser ficción.
dos No me había puesto a pensar en eso... Mira, si me pongo esta máscara, quedo oculto detrás. Pero me comporto... así. Como la máscara. Yo no importo, total estoy detrás, oculto, nadie me ve. Lo que importa es la máscara. Y así me tengo que comportar. Así me comporto. Eso es la ficción.
uno Eso está un poco complicado. Creo que lo mío no es ficción.
dos ¿Cómo sabes?
uno ¡Porque no entiendo nada de eso que estás diciendo!
dos ¿Y qué? ¿Acaso tienes que entenderlo para sentirlo?


uno No, porque lo siento aunque no lo entiendo, pero sí sé que eso que tú dices no es lo que yo siento.
dos ¿Cómo sabes? Si ni tú mismo entiendes lo que sientes.
uno ¡No lo entiendo pero sé que no es eso!
dos ¿Qué es entonces? ¿Qué es lo que sientes?
uno ¿Lo que siento?
dos Sí, lo que sientes, lo que sentimos.
uno ¿Siento? ¿Sentimos? Yo no siento nada.
dos ¿Nada?
uno Nada. No siento nada.
dos ¿Y lo que sentías?
uno Nada pues. No sentía nada. ¿Tú sientes algo?
dos Sí.
uno ¿Qué es?
dos No sé.
uno ¿Y te molesta?
dos Mmm... Sí. Un poco.
uno ¿Y cómo es?
dos Es... ¡Pero si tú lo acabas de sentir, tú lo sentías, es más... tú me lo contagiaste!
uno ¿¡Qué?!
dos Sí. Tú me lo contagiaste. ¿Cómo puede ser que ya no lo sientas?
uno No lo siento, pues.
dos No puedes haber dejado de sentirlo así nomás. ¡Lo que pasa es que lo estás sintiendo y no te das cuenta!
uno ¿¡Qué?!
dos Sí. Concéntrate. Siéntelo. Vamos, siéntelo, concéntrate, a ver... ¿Nada?
uno niega con la cabeza.
Vamos, una más. Eso... Eso, ahora. ¿Ya lo sientes?
uno No. Sí.
dos ¿Qué es?
uno Cansancio.
dos pone cara de derrota.
Es que la concentración cansa...
dos Pero no me refiero a eso, me refiero a lo que yo estoy sintiendo...
uno Lo que tú estás sintiendo es problema tuyo...
dos ¡Pero tú también lo estabas sintiendo, tú me lo contagiaste, tú también lo sientes...! ¿No?
uno No.
dos ¿Cómo has hecho para dejar de sentirlo?
uno No he hecho nada. Ya no lo siento. Punto.
dos No lo sientes.
uno No.

se terminó de escribir el año 2001
por Roberto Sánchez-Piérola

se estrenó el 13 de abril de 2002
en el Centro Cultural Parra del Riego
dirigida por el autor

III

invisible
mujer
hombre

invisible Yo no me volví invisible. A mí me volvieron invisible. Gracias a los pocos libros que me quedaban logré no quedarme sordo. Ni mudo. Sino imagínense. Sería como no existir. Como que nadie te mire ni te escuche y de repente ¡paf!, se choca contigo. Y te caes. Y te duele. Y encima te insultan. No pues. Ni sordo ni mudo. Así me tienen que escuchar. Así me tienen que escuchar. Sino imagínense. Como un fantasma, y ni siquiera. Al revés que un fantasma. Al fantasma lo escuchan y lo ven, pero no existe. Conmigo es al revés. Aunque no me vean, existo.
mujer Soñaba con ser invisible. Desde chiquito lo veías jugando a que no lo veía nadie. Te traía una rosa y te decía una rosa roja para ti que te llega de ninguna parte y te hace feliz”. Movía los objetos sin que nadie se diera cuenta. Gritaba y él mismo decía “¿de dónde vienen esos gritos?” Hacía cosas prohibidas y se reía porque decía que nadie lo estaba viendo. Bueno, eso decía. Yo nunca lo vi.
Pausa corta.
Un día vino a verme. Le había pasado algo extraordinario:
invisible Estaba saliendo del teatro cuando...
invisible se choca con hombre.
hombre ¡Oiga qué le pasa!
invisible sigue de largo.
invisible Seguí de largo, total, no me puede ver.
hombre detiene a invisible.
hombre Oye ven para acá qué te has creído.
invisible Qué está pasando acá pensé yo, digo, qué está pasando acá.
hombre Ya no te hagas el gracioso, aunque sea discúlpate.
invisible Ah no puede ser, dije, habla como si me viera.
hombre Claro que te estoy viendo, o qué, ni que fueras qué cosa.
invisible No puede ser, esto no está pasando, esto no puede estar pasando, y traté de quitarme.
invisible trata de irse.
hombre Ya no seas payaso a dónde vas.
invisible Eso es lo malo de no tener el paquete completo: invisible pero no intocable. Y ahora cómo me zafo...
hombre Tú no te vas oye, primero me vas a explicar lo que está pasando.
invisible hace muecas y gestos con las manos para que hombre lo siga con la mirada. Se da cuenta de que hombre puede verlo.
invisible ¿Puedes verme?
hombre No es que me parezca nada digno de verse, pero igual te veo.
invisible ¿Cómo así?
hombre ¿Cómo que cómo así? Te veo. Con los ojos. Y ya.
invisible Pero es imposible. Eso no podía estar pasando, así de repente, que alguien me viera, que alguien me viera.
mujer Y sin embargo pasó, estaba pasando, alguien lo vio.
hombre Hablas como si nunca nadie te hubiera visto.
invisible Por algo será.
hombre ¿Y entonces cómo puedo verte yo?
invisible Lo mismo me pregunto. ¿Cómo soy?
hombre ¿Cómo eres? Bueno (lo describe).
invisible ¿Y cómo son mis ojos?
hombre Tus ojos, bueno, son (los describe). ¿Nunca te has visto a ti mismo?
invisible ¿Cómo puedo estar seguro de lo que veo si nadie me lo confirma?
hombre Pero lo que yo te digo puede ser diferente de lo que otra persona te diga.
invisible Hasta donde yo sé, tú eres la única persona que me ha visto, así que no veo por qué andarme preocupando de lo que otras personas puedan decir.
hombre ¿Cuándo te diste cuenta de esto?
invisible ¿De qué?
hombre De que eres invisible.
invisible Ya no soy invisible. Tú me ves.
hombre Pero los demás no.
invisible Y eso ¿qué importa? Yo me di cuenta de esto desde que nací. No sabes lo difícil que fue el parto. Ella no quería tenerme entre sus brazos.
mujer No lo puedo ver. Lo prefiero muerto.
invisible Pero yo nací así. Invisible y vivo. ¿Cómo iba a preferirme muerto si así me dio la vida? Tampoco es que yo haya podido escoger.
hombre Pero en todo este tiempo has podido cambiar.
invisible ¿Cambiar? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Qué sentido tendría?
hombre Si hubieras hecho algo para ser visible entonces tu madre te habría podido ver y quizás así te habría querido.
invisible Si no me veía es porque no quería. ¿Tengo que cambiar yo para que me quieran?
hombre No vas a negar que es difícil querer a alguien a quien no puedes ver.
invisible ¿Tienes que verlo para quererlo?
hombre ¿Te ha querido alguien alguna vez?
invisible Nadie me ha visto, no puedo saberlo.
hombre Entonces no hay forma de saber si alguien quiere a una persona invisible o no.
invisible Aparentemente. Tampoco necesito saberlo.
hombre El hecho de que puedas vivir sin que nadie te vea no tiene por qué significar necesariamente que puedas vivir sin que nadie te quiera.
invisible Tienes razón, pero nunca he sentido la necesidad de una cosa ni de otra.
hombre ¿De qué has sentido la necesidad?
invisible De que me escuchen.
hombre ¿Y la has podido satisfacer?
invisible Con frecuencia. Al fin y al cabo no tengo otra manera de existir.
hombre ¿Y es fácil hacer que te escuchen?
invisible Es lo que hago. Fácil. Difícil. No viene al caso. Igual lo hago. Igual tengo que hacerlo.
hombre ¿Cómo aprendiste?
invisible No sé. Es como si le preguntaras a un pájaro cómo aprendió a volar. Simplemente nació para eso.
hombre ¿Y nunca has querido que nadie te vea?
invisible No.
hombre ¿Pero nunca has soñado con eso? Nunca se te pasó por la cabeza?
invisible Lo que pasa es que yo... Es decir, a mí... ¿Qué importo yo? ¿Para qué querría que me vean a mí? Lo que a mí más me ha interesado es que se vea lo que yo hago y que se escuche lo que yo digo. Al fin y al cabo eso es lo que yo soy. Lo que hago. Quizá por eso tampoco me importa si me quieren. Lo que me importa es que quieran lo que hago.
hombre ¿Y dónde quedas tú?
invisible Atrás, al margen.
hombre ¿Te sientes cómodo allí? ¿Te sientes bien estando así?
invisible Siempre me ha gustado. Es mi lugar.
hombre Es un no-lugar.
invisible Mejor.
hombre ¿Cómo mejor? Todos queremos un lugar en el mundo.
invisible Pero a nadie le gusta perder ese lugar, ¿cierto?
hombre Cierto.
invisible Por eso es mejor estar al margen, fuera de todo lugar. Sea lo que sea, nadie me podrá botar de allí.
hombre Es una posición conformista. ¿Por qué no luchas por tu lugar? Por un lugar tuyo.
invisible Eso es egoísta. Mi lugar es el lugar de las cosas que hago. Es un lugar que comparto con quien quiera relacionarse con esas cosas. ¿Para qué puedo querer un lugar sólo mío? Qué soledad.
hombre Algún precio hay que pagar si es que quieres tener algo.
invisible Si es que quieres tener algo.
hombre ¿Y tú no quieres?
invisible No. A mí lo que me gusta es hacer. ¿A ti no?
hombre Sí, pero también me gusta tener.
invisible Claro. Lo quieres todo. Hacer y tener. Poder y saber.
hombre ¿Cómo?
invisible Que lo quieres todo. Hacer y...
hombre ¿Cómo?
invisible Dije que lo quie... ¿Me estás escuchando?
hombre ¿Puedes hablar un poco más alto?
invisible en voz alta Dije que lo... ¿Me escuchas? ¿Puedes oírme?
hombre No te escucho nada.

se terminó de escribir el año 2002
por Roberto Sánchez-Piérola

se estrenó el 20 de noviembre de 2002
en el Auditorio Principal del Museo de la Nación
dirigida por el autor


esta trilogía fue estrenada completa bajo el título de
SeguroS y su doble
el 21 de octubre de 2004
en el Auditorio del Instituto Cultural Peruano-Norteamericano
de Miraflores
dirigida por el autor
finalista del Séptimo Festival de Teatro Peruano Norteamericano


Comentarios