EDWARD ALBEE
TRES MUJERES ALTAS
PRIMER ACTO
Al levantarse el telón, A está en el sillón de la izquierda, B en el de la derecha, C
en la banca al pie de la cama. Es la tarde. Un momento de silencio.
a: (Una
afirmación que viene de la nada; a nadie en particular.) Tengo noventa y
un años.
b: (Pausa.) ¿De
veras?
a: (Pausa.) Sí.
c: (Sonrisita.)
Tiene noventa y dos.
a: (Pausa más
larga; no muy agradable.) Es lo mismo. Da igual.
b: (A c.) ¿De veras?
c: (Se encoge
de hombros; señala unos papeles.) Eso dice aquí.
b: (Pausa;
estirándose.) Bueno... ¿qué importa?
c: Lo que hace la
vanidad.
b: Lo que hace el
olvido.
a: (Para todos.) Tengo
noventa y uno.
b: (Suspiro de
aceptación.) Está bien.
c: (Sonrisa
más pequeña.) Tiene noventa y dos.
b: (Despreocupada.)
Ay... olvídalo.
c: ¡No! Es
importante. Hay que hacer las cosas...
b: ¡No importa!
c: (Sotto voce.)
Me importa a mí.
a: (Pausa.) Lo
sé porque él dice: "Tienes exactamente treinta años más que yo; sé cuántos
años tengo yo porque sé cuántos años tienes tú, y si alguna vez se te olvida
cuántos años tienes, pregúntame cuántos años tengo y entonces lo sabrás". (Pausa.)
Ay, eso me lo ha dicho tantas veces.
c: ¿Qué tal si se
equivoca?
a: (Distante; voz
curiosamente más ligera, más aguda.) ¿Qué?
b:
Qué más da.
c: (Todavía a
A.) ¿Qué tal si él se equivoca? ¿Qué tal si él no es treinta años más joven
que usted?
a: (Súbitamente
alza la voz, con dureza.) ¡Yo creo que él sabe cuántos años tiene!
c: No, quiero
decir... qué tal si él no sabe bien a bien (señalando a A) cuántos años
tiene usted.
a: (Pausa.) No
seas tonta, ¿Cómo va a ser posible que él no sea treinta años más joven que yo
si yo soy treinta años mayor que él? Lo repite una y otra vez. (Pausa.) Cada
vez que viene a verme. ¿Qué día es hoy?
b:
Es (el día que es en la realidad).
a: ¡¿Lo ves?!
c: (Un poco
como si tratara con un niño.) Bueno, puede ser que uno de los dos se haya
equivocado, y puede ser que él no se equivocó.
b: (Pequeña
risa burlona.) Equivoque.
c: (Sonrisa
efímera.) Sí; lo sé.
a: No seas
estúpida. ¿Qué día? ¿Qué día es?
b: Es (ibid).
a: (Niega con la
cabeza.) No.
c: (Interesada.)¿No
qué?
a: No, no es (ibid).
b: Está bien.
c: (A A.) ¿Qué
día cree usted que es?
a: (Confusión.) ¿Qué
día es? ¿Qué día creo...? (Sus ojos se empequeñecen.) Pero, si es hoy,
claro. ¡¿Tú qué día crees que es?! (Se vuelve hacia B; risotada.)
b: ¡Bien dicho,
mujer!
c: (Se mofa.) ¡Qué
respuesta! Qué tonta...
a: ¡No me hables en
ese tono!
c: (Ofendida.)
¡Vaya! ¡Lo siento!
a: Te pago, ¿o no?
No me puedes hablar en ese tono.
c: De alguna
manera.
a: (Tono de
reto.) ¡¿Qué?!
c:
Indirectamente. Le paga a alguien que me paga a mí, alguien que...
a: Bueno; ahí está;
¿lo ves? No me puedes hablar de esa manera.
b:
No te está hablando de esa manera.
a:
¿Qué?
b: No te está
hablando de esa manera.
a: (Descarta la
idea y ríe.) No sé de qué me estás hablando. (Pausa.) Por
cierto. (Silencio; luego llora. La dejan. Empieza en autocompasión, procede
a llorar por llorar, y concluye en rabia y odio a sí misma por tener que
llorar. Se toma su tiempo.)
b: (Cuando A
acaba.) Ya está. ¿Te sientes mejor?
c: (Entre
dientes.) Por favor.
b: (A A.) Unas
buenas lágrimas lo echan todo para afuera.
a: (Ríe; picara.) ¿Qué
hacen las malas? (Ríe de nuevo; se le une B.)
c: (Mueve la
cabeza con admiración.) Algunas veces usted es tan...
a:
(Fea; de pronto.) ¡¿Qué?!
c: (Pausa
breve.) No importa. Iba a decir algo agradable. No importa.
a: (A B.) ¡¿Qué
dijo?! Murmura todo el tiempo.
c: ¡No murmuro! (Molesta
consigo misma.) ¡No importa!
a: ¡¿Cómo esperan
que una oiga lo que dice?!
b: (Conciliando.) No
terminó su frase. No importa.
a: (Triunfo
pequeño, satisfecha de sí misma.) Apuesto a que no.
c: (Sintiéndose
perseguida, pero sin ser displicente.} Lo que quise decir es que puede ser
que usted haya estado equivocada acerca de su edad desde hace tanto tiempo,
puede ser que se haya estado mintiendo a usted misma desde hace tantos años,
aunque por qué alguien habría de mentir por un año...
b: (Fastidiada.)
Déjala en paz; déjala quitárselo si quiere.
c: No la voy a
dejar.
a: ¡¿Quitarme qué?!
c: ¿Por qué
mentir por un año? Puedo imaginar que alguien se quite diez o que trate de hacerlo. Aunque es
más factible que una se quite siete, o cinco, muy buenos y engañosos, ¡¿pero
uno?! ¿Quitarse un año? ¿Qué
clase de vanidad es ésa?
b: (Chasquea la
lengua.) Cómo le das vueltas.
a: (La imita.) Cómo
le das vueltas.
c: (Ronronea.)
Cómo le doy vueltas. Bueno, puedo entender diez o cinco o siete, pero no
uno.
b: Y le sigues.
a: (A C.) Y
le sigues. (A B.) ¡¿Y le qué!?
b: Y le sigue dando
vueltas.
a: (Jovial.) ¡Sí!
¡Y le sigues dando vueltas!
c: (Sonríe.) Sí;
lo sé.
a: (Repentinamente,
pero sin urgencia.) Quiero ir.
c: ¿A dar
vueltas?
a: (Más urgencia.) Quiero
ir. Quiero ir.
b: ¿Quieres ir? (Se
levanta.) ¿Quieres la bacinica? ¿Vas a hacer del uno? ¿Quieres la bacinica?
a: (Avergonzada de
discutirlo.) No... ¡Noooo!
b: Ah. (Va hacia
A.) Muy bien. ¿Puedes caminar?
a: (Lloriqueo.) ¡No
lo sé!
b: Bueno, vamos a
tratar. ¿Está bien? (Señala el andador.) ¿Quieres el andador?
a: (A punto de
llorar.) ¡Quiero andar! ¡No sé! ¡Lo que sea! ¡Tengo que ir! (Comienza
un lloriqueo desesperado.)
b: ¡Está bien!
La ayuda a levantarse. Descubrimos que el brazo izquierdo de A está
en un cabestrillo, inutilizado.
a: ¡¡Me lastimas!!
¡¡Me lastimas!!
b: Ya, pues; ¡soy
muy cuidadosa!
a: ¡¡No, no lo
eres!!
b: ¡Sí, sí lo soy!
a: ¡¡¡No, no lo
eres!!!
b: (Enojada.) Sí
lo soy.
a: ¡No, no lo eres!
(De pie, sollozando, arrastrando los pies con la ayuda de B; sale y dice
desde afuera.) Estás tratando de lastimarme; ¡¡ya sabes cómo me duele!!
b: (A C, al salir.)
Ahí te encargo el negocio.
c: Sí. Yo me
encargo. (Intercambios de palabras apagadas tras bastidores. C mira hacia
ellas, sacude la cabeza, mira hacia abajo. Habla tanto para ella como para ser
escuchada.) Supongo que una podría mentir por un año, sería algo así como
tener la última palabra, una venganza privada, tal vez, una pequeña victoria,
quizás. (Se encoge de hombros.) No sé, tal vez estas cosas se vuelven
importantes. ¿Por qué no puedo ser amable?
B: (Vuelve a entrar.) Esta vez lo logramos. (Suspira.) Y
seguimos adelante.
c: No siempre llega, ¿eh?
B: En la mañana, se moja cuando se despierta, una especie de saludo
al día, supongo: el esfínter y el cerebro fuera de sincronía. Nunca lo hace
durante la noche; más bien se moja mientras está despertando.
c: Buenos días al
día, ¿eh?
B: Algo a algo.
c: Ponle un
pañal.
b: (Niega con
la cabeza.) No lo acepta. En ésas ando, pero ella no lo acepta.
c: ¿Sábana de
hule?
b: No la acepta.
Levántala, ponla en el sillón y ella hace lo demás. Dale una taza de café...
c: Negro.
b: (Risita.) ¡Mitad
crema y tanta azúcar! ¡Tres cucharadas! ¿Cómo ha vivido tanto? Dale una taza
de café, ponla en el sillón, dale una taza de café, y hagan sus apuestas.
c: (Mira el
sillón en donde está.) ¡¿Cuál sillón?!
¡¿Este sillón?!
b: (Ríe.) Le
atinaste. No te apures.
c: Debe ser
horrible.
b: (Desaprobando.) ¿Para
quién?
c: (Enfrentándola.) ¡Para ella! A ti te pagan.
Probablemente sea horrible para ti, también, pero a ti te pagan.
b:
Como no deja ella de informarme... ni tú.
c: Eso de empezar
a perderlo, quiero decir, el control, la pérdida de la dignidad, la...
b: ¡Ay, basta!
¡Es cuesta abajo de los dieciséis en adelante! ¡Para todas nosotras!
c: Sí, pero...
b: ¿Cuántos años
tienes, veinte y pico? ¿Todavía no te das cuenta? (Demuestra.) Tomas
aire... lo sueltas. La primera bocanada de aire que tomas estás de cabeza y te
dan nalgadas para que respires. La última... bueno, la última lo dejas salir
todo... y ya. Empiezas... y luego te detienes. No seas tan blanda. Quisiera que
los niños lo aprendieran, quisiera lograr que un niño de seis años diga:
"me estoy muriendo" y sé lo que eso significa.
c: ¡Eres
terrible!
b: Hay que
empezar con los jóvenes; hacerlos conscientes de que tienen poco tiempo.
Hacerlos conscientes de que se están muriendo desde el momento en que están
vivos.
c: ¡Qué horror!
b: ¡Madura! ¿Acaso
tú lo sabes? ¿Acaso tú sabes que te estás muriendo?
c: Bueno, claro,
pero...
b: (Terminando.)
Madura.
a: (Entra
tambaleándose, arrastrando los pies.) Alguien podría
morirse ahí dentro y a nadie le importaría.
b: (Brillante.)
¡Ya terminaste!
a: ¡Una podría
morirse! ¡Alguien podría caerse y romperse algo! ¡Alguien podría morirse! ¡A
nadie le importaría!
b: (Yendo hacia
ella.) Déjame ayudarte.
a: (Agitando el
brazo bueno.) ¡Quítame las manos de encima! Alguien podría
morirse, para lo que le importa a nadie.
c: (A sí
misma, pero para ser escuchada.) ¿Quién es este... "alguien"?
Alguien podría hacer esto, alguien podría hacer...
b: Es una manera
de hablar.
c: (Levemente
sarcástica.) No. ¿De veras?
b: (Sin caer en la
provocación.) Eso me cuentan.
a: (Agitando el
brazo.) ¡Agárrame! ¡¿Quieres que me caiga?! ¡Quieres que me caiga!
b: Sí, quiero que
te caigas; quiero que te caigas y te rompas en... diez pedazos.
c: O cinco, o
siete.
a: ¿Dónde está mi
silloncito? (Lo ve perfectamente.) ¿A dónde se fue mi silloncito?
b: (Entrando al
juego.) ¡Jesús, ¿a dónde se fue su silloncito?! ¡Alguien se
ha llevado su silloncito!
c: (Se da
cuenta.) ¡¿Qué?!
a: (¿Lo sabe? Probablemente.)
¿Quién tiene mi silloncito?
c: (Montada en
su caballo.) ¡Lo siento! (Se levanta rápidamente; se aleja.) ¡Su
majestad!
b: (Apaciguando.) Allí
está tu silloncito. ¿Quieres tu almohada? ¿Quieres que te traiga tu almohada? (A
C.) Tráeme su almohada.
a: Quiero sentarme.
B: Sí, sí. Aquí vamos. (Gentilmente acomoda a A en su sillón.)
c: (Junto a la
cama.) ¿Cuál almohada?.
b: (A A.) ¿Estás
cómoda? ¿Quieres tu almohada?
a: (Petulante.) Desde
luego que no estoy cómoda; desde luego que quiero mi almohada.
c: (Todavía
junto a la cama; a B.) ¡No sé cuál!
b: (Yendo hacia la
cama.) Son dos, de hecho, una para la espalda (la
agarra) y ésta para el brazo. (La agarra; va hacia A.) Listas;
inclínate hacia adelante. (Coloca la almohada tras la espalda.) ¡Qué
amor de niña!
a: ¡Mi brazo! ¡Mi
brazo! ¡¿Dónde está la almohada?!
b: Aquí vamos. (Acomoda
la almohada del brazo.) ¿Ya estamos a gusto? (Silencio.) ¿A gusto?
a: ¿Qué?
b: Nada. (Una
sonrisa de complicidad a C.)
c: ¿Y así es
siempre?
b: Aja
c: Qué hazaña.
b: No has visto
nada.
c: ¡Apuesto a que
no!
a: (A B.) No
puedes dejarme ahí dentro así nada más. ¿Qué tal si me caigo? ¿Qué tal si me
muero?
b: (Reflexiona en
ello; serena.) Bueno... si te cayeras, yo te oiría o tú
armarías un escándalo; y si te murieras, ¿qué importaría?
a: (Pausa; luego se
ríe; verdadero gozo.) ¡Bien dicho, mujer! (Se divierte
viendo que C no se divierte.) ¿Y a ti qué te pasa?
c: (Breve
silencio, hasta que advierte que le hablan) ¡¿A quién?! ¡¿A mí?!
a: Sí. A ti.
c: ¿Qué me pasa a mí?
b: (Divertida.) Eso
es lo que dijo.
a: Eso es lo que dije.
c: (Aterrorizándose
un poco.) ¿Qué pretenden conmigo, montoneras?
b: (A A.) ¿Eso
somos?
a: (Gozándolo
mucho.) ¡Puede que sí!
c: (Para
defenderse.) A mí no me pasa nada.
b: (Sonrisa amarga.)
Bueno... ya te pasará.
a:
¿Qué dijo?
b: Dijo que a ella
no le pasa nada, la señorita Perfecta.
c: ¡¡Yo no dije
eso; eso no es lo que...!!
a: (A B; sincera.) ¡¿Por
qué me está gritando?!
b: No te gritó.
c: ¡No le grité!
b:
Ahora sí
le gritaste.
a: ¡¿Lo ves?! (Confundida.)
¿Qué día es?
b: Es (el día
real).
a: ¿Va a venir él?
¿Le toca venir hoy?
b: No; hoy no.
a: (Quejándose.) ¡¿Porqué
no?!
b: (Sin darle
importancia.) Ay, probablemente tiene otra cosa que hacer;
probablemente tiene la agenda llena.
a: (Llorosa.) Nunca
viene a verme, y cuando viene nunca se queda. (Un repentino cambio de tono
a odio.) Ya le daré su merecido, les daré su merecido a todos ellos. Todos creen que
pueden tratarme así nada más. Todos ustedes creen que pueden hacer lo que sea.
Ya los meteré en cintura.
c: (A B, un
aparte.) ¿Así es todo el tiempo?
b: (Muy paciente.) No...
seguido es muy placentero.
c: ¡Juh!
a: (Ahora
murmurando.) Todos ustedes quieren algo; no hay nadie que no
quiera algo. Mi madre me enseñó eso; ten cuidado, dijo; todos quieren algo; me
enseñó a saber qué esperar, a mí y a mi hermana. Ella nos preparó, alguien
tenía que hacerlo. Quiero decir, éramos unas niñas, y eso fue en ese entonces,
y era diferente entonces. No teníamos mucho, y ser niña no era fácil. Sabíamos
que tendríamos que andar nuestro propio camino, y ser niña entonces... ¡¿por
qué estoy hablando de esto?!
b: Porque quieres.
a: Eso es. Ella
trató de prepararnos... para salir al mundo, para los hombres, para andar
nuestro propio camino. Mi hermana no pudo hacerlo; qué mal. Yo pude, yo lo hice. Lo conocí
en una fiesta, y dijo que me había visto antes. Había estado casado dos veces.
La primera era una puta, la segunda era una borracha. ¡Era gracioso! Dijo:
vamos a montar al parque, y yo dije está bien... muerta de miedo. Mentí; dije
que montaba. A él no le
importó; me deseaba; yo me daba cuenta. Me bastaron seis semanas.
b: ¡Qué mujer!
a: Teníamos
caballos cuando nos casamos; teníamos un establo; teníamos caballos de silla;
montábamos.
c: (Suavemente;
imita a un caballo.) Tup titup ti...
a: Aprendí a montar
y era muy buena.
b: (Dando ánimos.) ¡Seguro
que sí!
c: (Ligeramente
despectiva.) ¿Por qué tan
segura?
b: Shhhhhhh.
a: (Entusiasmo
infantil^) Montaba a mujeriegas y montaba a horcajadas, y
manejaba ponys de alquiler y me encantaba todo eso. Él iba conmigo y montábamos
todas las mañanas, y la dálmata venía con nosotros, ¿cómo se llamaba... Suzie?
No. Teníamos buenos caballos y los exhibíamos en concursos y ganábamos todos
los listones, y los guardábamos en una gran vitrina abajo en el... no, ésa era
la otra casa. Los guardábamos. (Pausa; dándose vigor.) Y copas. Todas
esas copas de plata que ganamos, y tazones y charolas. Conocíamos a todos los
jueces pero no es por eso que ganábamos: ganábamos porque éramos los mejores.
c: (Por
debajo) Por supuesto.
b: (Sotto voce.) Compórtate.
a: (Desechando La
idea.) Ay, ya aprenderá. (De vuelta al recuerdo.) ¡Teníamos
caballos! Conocía a todos los jueces; y me metía a la cuadrilla cuando
concursábamos en los campeonatos, y me sentaba ahí y miraba a los caballos; yo
nunca montaba en los campeonatos, Earl lo hacía; él era nuestro jinete. Me
sentaba ahí a mirar con los jueces. Todos me conocían; éramos famosos;
teníamos un establo famoso, y cuando emitían el juicio me decían si habíamos
ganado, y casi siempre ganamos, y si me lo decían, y casi siempre lo hacían,
yo hacía una señal. Me quitaba el sombrero y me tocaba el cabello (lo hace:
se toca el cabello) y así sabían que habíamos ganado.
c: (A B en voz
baja.) ¡¿Quiénes?!
B se encoge de hombros, mantiene la mirada en A.
a: (Muy racional,
explicando.) Todos en nuestro palco. (Otra vez infantil) Ay,
me encantaba, montar en la mañana, ir al establo en la carreta, con mi abrigo y
mis pantalones de equitación y mi derby, y acariciando a... ¿cómo se llamaba?,
la dálmata -Suzie, creo... no- y montaba y galopaba. Algunas veces él venía
conmigo y otras veces no. Algunas veces me iba sola.
c: (A B.) ¿Quién?
b: Su esposo, lo
más probable. (A A.) ¿Montabas de pequeña?
a: (Risita como itn
lamento.) No. Eramos pobres.
c: (A A.) ¿Pobres?
¿Realmente... pobres?
a: Bueno, no; no
realmente pobres; mi padre era un arquitecto; diseñaba muebles; los hacía.
c: Eso no es un
arquitecto, eso...
b: Olvídalo.
a: Hacía muebles
tan hermosos; era arquitecto. Estricto, pero justo. No, mi madre era estricta. No, ambos eran
estrictos. Y justos. (Esto la confunde; llora.)
b: Ya, ya.
a: ¡No sé qué estoy
diciendo! ¿Qué estoy diciendo?
b: (Confortando.) Estás
hablando de caballos; estabas hablando de montar, y preguntamos: cuando eras
una niña pequeña...
a: (Racional;
dura.) Nunca montamos; los vecinos tenían un caballo pero
nunca lo montamos. No creo que mi hermana montara jamás. Pero yo no sé nadar. (Murmullo
de conspiración.) Ella bebía.
c: ¿De niñita?
b: ¡Ay, por
favor!
a: (Verdaderamente
inocente.) ¿Qué? ¿De qué me hablas?
b: Caballos. Nunca
montaste de niñita.
a: Uno montaba si
era granjero o si era rico.
c: (Burlándose
ligeramente.) O si eras un granjero rico.
b: Shhhhhhh.
a: (Sobre C, a B.) Ya
aprenderá. (A C, ominosa.) ¿No es cierto?
c: (Risa
aturullada.) Pues, ya lo creo.
a: (De vuelta a su
historia.) No fui rica hasta que me casé, y no lo fui realmente
sino hasta después. Todo se va acumulando. Teníamos caballos de silla; montábamos.
Aprendí a montar y era muy buena. Montaba a mujeriegas y montaba a horcajadas,
y manejaba ponys -de alquiler...
c: ...y te
encantaba todo eso.
b: Shhhhhhh.
a: ¿Y me qué?
c: Te encantaba
todo eso.
b: Te encantaba
todo eso.
a: ¿En serio?
b: Eso dices.
a: (Ríe.) Bueno,
entonces debe ser cierto. No me gustaba mucho el sexo, pero tuve una aventura.
c: (Interesada.)
¿Ah sí?
a: (De pronto con
sospechas.) ¡¿Qué?! ¡¿Qué quieres?!
b: Nada, no quiere
nada.
a: (De vuelta a su
historia.) Nos gustaba montar. El iba conmigo. No todo el tiempo. Algunas veces me iba
sola, o con la perra, que me seguía parte del camino, nunca muy lejos del
establo; ella tenía un gato del que estaba enamorada. Se regresaba, pero yo
seguía. Tenía mis pantalones de equitación y mi abrigo y mi rusta y mi sombrero
derby. Siempre montaba con mi atuendo completo. Nunca salgas a menos que estés
vestida apropiadamente, lo he dicho siempre. Manejaba la carreta desde la casa;
me encantaba manejar. Era buena para eso. Era buena para todo; tenía que serlo;
él no. Llevaba la carreta al establo, y Earl estaba allí, o... o uno de los chicos
del establo. Tom... o Bradley. (Larga pausa.) ¡¿Me estoy haciendo en
las pantaletas?! (Empieza a llorar.)
b: (Pausada.) Bueno...
vamos a ver. (Va hacia A.) ¡Upa upa! (La levanta; aquella lloriquea;
llora más. B tienta debajo de A.) Nah, pero apuesto a que te harás. Vamos
yendo. (Ayuda a A a salir.)
c: ¿Me encargo
del negocio? (Va hacia la ventana; mira hacia afuera; mira a la cama; va
hacia allá; arregla las cobijas. Regresa B.) ¿Por qué estoy haciendo esto?
b: ¿Porque es
innecesario? ¿Porque ya lo había hecho yo?
c: ¿Como en la
historia de la princesa y el chícharo entre los colchones, tal vez? ¿Qué le
pasa a su brazo?
b: Se cayó y se lo
rompió. No sanó. La mayoría de las veces no sanan a esa edad. Le ponen clavos,
clavos de metal; el hueso se desintegra alrededor de los clavos y el brazo
simplemente cuelga. Lo quieren amputar.
c: ¡¿Qué?!
b: (Un hecho.)
El brazo; quieren cortarle el brazo.
c: (Protesta.)
¡No!
b: (Se encoge de
hombros.) Le duele.
c: ¡Aun así!
b: Ella no dejará que se lo corten.
c: Yo no diría eso.
b: ¿Y tú qué sabes? Nos hace ir a la
ciudad una vez por semana, a ver al cirujano, el que lo clavó, el que lo quiere
cortar. ¡Dios, es casi tan viejo como ella! Ella dice que confía en él. Va una
vez por semana, y hace que le tomen radiografías, y que lo revisen, y cada
vez las clavijas están más sueltas, y el hueso está más deshecho, y ella le
dice al viejo —al cirujano— que el brazo está tan mejorado, y quiere que él
esté de acuerdo, y él vacila, y me mira y yo no soy de ayuda, y ella lo hace
prometer que nunca le cortará el brazo, y que no dejará que nadie más lo haga
tampoco, y él promete; ¿asumiendo que ella lo olvidará? Probablemente; pero
ella no olvida. Hay algunas cosas que ella nunca olvida. "Me lo prometió;
tú estabas allí; lo escuchaste". Creo que dice eso cada tercer día:
"Me lo prometió; tú estabas allí; lo escuchaste". (Un vidrio se
rompe tras bastidores.) ¡Ay, Dios! (Sale. Ahora tras bastidores.) ¡Y
ahora, ¿por qué hiciste eso?! ¡Niña malcriada! ¡Malcriada, malcriada! (A
grita ululando y ríe tras bastidores.) ¿Qué tengo que hacer, quitarte todo?
¡¿Eh?!
A aparece en escena otra vez, ululando entre risitas, seguida de B.
a: (Divagando,
cojeando; muy contenta, a C.) ¡Rompí el vaso! ¡Agarré el vaso y
lo aventé al lavabo! ¡Rompí el vaso y ahora ella tiene que limpiar todo!
B ha vuelto a entrar.
b: ¡Niña malcriada!
a: ¡Rompí el vaso!
¡Rompí el vaso! (Risitas; de pronto su rostro se entristece y llora;
entonces:) ¡Tengo que sentarme! ¡No puedo sentarme yo sola! ¡¿Por qué no
me ayuda nadie?!
b: (Ayudándola.)
Vamos, ya; aquí vamos.
a: ¡Au! ¡Au!
b: Ya, está bien.
c: (Por
debajo.) ¡Jesús!
b: (A C; acomodando
a A.) Eres de gran ayuda.
c: (Fría.) ¿Se
supone que debo ayudar?
b: (Con desprecio.)
Tú sólo vienes de parte del abogado, ¿no?
c: Sí; yo sólo
vengo de parte del abogado.
a: (Repentina y
sospechosamente alerta.) ¿Qué? ¿Qué dijiste?
b: (Un hecho.) Dije,
bueno, quise decir, puesto que ella sólo viene de parte del abogado, no tiene
por qué comportarse como un ser humano; no tiene por qué ayudar en nada; no
tiene...
a: (A C, contenta.)
¿Vienes de parte de Harry?
c: No; Harry
murió; Harry murió hace años.
a: (Otra vez
lágrimas.) ¿Harry está muerto?
¿Cuándo murió Harry?
c: (Sube la
voz.) ¡Hace treinta años!
a: (Pausa breve;
corta las lágrimas.) Bueno, yo ya lo sabía. ¿Para qué estás
hablando de Harry?
c: Usted preguntó
si venía de parte de Harry; preguntó...
a: Yo no haría una
cosa tan estúpida.
b: (Divertida, a
C.) Y así es siempre.
a: (Aclarando para
el mundo.) Harry solía ser mi abogado, pero eso fue hace años.
Harry se murió ¿qué? ¿hace treinta años?; Harry se murió. Ahora su hijo es
el abogado. Yo voy a verlo; bueno, él viene a verme; algunas veces yo voy a verlo.
c: Sí; usted va.
Y sí, él viene.
a: ¿Por qué estás
aquí?
c: (Suspira.) Algunas
cosas se han... traspapelado; no se han hecho. Algunas cosas...
a: (Pánico.) ¡¿Alguien
está robando cosas?!
c: No no no no.
Le mandamos papeles para firmarlos y usted no los firma; le llamamos y usted no
nos regresa la llamada; le mandamos cheques para firmarlos y usted no los
firma; cosas como ésas.
a: No sé de qué me
estás hablando.
c: Bueno...
a: ¡Nada de eso es
cierto! ¡Estás mintiendo! ¡Comunícame con Harry!
c: Harry está...
b:
(A A.) ¿Perdón? ¿El
montón de "luego-los-reviso"?
a: (Ahora suspicaz,
sospechando de B.) ¡¿Qué?!
b: (Calmada.) ¿El
montón de "luego-los-reviso"?
a: No sé de qué me
estás hablando.
c: (A B.) ¿Papeles?
¿Cheques?
b: (Amplia.) Ay...
un montón de cosas.
a: (Con dureza.) ¡No
hay nada!
c: (A B.) ¿Qué
hay guardado? ¿Qué cosas?
b: (A A,
pacientemente.) Tienes un cajón lleno; las cuentas que
llegan y las ves, y algunas las mandas y se pagan, y otras dices que no puedes
acordarte así es que no las mandas, y...
a: (Retadora.) ¿Por
qué debo pagar la cuenta de algo que nunca ordené?
b: (Cierra ¿os
ojos por un momento.) Y te mandan tus cheques, ¿para firmarlos? ¿Para pagar
cuentas? ¿Y algunos los firmas porque te acuerdas para qué eran, pero otros —algunos
de los cheques— no te acuerdas...?
a: ¡¿Que yo qué?!
b: (Sonríe con
tolerancia.) ...no te acuerdas para qué eran así es que no los
firmas y los metes al cajón.
a: ¿Y?
b: (Se encoge de
hombros.) Estas cosas se acumulan.
c: Ya veo; ya
veo.
a: Todos el mundo
está listo para robarme a diestra y siniestra. No estoy hecha de dinero, sabes.
b: (Ríe.) Sí,
sí lo estás. (A C.) ¿No es cierto?
c: (Sonríe.) Más
o menos.
a: (Conspiración.) Te
robarían a diestra y siniestra si no pusieras atención: la servidumbre, las
tiendas, los mercados, esa pequeña judía que fabrica mis pieles, ¿cómo se
llama? Es linda gente. Todos te despluman si les das la espalda. ¡Todos ellos!
c: Le hemos
pedido: deje que todas sus cuentas las envíen a nosotros directamente;
nosotros sabremos qué hacer; deje que yo le traiga sus cheques cada mes; yo me quedaré aquí mientras los
firma. Lo que usted quiera.
a: (Una sonrisa de
superioridad, pero con dudas.) ¿Ninguno de ustedes piensa que
yo puedo manejar mis propios asuntos? Lo he hecho por... Cuando él estuvo muy
enfermo lo hice todo; hice todas las cuentas; hice todos los cheques; lo hice
todo.
c: (Gentil.) Pero
ahora no tiene que hacerlo.
a: (Orgullosa.) No
tenía que hacerlo entonces: quería hacerlo. Quería que todo marchara bien;
y lo quiero ahora; ¡todavía!
c: Bueno, por
supuesto que lo quiere.
b: Por supuesto
que lo quieres.
a: (Dándolo por
terminado; superior.) Así es que entonces yo me encargaré de
mis propios asuntos, gracias.
c: (Derrotada,
se encoge de hombros.) Bueno; claro que sí.
b: Y yo observaré cómo pretendes
que te encargas.
a: Y yo te observo
a ti, a cada uno de ustedes. Yo amaba a los caballos.
b: Es tan sólo la gente la que no te gusta.
a: (Sin
compromiso.) ¿Ah? ¿Es eso? Montábamos silla tejana, también. Fue
cuando él casi se muere; la primera vez, la primera vez que estuve a su lado
mientras moría. Tenía una infección en la sangre. Estaba cazando, todos
estaban cazando, y el arma se disparó y le dio a él en el brazo, en el hombro. (Se
toca el suyo; advierte el paralelo; sonríe tristemente.) ¡Dios mío! (Pausa.)
Le dispararon en el hombro, y no le sacaron toda la bala, y se infectó y su
brazo se hinchó como un globo y lo sajaron y reventó y había pus por todos
lados...
c: ¡Basta!
b: (Fría.) ¿Por
qué? ¿A ti qué más te da?
C se estremece.
a: ...Y lo drenaron
y no había medicinas entonces...
b: Quieres decir
que no había antibióticos.
a: ¿Qué?
b: No había
antibióticos.
a: Sí, y no se
curaba y se ponía peor, y todo el mundo decía que se iba a morir, ¡pero yo no
lo permitiría! Dije: ¡No! ¡El no va a morir! Le dije eso a los doctores, y se
lo dije a él, también, y él dijo que estaba bien, que trataría, si yo dormía
con él, si no lo dejaba solo en la noche, si me quedaba junto a él, y lo hice
y olía tan espantoso... la pus, lo podrido, el...
c: ¡No! ¡Por
favor!
a: ...y me dijeron
llévalo al desierto, hornea su brazo bajo el sol candente, así es que fuimos
allá -fuimos a Arizona- y se sentó bajo el sol calcinante todo el día, su brazo
exudando y apestando, y partiéndose y... y en seis meses se esfumó y el brazo
se adelgazó y no había más pus y él se salvó; claro, le quedaron las
cicatrices, todas las cicatrices, y yo aprendí a montar silla lejana.
b: Vaya, vaya.
a: Y fue en las
afueras de Phoenix en Camelback Mountain; nos gustaba montar y adentrarnos en
el desierto. Y la estrella de cine estaba ahí, la que se casó con el jovencito
que llevaba las riendas del estudio; ella tenía los ojos de distinto color.
c: (Pausa
fugaz.) ¿Ella tenía qué?
a: Tenía ojos de
distinto color: un ojo era azul, o algo, y el otro era verde, creo.
c: (A B.) ¿De
quién habla?
B se encoge de hombros.
a: Ah, era una
gran estrella; era diminuta y tenía la cabeza grande. Creo que ella también bebía.
b: Tú crees que
todos beben. ¿Merle Oberon?
a: ¡No; claro que
no! ¡Tú sabes!
b: (Disfrutándolo
un poco.) ¿Hace cuánto fue esto? ¿Claire Trevor?
a: Ay... cuando yo
estuve ahí; cuando estuvimos ahí. ¡Era diminuta! ¡Tenía dos ojos!
b: ¿En los treinta?
a: Probablemente.
Tenía un hijo; cocinó un huevo en la banqueta; hacía tanto calor. El me lo dijo.
c: (Perdida.) ¿El... hijo... de ella... le dijo?
a: ¡No! ¡El
nuestro! El también era un niño pequeño; jugaba con todos los otros niños: los
gemelos que mascaban chicle; ésa es.
b: Eso debió ser
antes de la guerra.
c: ¡¿Cuál de
todas?!
b: La Civil.
a: (Triunfal.) ¡Thalberg!
Ese es con el que se casó. Ar-nold Thalberg; era un judío chaparro y
realmente astuto.
b: (A C, irónica.) Todos
los judíos astutos son chaparros. ¿Te has dado cuenta? (A A.) Irving; Irving
Thalberg.
c: (Fría.) Soy
demócrata; me doy cuenta de muchas cosas.
b: La mayoría lo
somos; la mayoría nos damos cuenta. Aun así, su manera de hablar es fascinante,
o no. Espantosa, pero fascinante. Ella no quiere decir nada con eso; o si alguna vez quiso, ahora
ya no. Así le sale.
a: (Jovial.) "¡Norma
Shearer!"
b: ¡Por supuesto!
c: ¿Quién?
a: (Ríe.) ¡¿Y
a ustedes qué les pasa?!
c: (Explicando.)
Somos demócratas.
a: ¿Qué?
c: Bueno, eso
pasa, tú preguntaste.
a: ¡No seas fresca!
b: ¡Dios mío! no
había oído eso en mucho tiempo. (Imita.) "¡No seas fresca!"
a: Mi madre me
decía eso todo el tiempo: ¡No seas fresca! A mi hermana y a mí. Nos hacía comer
todo lo que nos ponía delante, y lavar los platos; nos enseñó el significado
de ser mujer. Era estricta pero justa. No, ése era nuestro padre: no, eran los
dos. (Quejido de niñita.) Están muertos; ¡hermanita, están muertos!
c: Un judío
chaparro y astuto.
b: Por lo menos
no dijo ¡judas!
a: (Vuelve a sus
recuerdos.) Nos enseñó a enviar notitas de agradecimiento, y
llevar regalitos cuando íbamos de visita, y nos hacía lavar nuestras prendas
todas las noches antes de acostarnos. Algunas veces mi hermana no lo hacía y
yo tenía que lavar las de ella, también. Logró hacer de nosotras señoritas
decentes.
c: ¿Ir a la
iglesia dos veces al día? ¿Y rezar mucho?
a: ¿Qué? Ah, sí,
íbamos a la iglesia pero no hablábamos mucho de eso. Lo veíamos natural,
supongo. (A B.) ¿Cuánto robaste?
b: (Sin responder a
la provocación.) ¿Cuándo?
a: Cuando haya
sido.
b: (Arrastra las
palabras.) Bueno, esperé a que te durmieras...
a: Nunca duermo.
b: ...hasta que
pretendiste estar dormida, y luego fui al armario de la plata y bajé todas las
charolas de plata grandes, y me las metí bajo la falda, y salí bamboleando por
el pasillo...
a: Búrlate si
quieres. (Risitas repentinas.) ¡Seguro que te veías chistosa!
b: (Jugando.) Bueno,
supongo.
a: Bamboleándote
así; probablemente tintineabas también.
b: Sí, estoy segura
que sí. Talán, talán.
a: (Ulula.) ¡Talán, talán! (Advierte que C no
se divierte; dura.) Tú no crees que nada es chistoso, ¿o sí?
c: Ah, sí; sólo
estoy tratando de decidir qué creo que sea en realidad lo más hilarante:
cuentas sin pagar, antisemitismo, senilidad o...
b: Óyeme, óyeme.
Juega en tu propia liga, ¿sí?
c: (Molesta.) ¡Bueno!
¡Lo siento!
a: (Mira fijamente
a C.) Tendré que hablar con Harry sobre ti.
b: (ibid.) Harry
está muerto; Harry ha estado muerto por años.
a: (Cada vez más
absorta en sí misma.) Lo sé; igual que todos. Ya no tengo
amigos; la mayoría están muertos, y los que no están muertos se están
muriendo, y los que no se están muriendo se mudaron y yo ya no los veo.
b: (Consolando.) Bueno,
¿qué importa? No quieres a muchos de ellos de todas maneras.
a: (Está de acuerdo
para no entrar en complicaciones.) Es verdad. Pero
se supone que debes quererlos, y tenerlos cerca. ¿No es un contrato? Aceptas a
las personas como amigos, inviertes tiempo en ello, te esfuerzas, y no importa
si ya no los quieres —¿quién quiere a quién ahora?—, has invertido todo ese
tiempo, y qué derecho tienen ellos de... de...
c: (Incrédula.)
¡¿De morir?!
a: ¡¿Qué?!
c: ¿Qué derecho
tienen de morirse?
a: ¡No! De no ser
lo que eran.
c: Quiere decir,
¿qué derecho tienen de cambiar?
b: (Gentilmente.)
Déjala en paz.
a: ¡No! ¡Ningún
derecho! ¡Cuentas con ellos! Y ellos cambian. ¡Los Bradley! ¡Los Phipps! Se
mueren, se van. Y la familia muere; la familia se va. ¡Nadie debería hacer
esto! ¡Mira a mi hermana!
b: ¿Qué le miro?
a: Mi hermana era
una borracha. (Poco amigable.) Era más astuta que yo... no: más
brillante, dos años más joven.
c: (Sonríe.) O
cinco, o siete.
a: ¡¿Qué?!
c: Nada.
a: Siempre tuvo
mejores calificaciones, tuvo más pretendientes; cuando éramos jovencitas,
después ya no; se le fueron barcos por los que muchas se hubieran arrojado al
mar.
c: (Examinando
sus uñas.) Yo jamás me arrojaba al mar por ningún barco.
b: (Seca.) Bueno,
tal vez deberías intentarlo. Arrojaría; no arrojaba.
a: Nos vinimos a la
ciudad juntas, cuando ella terminó la escuela, y teníamos un departamento
chiquitito, y nuestra madre y nuestro padre vinieron a verlo, para estar
seguros de que era adecuado, que no estaba en un lugar peligroso, supongo.
Estaba amueblado, pero a él no le gustó, así que nos dio algunos de sus
muebles, algunos de los que guardaban en la cochera. El hacía los muebles más
hermosos: era arquitecto. Salíamos todo el tiempo buscando trabajo, algún
trabajo aceptable para una señorita, nos hacíamos acompañar por la noche.
Éramos de la misma talla, así es que podíamos intercambiar ropa; eso ahorraba dinero. Teníamos una pequeña
mensualidad, pero una muy pequeña, nada que nos pudiera echar a perder. Ella
era un poco más baja, pero no mucho. Llevábamos una lista para que los niños
—los muchachos, los hombres- que nos sacaban -salíamos con ellos juntas muchas
veces—, que ellos no supieran que cada una estaba usando la ropa de la otra.
¿Eso es lo que quiero decir?
B: Sí; eso creo; muy probablemente.
c: No te duermas.
a: "No, no, yo
me puse eso en el parque; ¿no te acuerdas? Mejor ponte las perlas."
Hacíamos una lista juntas. Teníamos pies grandes. (Un silencio.)
b: (Sobre el non
sequitur.) ¡¿Qué?!
c: Tenían pies
grandes.
a: Teníamos pies
grandes. Todavía los tengo... me imagino. (A B.) ¿Todavía tengo pies
grandes?
b: Sí; sí,
todavía.
a: Bueno, yo ya no
sé. Creo que ella y yo nos caíamos bien. Nos confiábamos muchas cosas, y nos
divertíamos juntas, y... Mamá nos hacía escribir dos veces por semana -o
llamar, después. Tratamos de enviar cartas juntas -una carta conjunta- pero
ella nos hacía mandar dos: una carta por cada una de nosotras. Tenían que ser
noticiosas, y largas, y ella las mandaba de regreso con cosas como "Eso no
es verdad", o "No abrevies", o "Tu hermana dijo la misma
cosa", si no le gustaban. O la ortografía. Mi hermana era mala en
ortografía. Ella bebía.
c: (Incrédula.)
¡¿Su mamá?!
a: ¡¿Qué?! No,
claro que no. ¡Mi hermana!
b: Claro.
c: ¿Ya desde
entonces?
a: ¿Desde cuándo?
c: Cuando...
cuando llegaron apenas a la ciudad.
a: ¡No, claro que
no! Después. Bueno, cuando salíamos tomábamos champaña; antes de ir a las tascas
ilegales. Tomábamos champaña y mordisqueábamos cascaras de naranja
endulzadas. Él me trae esas cascaras, algunas veces, cuando viene. O flores:
frisias, cuando están en temporada. Es lo menos que puede hacer. ¡Y lo sabe!
c: (A B, un
aparte.) ¿Quién? ¿De quién habla?
b: (Absorta con A.)
Shhhhhhhhh. Su hijo.
a: Salíamos juntas,
pero ninguna se metía con los novios de la otra. Ella era un primor, a mí me
gustaban... hombres más salvajes, yo supongo.
c: Tsk, tsk, tsk.
b: (A C,
divertida.) ¿Por qué? ¿A ti no?
a: Nunca nos
gustaron los mismos niños... hombres. Yo creo que no le gustaban mucho los
hombres. Bueno, yo sé que no; no le gustaba el sexo, en todo caso. Tuvimos que
obligarla a casarse, cuando tenía casi cuarenta; tuvimos que encontrar a
alguien para ella. No creo que ella lo amara; él era un (despectiva) irlandés.
c: (Sacude la
cabeza.) A veces no lo creo.
b: (Incisiva,
mientras A trata de acomodarse en la silla.) ¿Por qué no?
¿Irlandés, negro, judío? Te lo dije: no significa nada. Es la forma en que lo
aprendió.
c: De estos
padres estrictos pero justos. (B se encoge de hombros.)
a: (Ha oído.) Tengo
amigos judíos, y tengo amigos irlandeses, y tengo amigos sudamericanos; los
tuve. No puertorriqueños, nada de eso, sino venezolanos, y cubanos. Ah, nos
encantaba ir a La Habana.
c: (A B, más o
menos.) Otro mundo, ¿eh?
b: Aja.
a: Nunca he tratado
con gente de color -bueno, servidumbre, sí. En Pinehurst tenían
servidumbre de color y solíamos visitarlos de vez en cuando. Sabían cuál era
su lugar; eran amables, y bien portados; nada como esos negros subiditos, los
de la ciudad.
c: (Consternada.)
¡Santo Dios!
a: El se la pasa
diciéndome que no puedo decir estas cosas. No sé a qué cosas se refiere. Una
vez dijo que ya no vendría a verme si yo decía esas cosas. No sé a qué cosas se
refiere. ¿Qué quiso decir?
b: No te
preocupes. Tu hermana se casó con un italiano.
a: (Confundida.) Se
casó... ¿qué? Ah, eso fue después. Siempre estuve alerta buscando al hombre
adecuado.
c: ¿Y ella no?
a: No; ella
siempre pensó que todo le iba a caer del cielo. Y así fue; muy seguido. Yo
tuve que trabajar por todo; nada
se cruzó en mi camino. Yo era alta y guapa; ella era alta y bonita, alta pero
más baja, no tan alta como yo... era. (Solloza.) ¡Me encogí! ¡No soy alta!
¡Yo era alta! ¡¿Por qué me encogí?!
b: (A A, paciente.)
Eso pasa con el tiempo: nos encogemos. Además, nos pasa cada día:
somos más altas en la mañana de lo que somos en la noche.
a: (Todavía
sollozando.) ¡¿Cómo?!
b: La espina dorsal
se comprime según pasa el día.
a: (Solloza aún
más.) Yo ya no la tengo. Yo tuve una espina
dorsal; ¡ya no la tengo!
c: (A B, sotto
voce.) ¿Qué quiere decir?
b: Quiere decir
osteoporosis.
a: (A C, fea,
sollozando hasta moquear.} ¿Todavía no te ataca? ¡Ya verás!
b: ...la espina se
colapsa; te la puedes fracturar caminando, volteando... lo que sea.
a: (Sollozando otra
vez.) ¡Yo siempre fui alta\ ¡Me encogí!
c: Lo sé.
B sonríe.
a: (Deja de
sollozar.) El era chaparro. Muchos de mis pretendientes eran
altos, pero él era chaparro.
c: (Sotto
voce, A B.) ¿De quién habla?
b: (Sotto voce,
también.) Su esposo, creo.
c: Ah, eso fue
hace mucho tiempo.
a: Ah, conocí
tantos muchachos altos, tan buenos bailarines. Mi hermana y yo bailábamos toda
la noche con todos los muchachos altos. Algunos de ellos eran muchachos de la
farándula -eran jotos— pero algunos de ellos eran normales. Bailábamos toda la
noche; y algunas veces yo me escapaba.
b: (Sonriendo.) ¡Ah,
pilla!
a: Yo era la
salvaje. Mi hermana me decía: ¡¿Cómo puedes hacer eso?!, y yo me reía y decía: ¡Ay, bueno! Me gustaba
pasarla bien, pero tenía los ojos bien abiertos. (Un cambio de tono hacia
lo amargo.) Si yo no mantengo los ojos bien abiertos, ¿entonces quién?
Siempre he tenido que andar muy viva, con eso de que ellos están merodeando, robando
y... disimulando. Si yo no tuviera los ojos bien abiertos, no tendríamos
nada. ¡Su hermana!
¿Ese con el que se casó? ¡El primero! El regordetito... ¿era dentista?
¿Qué iba a saber del manejo de
una oficina? ¿Qué sabía él de dinero? ¡Lo suficiente
como para robar! Lo suficiente como para forrar sus propios bolsillos.
¡Y por supuesto que el viejo se hacía de la vista gorda porque -cómo se llama,
el dentista- estaba casado con su preciosa hija! ¡Ay, ésa\ ¡Se quejaba
todo el santo día para conseguir lo que quería sin escrúpulos; lo manipulaba a
su antojo! Yo tenía que estar un paso adelante de todos ellos. Les di su merecido.
b: (Orgullosa de
ella.) ¿Lo hiciste?
a: (Confundida.) ¡¿Qué?!
b: ¿Les diste su
merecido?
a: (Pánico.) ¡¿A
quiénes?! ¡¿De quiénes estás hablando?!
b: De esos a los
que les diste su merecido.
a: ¿Cómo voy yo a saberlo? ¡No sé de qué me
estás hablando! ¡¿Darle su merecido a quién?!
b: Yo no sé.
c: (Para
ayudar.) Esos que te estaban robando a diestra y siniestra.
b: (A A.) Sí:
ésos.
a: (Sombría.) Todos
me están robando, por todos lados. Todo el mundo roba. Todo el mundo roba algo.
b: (Sin
comentario.) ¿Incluso yo? ¿Yo robo?
a: (Risa nerviosa.)
No lo sé. ¿Cómo voy a saberlo? El dice que debería tener más dinero.
b: (A C.) ¿Y
qué tu oficina no...?
c: Nos encargamos de lo que entra.
Hay más de una persona que maneja su dinero. Si alguien quisiera... tendría muchas
oportunidades.
a: Mi hermana me
envidiaba después que me casé. Nunca le fue
bien. Yo siempre tuve los ojos bien abiertos.
c: Se gasta todos
sus ingresos, por lo que veo.
a: Bueno, ¿por qué
no? Son míos.
c: Bueno, nada
más no se queje. Si quiere aumentar su capital, tiene que...
a: Yo no me quejo:
yo nunca me quejo. Te tengo a
ti, y la tengo a ella, (señala a B) y tengo al chofer, y tengo este
lugar, y tengo que verme bonita, y algunas veces tengo a las enfermeras -aunque
sean negras. ¿Por qué son siempre negras?, y tengo todas esas cosas... tengo a
la cocinera, tengo al...
c: Lo sé; lo sé.
a: Todos ellos
roban; cada uno de ellos.
b: (Después de una
pausa, un suspiro.) Ah, bueno.
a: Mi hermana no
tenía los ojos bien abiertos; no como yo. Yo me casé con él. El era chaparro;
tenía un solo ojo; el otro era de vidrio; una pelota de golf lo golpeó allí; se
lo sacaron; tenía uno de vidrio.
c: ¿Cuál ojo?
b: (A C,
reprendiendo.) ¡Ay, por favor!
c: (Divertida.)
No, quiero saber. (A A.) ¿Cuál ojo? ¿Cuál ojo era de vidrio?
a: ¿Cuál ojo
era...? Bueno, yo no... (Empieza a sollozar.) ¡No me acuerdo! ¡No sé qué
ojo era el de vidrio! (Lágrima suelta.) Yo... no puedo... recordar...
¡Yo... no puedo... recordar!
b: (Va hacia A
para consolarla.) Ya, ya; ya, ya.
a: ¡No puedo
recordar! (Veneno repentino.) ¡Quítame las manos de encima! ¡Cómo te atreves!
b: (Retrocediendo.)
Perdón; perdón.
a: (A B, otra vez
llorosa) ¿Por qué no puedo recordar nada?
b: Yo creo que lo
recuerdas todo; sólo que no lo tienes en mente todo el tiempo.
a: (Callándose.) ¿Sí?
¿Es eso?
b: ¡Por supuesto!
a: ¿Me acuerdo de
todo?
b: En algún lugar
de tu mente.
a: (Ríe.) ¡Santo
Cielo! (A C.) ¡Yo me acuerdo de todo!
c: Santo Cielo.
Eso debe ser una carga.
b: Pórtate bien.
c: ¿No está la
salvación en olvidar? ¿Leteo, y todo eso?
a: ¿Quién?
b: Nadie.
c: Leteo.
a: Yo no lo
conozco. Bueno, tal vez sí, es sólo que no me suena el nombre ahora. (A B.) ¿Así
es?
b: Así es.
a: Yo amaba a mi
marido. (Tonta, sonríe recordando.)
b: Apuesto a que sí.
a: Me daba cosas
bonitas; me daba joyas.
b: Así de bonitas.
a: ¡Dios mío, me
decía, eres tan grande, tan alta, me costarás una fortuna! No puedo darte
cositas. Y no podía. Me
gustaban más las perlas y los diamantes sobre todo.
c: ¡No me diga!
b: (Divertida.) ¡Ay,
shhhh!
a: Tenía mis
perlas, y tenía algunos brazaletes, y él quería que tuviera otro —encontró uno
sin decirme. Usábamos brazaletes anchos en ese entonces, de diamantes anchos,
así de anchos. (Demuestra: seis centímetros, o algo así.) Planos y
anchos, las piedras en diseños, muy... ¿qué? ¿Muy qué?
b: Ornamentados.
a: Sí,
ornamentados... y anchos. Habíamos salido -nunca lo olvidaré, nunca olvidaré esto-
habíamos ido a una fiesta y habíamos bebido champaña, y estábamos... ¿qué?,
¿borrachos? Un poco supongo. Y llegamos a casa y estábamos a punto de meternos
a la cama. Teníamos una recámara grande, con vestido-res separados, y -ya
sabes, baños separados- y nos estábamos desvistiendo; nos preparábamos para ir
a la cama. Estaba frente a mi tocador, y me había quitado la ropa -mis
zapatos, mi vestido, y mi ropa interior— y estaba ahí sentada frente a mi
tocador (de veras le divierte decir esto: risas, risitas, etc.), y
estaba... bueno, estaba desnuda; no tenía ni un pañuelo, excepto que tenía
todas mis joyas. No me había quitado mis joyas.
b: ¡Qué maravilla!
a: ¡Sí! Así estaba,
completamente desnuda con mis perlas —mi collar— y mis brazaletes, mis brazaletes
de diamantes... dos, no: ¡tres! ¡Tres! Y entonces entra él, desnudo como un
gorrión —era chistoso cuando quería- estábamos desnudos muy seguido, al principio,
muy al principio. Todo eso terminó. (Pausa.) ¿Dónde voy?
b: ¿En tu historia?
a: ¿Qué?
b: En tu historia.
¿Dónde vas en tu historia?
a: Sí; claro.
c: Estás desnuda
en tu tocador, y él entra, y ¿está
desnudo, también?
a:
...como un gorrión; ¡sí! ¡Ay, no debería contar esto!
b: ¡Sí! ¡Sí
deberías!
c: ¡Sí!
a: ¿Sí? Ah...
bueno, ahí estaba yo, y tenía mi polvera grande, y me estaba polveando, y
estaba poniendo atención a eso. Sabía
que él estaba ahí, pero no estaba prestándole atención. Tengo algo para ti, dijo, tengo
algo para ti. Y yo estaba sentada, y levanté los ojos y miré en el
espejo y... ¡no! ¡No puedo contar esto!
c: (Escolares
tontuelas.) Sí, sí; cuenta, cuenta. ¡Cuéntanos! ¡Sí! ¡Cuéntanos! (Esto
ad libitum.)
a: Y miré y ahí
estaba él, y su... su pito estaba bien parado, y... y de ahí colgaba un nuevo
brazalete.
c: (Asombro.) ¡Dios
mío!
B sonríe.
a: Y estaba colgado
de su pito, y se acercó y era el brazalete más hermoso que yo hubiera visto;
era de diamantes; y era ancho, tan ancho y... Pensé que te gustaría esto,
dijo. Ay, santo cielo, es tan hermoso, dije. ¿Lo quieres? dijo. ¡Sí, sí! dije,
¡Ay, santo cielo, sí! (El humor cambia un poco hacia lo negro.) Y se
acercó, y su pito tocó mi hombro —él era chaparro, y yo era alta, o algo. ¿Lo
quieres? dijo, y me picó con él, con su pito y me di la vuelta, y tenía un
pitito. Ay, no debería decir eso; es terrible decir eso, pero así era. Tenía
un... ya sabes... pequeño, y de ahí colgaba el brazalete, y se acercó más, a mi
cara, y ¿lo quieres? Pensé que te gustaría. Y yo dije, ¡No! ¡No puedo hacer eso! ¡Tú sabes que no puedo hacerlo! Y no podía; nunca
pude hacerlo, y dije, ¡No! ¡No puedo hacer eso! Y se quedó ahí parado por...
bueno, no sé... y su pito se... bueno, empezó a ablandarse, y el brazalete
resbaló, y cayó en mis piernas. Estaba desnuda; cayó muy dentro de mis piernas.
Quédatelo, dijo, y se dio la vuelta y salió de mi vestidor. (Largo silencio;
finalmente solloza, concluyente.)
b: (Finalmente.)
Está bien; está bien. (Va a consolar a A.)
c: (Amable.) La
salvaje.
b: (Todavía
consolando.) Está bien; está bien.
a: (Niñita.) Llévame
a la cama; llévame a la cama.
b: Seguro. (A
C.) Ayúdame.
La ayudan a levantarse del sillón y a llegar a la cama durante lo
siguiente.
a: (Grita.) ¡Mi
brazo! ¡Mi brazo!
c: (Aterrada.)
¡Lo siento!
a: ¡Cama! ¡Quiero
ir a la cama!
b: Ya está bien; ya
casi llegamos. (En la cama.) Bueno. Aquí estamos.
a: (Cual bebé.) ¡Quiero
ir a la cama! (Le duele.) ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!
b: Ya, está bien. (A
está ahora sobre la cama, bajo las cobijas, medio sentada.) Ahí está.
¿Cómoda?
c: (A B.) Lo
siento; no era mi intención...
b: (A C.) Está
bien. (A A.) ¿Cómoda?
a: (Vocecita.) Sí.
Gracias.
b: (Mientras avanza
a proscenio.) De nada.
c: No soy buena
para... todo eso.
b: Ya aprenderás.
c: No puedo
planearlo.
b: (Consolando.) Bueno,
velo de esta manera: si vives lo suficiente, no vas a tener que planearlo; vas
a aprender.
c: Gracias.
b: Y puesto que es
el pasado lejano lo que se supone que recordamos mejor —si llegamos al futuro—
vas a recordar que no fuiste capaz de planear.
c: Como dije:
gracias.
b: (Pausa;
suspira.) Aja.
c: (Pausa.) ¿Qué
pasa ahora?
b: (Ojos
cerrados.) Dime tú.
c: Tú eres la que
trabaja aquí.
b: (Sonríe; los
ojos todavía cerrados.) Como dije: dime tú.
a: (Apoyada; los
ojos se abren y se cierran de cuando en cuando, mirada divagante; en el límite
de la conciencia.) Las cosas que somos capaces de hacer, y
las cosas que no. Lo que recordamos haber hecho, y lo que no estamos
seguros. ¿Qué recuerdo yo? Recuerdo ser alta. Recuerdo que
primero me hacía infeliz, ser la más alta de mi clase, más alta que los niños.
Recuerdo, y viene y va. Creo que todos me están robando. Sé que lo hacen, pero
no puedo probarlo. Creo que sé algo, y luego no puedo acordarme de lo que sé. (Llora
un poco.') El nunca viene a verme.
b: (Suavemente.) Sí, sí viene.
a: Cuando tiene que
venir; de vez en cuando.
b: Más que la
mayoría; es un buen hijo.
a: (Dura.) Bueno,
yo no estoy tan segura. (Más suave.) Me trae cosas; me trae flores
—orquídeas, frisias, ¿esas violetas grandes...?
b: Africanas.
a: Sí. Me trae
ésas, y me trae chocolates; chocolates rellenos de cascara de naranja, ese
chocolate oscuro que me gusta; él hace eso.
Pero él no me ama.
b: Ay, vamos.
a: ¡No me ama! Ama
a sus... ama a sus muchachos, esos muchachos que tiene. ¡Tú no lo sabes! Él no
me ama y yo no sé si lo amo. ¡No me acuerdol
b: El te ama.
a: No me acuerdo;
no me acuerdo de lo que no me acuerdo. (De pronto alerta y burlándose de sí
misma.) ¡Qué curioso es eso de
veras!
b: (Amable.) Claro
que es curioso.
a: (Otra vez
divagando.) Hay tantas cosas por hacer: aguantar; luchar por
todo; él no lo hacía; yo tenía que hacerlo todo; decirle lo guapo que
era, limpiar su sangre. Todo recayó sobre mí: mi hermana era como era,
escondía sus botellas entre sus cosas, de noche, donde creía que yo no las iba
a encontrar, cuando venía a quedarse por un tiempo conmigo; hasta caerse...
hasta caerse como se caía mamá cuando vino a quedarse, a vivir con nosotros;
él dijo que ella podía venir; ¿adonde más podría haber ido? ¿Siquiera nos
caíamos bien? ¿Al final? Al final ya no, no cuando ella me odiaba. Estaba
indefensa, ella... gritaba: ¡te odio! Apestaba; su cuarto apestaba; te odio,
me gritaba. Creo que todos me odiaban, porque yo era fuerte, porque tenía que serlo. Mi hermana me
odiaba; mamá me odiaba; todos los demás, ellos
me odiaban; él se fue de casa; se escapó. Porque yo era fuerte. Era
alta y era fuerte. Alguien tenía que
serlo. Si yo no lo era, entonces...
(Silencio; A quieta, ojos
abiertos; ¿se ha estremecido un poco antes de su silencio?)
Después de un
instante B y C se miran una a la otra. B se levanta, va hacia la cama, se
inclina, mira a A, toma su pulso.
c: (Se
asoma después de un rato.) ¿Está... ay,
Dios mío, está muerta?
b: (Después de un rato.) No. Está viva. Creo que tuvo una embolia.
c: ¡Ay, Dios mío!
b: Más vale que llames a su hijo. Yo voy a llamar al
doctor.
C se levanta,
sale por la derecha, mirando a A mientras sale; B acaricia la cabeza de A, sale
por la izquierda. A sola; quieta; silencio.
SEGUNDO
ACTO
"A",
está sobre la cama. (De hecho, una máscara al molde de la actriz que representa
a A; exactamente el mismo vestuario que usó A en el Primer Acto. Debemos creer
que el maniquí es A —una mascarilla de oxígeno sobre nariz y boca ayuda a la
ilusión.) Cuando aparece A, lleva puesto un adorable vestido color lavanda.
Un silencio. B y
C entran, por el lado opuesto a sus salidas al final del Primer Acto. Ellas —y
A, cuando entre— están vestidas de manera distinta a como estaban al final del
Primer Acto, excepto que el maniquí de A viste como A al final del Primer Acto.
C se sienta. B va a la cama, mira a "A ".
b: (En general.) No hay cambio.
c: (Anhelante.) ¿No?
b: Así es esto.
c: (Se estremece.) ¿Sí?
b: (Sombría.) Dan ganas de llegar ahí. (No hay respuesta de C) ¿No?
c: (Dura) No quiero hablar de eso; no quiero pensar en eso. Déjame en paz.
b: (Aguda.) Vale la pena pensar en ello, aun a tu
edad.
c: ¡Déjame en paz!
b: (Paseando, tocando cosas.) Tiene que ser de alguna forma... embolia, cáncer o, como dice la
dama, "estrellarse contra una montaña con un jet". ¿No? (No hay respuesta.) O... bajar de la banqueta para toparse
contra una pared que pasa a 90 kilómetros por hora...
c: ¡Basta!
b:
O... aún peor; piensa en
esto... estás sola en casa durante la noche, los sirvientes se han retirado,
él está fuera, en el club, estás sentada sola en casa, fuerzan la ventana,
entran ellos, con sus
piesecitos de gato y todo, te encuentran,
sentada allá arriba en el cuarto de estar...
c: ¡Dije que
basta!
b: (Sonríe.) ...me
encuentran sentada allá arriba en el salón de estar, revisando las invitaciones,
o lo que sea... cuentas; vienen detrás de mí, me cortan la garganta, mientras
pienso, Ay, Dios mío, me están cortando la garganta, si acaso, si hay tiempo
para eso.
c: (Gruñido
animal de protesta.) ¡Arghhhhhhh!
b: (Tranquila.) Ya
casi acabo. O los oigo... los oyes darse la vuelta, los miras -¿cuántos? ¿Dos?
¿Tres?, te quiebras, comienzas a gritar, así es que tienen que cortarte la
garganta, mi garganta, aunque puede que ellos no lo hayan planeado así. Toda
esa sangre en el tapete chino. Vaya, vaya.
c: (Pausa;
curiosa.) ¿Tapete chino?
b: (Muy natural.) Sí,
beige, con brocado rosa todo alrededor de las orillas. Lo conseguimos en una
subasta.
c: No lo sabía.
b: (Sorpresa
momentánea.) No; claro que no; no lo sabías. Lo tendrás, sin
embargo; el tapete, quiero decir. Es evidente que nadie te corta la garganta, o
la mía, para el caso. (Lo considera.) Puede que sea mejor.
c: (Lamento;
indefensa.) Tienes cosas que decirme, supongo.
b: Ah, por supuesto
que sí. Pero, fíjate, tampoco yo lo sé todo, o tal vez sí. (Hace un gesto
hacia "A".)
c: (La mira
también.) Haré un testamento, conseguiré algún tipo de papel que les
permita dejarme morir si llego a ese estado.
b:
No hay ningún papel... no existían entonces, traté. No puedes
salirte con la tuya en este mundo.
A entra durante el diálogo siguiente, de la izquierda.
c: Tiene que haber algún papel. ¿Te sales con la
tuya en todo y luego no puedes al final? ¡Tiene que haberlo!
a: ¿Tiene que haber
qué?
Es enteramente racional durante este acto; By C no están sorprendidas
de verla.
c: Un testamento
en vida.
a: (Observando a
A.) Iba a hacerlo, pero luego se me olvidó, o se me fue
de la mente, o algo pasó. Él me insistía, ¡haz uno! El hizo el suyo, según
dice. Quise hacerlo; ya no hay mucho que hacer al respecto. ¿Hay algún cambio?
b: No, estamos...
así como estábamos; no hay cambio.
a: Me pregunto por
cuánto tiempo seguirá esto. Espero que sea rápido. A cómo-se-llama le
tomó seis años; ni un movimiento, ni un parpadeo, vivía conectada, respiraban
por ella, orinaban por ella.
c: ¿La conozco?
a: No; eso fue
después de tus épocas, por decirlo de alguna manera.
b: Aja.
a: Había mucho
dinero de por medio, mucho. Los niños -¡ja!, cincuenta años el más
joven- los "niños" no se ponían de acuerdo. Querían ver el testamento
primero, el abogado no se los enseñaba, se dividieron en dos bandos: ¡mátenla!
¡ayúdenla a seguir! Nada bonito.
c: (De veras
fuera de sí misma.) ¡Basta! ¡Basta!
a: (A una niña
traviesa.) Ya... madura.
b: (Sonríe.) Madurará;
está madurando.
a: Bueno; sí; por
supuesto. Y tú también.
c: (Rabia.) ¡Yo
no me convertiré en... eso! (Señala a "A".)
a: ("Ya estuvo
bien".) ¡Ay, por
favor!
b: ("¡Ay,
por favor!") Ya estuvo bien.
c: No está bien.
b: (Sonríe.) ¿Qué
planeas hacer al respecto?
a: (Entretenida.) Sí;
eso me interesa.
c: (A A;
señalando a B.) Ni me transformaré en esto.
b: (Un alarido.) ¡Ja!
c: (Al público,
a menos que se indique lo contrario; avanza a proscenio. A y B se relajan,
comentan de cuando en cuando, interaccionan entre ellas, etc.) No lo haré.
Sé que no lo haré, eso es
lo que quiero decir. ¿Esa... (señala a "A") ...cosa de ahí?
Nunca seré como eso. (B grita inconforme; A sacude la cabeza, risitas.) Nadie
aguantaría estar así. Tengo veintiséis años; soy buena; mi madre fue
estricta pero justa, todavía lo es; me ama; nos ama a mí y a mi hermana,
y quiere lo mejor de lo mejor para nosotras. Tenemos un lindo de-partamentito,
mi hermana y yo, y en la noche salimos con nuestros pretendientes, y yo sí que
ando muy viva buscando a... ¿a quién, "el hombre de mis sueños"? Y
también mi hermana, yo supongo. No
creo haber estado enamorada, pero me han amado; unos cuantos, pero no eran lo
que yo esperaba.
b: (Lamento; a
sí misma.) Nunca lo son.
a: (Ronroneando.) Jmmmmmm.
c: Mamá nos
enseñó cómo sería el adecuado. Nos divertimos con los otros, bailando,
saliendo tarde, viendo el amanecer algunas veces. Las cosas se tornan un
tanto... comprometedoras de cuando en cuando, y eso también es divertido,
aunque mi hermana no piensa igual que yo. Nos involucramos, pero nunca llegan
a ser relaciones muy... serias. Estoy
alerta, y tenemos trabajo. Somos
maniquíes: ¡la tienda más elegante de la ciudad!
b: ¡No quiero que
se sepa eso!
a: (A B; regaño
amable.) Ah, basta; fue divertido.
c: Vamos a
trabajar y nos ponemos unas prendas adorables, y caminamos elegantemente por
la tienda, (imita) entre las damas que están comprando, algunas veces
con sus hombres, algunas veces no, y nos detenemos, y ellas tocan nuestros
vestidos —la seda, la tela— y nos hacen preguntas, y luego pasamos con otro
grupo, a otra sección. Giramos, nos... deslizamos. (Lo hace; B la imita; A,
también, pero sentada. A A y B.) ¡Lo hacemos!
b: Ah, lo sé.
a: Sí, lo sabemos;
que si lo sabemos.
c: (Al público
otra vez.) No las miren; no... las escuchen. (A y B ríen un poco.) Nos
ponemos nuestras hermosas batas de noche, y nos paseamos, y sabemos que hay
gente viéndonos, estudiándonos, y sonreímos, y... bueno, supongo que
coqueteamos un poco con los hombres que nos coquetean... los maridos, o lo que
sean.
b: (A A; de pronto
en burla.) ¡¿Coquetear?! ¡¿Tú?!
a: ¡¿Yo?!
¡¿Coquetear?!
b: (Se
desliza, gira.) ¡Juiiiiii!
a: (Aplaude con una
mano; con su rodilla, probablemente.) ¡Bravo! ¡Bravo!
b: (Gira.) ¡Juiiiiii!
c: ¡Basta! ¡Fuera
de mi vida!
b: ¡Ay! ¡Corazón!
a: (A C.) Yo
lo recuerdo diferente, pequeña. Recuerdo más... maquinación. Recuerdo un poco de cálculo.
b: Ah, sí; un poco
de cálculo; un poco de maquinación.
c: (Alpúblico.)
No las escuchen. ¿Maquinación? ¿De qué están hablando?
b: (Jovial.) No
te apures.
c: (Al público.)
¡Ellas no me conocen!
b: (Mirando a A;
burlándose.) ¡Noooooooo!
c: ¡Acuérdense de
mí!
a: (Ibid.) ¡Noooooo!
(Cse tapa las orejas, cierra los ojos.) Ay, está bien, corazón;
continúa. (C no puede oír; más alto.) ¡Dije que continuaras!
b: (Alto.) ¡Dice
que continúes! En serio.
c: Soy una...
buena... chica.
b: (A A.) Bueno,
sí; supongo que sí.
a: Y nada tonta.
c: Soy una buena
chica. Se cómo atraer a los hombres. Soy alta;
soy atractiva; yo sé
cómo hacerlo. Mi hermana se joroba y hunde su pecho; yo me yergo alta; los
pechos afuera, la barbilla arriba, las manos... así. Camino entre los pasillos
y ellos saben que viene alguien, que hay alguien ahí. Pero, soy una buena
chica. No soy virgen, pero soy una buena chica. El chico que me
tomó era un buen chico. (C no oye necesariamente —o, al menos, no advierte—
los apartes siguientes.)
b: Ah, sí que lo era.
a: Sí? ¿Lo era?
b: Acuérdate.
a: (Ríe.) Bueno,
sucedió hace tanto tiempo.
b: Pero sí te
acuerdas.
a: Ah sí, lo
recuerdo. El era...
c: ...dulce y guapo;
no, no guapo: hermoso. ¡El era hermoso!
a: (A B.) Lo era; sí.
b: (A A y a sí
misma) Sí.
c: ¡Tiene cabello
negro carbón y ojos violetas y qué sonrisa!
a: ¡Ah!
b: ¡Sí!
c: Su cuerpo
era... bueno, era delgado, pero duro;
todo cartílago y músculo; me dijo que practicaba esgrima; y era
parte del personal, el del megáfono. Cuando bailábamos y yo lo agarraba, sólo
sentía cartílago y músculo. Salíamos muy seguido; me gustaba; no le dije a
mamá, pero me gustaba bastante. Me gusta, hermanita, dije; de veras me gusta.
¿Le dijiste a mamá? No, y no lo hagas tú; me gusta bastante, pero no sé. ¿El
ha...?, tú sabes. No, dije, no
lo ha hecho. Pero luego lo hizo. Estábamos bailando -despacio- tarde, al final
de la noche, y bailábamos tan cerca, todos... apretaditos, y... estábamos
apretaditos, y yo podía sentir que él estaba duro, ese músculo y
cartílago, presionando contra mí mientras bailábamos. Teníamos la misma altura
y me miró a los ojos mientras bailábamos, despacio, y sentí la presión contra
mí y lo tensó y lo sentí moverse contra mí.
b:
(Soñadora.) ¿Qué eso?, dije.
a: Jmmmmmmmmm.
c: ¿Qué es eso?, dije. Lo sabía, pero, qué es eso, dije,
y él sonrió, y sus ojos brillaron, y, "Soy yo enamorado de ti", dijo.
Tienes una manera interesante de mostrarlo, dije. Apropiada, dijo, y sentí el
músculo moverse otra vez, y... bueno, sabía que ya era tiempo; sabía que
estaba lista y sabía que lo deseaba —lo que sea que eso significara- que lo deseaba a él, que deseaba eso.
b: (Recordando;
de acuerdo.) Sí; ah, sí.
a: Jmmmmmmmm.
c: Recuerda, no
la entregues, dijo mamá; no la entregues como si nada.
b: (Recordando.)
No te respetarán por eso y te darás a conocer como una chica fácil. -¿Entonces con quién te
casarás?
a: (A B.) ¿Eso
es lo que dijo? No puedo acordarme.
b: (Ríe.) Sí
puedes.
c: No te
respetarán por eso y te darás a conocer como una chica fácil. ¿Entonces con
quién te casarás? Pero él lo arrimó a mí, lo puso exactamente en donde quería
ponerlo -teníamos la misma altura- y era tan hermoso, y sus ojos brillaron, y
me sonrió y movió sus caderas mientras bailábamos, tan lentamente, mientras
bailábamos, y respiraba en mi cuello y dijo, Tú no quieres que me avergüence
aquí mismo en la pista, ¿o sí?
b: (Recordando.) No,
no; claro que no.
c: Yo dije, no,
no; claro que no. Vamos a mi casa, dijo, y me oí a mí misma diciendo, (incrédula)
¿no soy esa clase de chica? Quiero decir, tan pronto como lo dije me
sonrojé: era tan... estúpido, tan... esperado. Sí, lo eres, dijo, tú eres esa
clase de chica.
b: Y lo era, y Dios
mío, fue maravilloso.
a: ¡Dolió! (Reflexiona;
a B.) ¿No es cierto?
b: (Reprende.) Ay...
bueno, un poco.
c: Eres esa clase
de chica, y supongo que lo era. Lo hicimos mucho. (Tímida.) Sé que es
trillado decir que tu primera vez es la mejor, pero él fue maravilloso, y sé
que ahora sólo tengo veintiséis años y ha habido otros cuantos; imagino que me
casaré, y seré muy feliz...
b: (Refunfuña.) Bueno...
a: Ya hablaremos de
lo feliz...
c: Yo sé que seré muy feliz, pero ¿alguna
vez dejaré de pensar en
él? Era grande y macizo y sabía lo que yo quería, lo que yo necesitaba, y si
bien no podía hacer... ya saben: lo que él quería... simplemente no podía: yo no puedo.
b: (Se estira.) No;
nunca pude.
a: (Algo soñadora.)
Me pregunto por qué.
c: (Muy
agitada; molesta.) ¡Traté! Quería hacerlo... pero me ahogué, y... (murmullo)
vomité. Simplemente... no pude.
a: (A C.) No
te apures por eso; no te apures por lo que no puede evitarse.
b: Y... todos los
caminos llevan a Roma.
a: (Reflexiona al
respecto.) ¿Por qué?
b: ¿Jm?
a: ¿Por qué hay
tantos caminos para llegar a Roma?
b: (Reflexiona al
respecto.) ¿Por qué no?
a:
¡¿Quién los necesita?! ¿No basta con un camino?
c: (Al
público; (¡nieta, simple.) Sólo quiero que sepan que soy una buena chica,
que fui una buena chica.
b: (A C.) Lo
conoces en dos años.
c: (Ensimismada.)
¿Qué? ¿Quién?
b: (Suave.) Tu
marido. Tenemos qué, ¿veintiséis? Lo conocemos en dos años.
c: (Se da
cuenta.) ¿El hombre de mis sueños?
b: Bueno, un hombre
con quien soñarás.
a: Por un largo,
largo tiempo.
c: ¿Como el chico
del que estaba...?
a: Bueno, sí, él
fue maravilloso, pero luego la vida sigue.
b: (A A.) ¿Qué tan largo?
a: ¿Jm?
b: ¿Qué tan largo?.
a: Bastante largo. (A B.) Tienes...
¿cuántos?
b: Cincuenta y
dos.
a: (Calculando.) Me caso cuando
tengo veintiocho; tienes sesenta y seis cuando él muere. (Sonríe a C.) Lo
tenemos por un buen rato.
b: (Musitando.) Otros
catorce años.
a: Sí, pero los
últimos seis no son muy divertidos.
c: Esos son casi
cuarenta años con un hombre.
b: (A C; risitas.) Bueno,
más o menos: más o menos un hombre. (A A.) ¿No? ¿No son muy divertidos?
a: No mucho.
c: ¿Cómo «? ¿Ya
lo conocí?
b: ¿El hombre
tuerto? ¿El pequeño, el pequeño hombre tuerto?
a: (Risitas.) Ay,
de veras.
c: (Confundida.)
¿Qué?
b: El que conocimos
en la fiesta, mi hermana y yo. Mi hermana anda con él, pero yo lo veo mirarme
sobre su hombro.
a: (Recuerda con
placer.) ¡Sí!
b: A mi hermana
no le importa mucho, no creo.
c: ¿Más o menos?
¿Qué es este más o menos?
a: ¿Jm?
b: (Un poco
molesta.) ¿Discúlpame?
c: Dije casi cuarenta
años con un hombre, y tú dijiste, más o menos; más o menos un hombre.
b: ¡Ah! Bueno, ¿qué
esperabas? ¿Monogamia o algo por el estilo?
c: ¡Sí! Por
supuesto: ¡sí!
b: (A A.) ¿Te
acuerdas de la monogamia?
a: (Pretende
reflexionar sobre ello.) No. (Nuevo tono; a B.) Tú puedes
hablar sobre la monogamia, si quieres; los pros y los contras, si quieres. A
mí no me metas en eso.
b: (En general,
luego a A.) La infidelidad es una cuestión de temple, ¿no es
eso lo que dicen? Además de mal gusto, enfermedades, confusión acerca de donde
vives, tener que mentir todo el tiempo... ¡y recordar las mentiras! Dios, ¿te acuerdas de las
mentiras?
a: Jmmmm. Bueno, no
es para tanto, no fueron tantas.
b: Excepto por el
mozo, ¿eh?
a: ¡Caray! El mozo.
c: ¿Por qué me
caso con él?
b: ¿Quién, el mozo?
(A y B ríen.)
c: ¡El hombre tuerto! ¡Me caso con el tuerto!
b: Sí, con él.
c: ¡¿Por qué?!
b: (A C.) ¿Por
qué me caso con él? (A
A.) ¿Por qué me casé con él?
a: (A B.) ¿Y
por qué yo?
b: Jmmmmmmmmmm.
c: ¡Díganme!
b: Porque me hace
reír. Porque es chaparro
y se ve chistoso —más o menos como un pingüino.
a: (¿Ha pensado
esto antes?) ¡Sí! Se parece mucho a un pingüino.
b: (Generosa.) Bueno...
especialmente con su pechera y su moño.
c: (Un poco de
pánico.) ¡¿Por qué me casaría con él si voy a engañarlo?!
a: (Sonríe.) ¿Por
qué te casarías con él si va a engañarte?
c: ¡No lo sé!
b: Cálmate;
adáptate; ponte cómoda. Los hombres engañan; los hombres engañan mucho. Nosotras engañamos menos, y engañamos porque
estamos solas; los hombres engañan porque son hombres.
a: No. Nosotras
engañamos porque estamos aburridas, algunas veces. Engañamos en venganza;
engañamos porque no conocemos nada mejor; engañamos porque somos putas. Nosotras engañamos por muchas razones. Los hombres
engañan sólo por una ra/ón; como dices, porque son hombres.
c: ¡Hablenme de él!
a: ¿No prefieres
sorprenderte?
c: ¡No!
b: Lo has visto,
o... él te ha visto a ti. No
creo que lo hayas conocido. Él es lo que se dice un galanazo —al menos en mis
tiempos, no en los tuyos. Es rico -o su padre es rico- y se está
divorciando de su segunda esposa; ella es sencillamente mala; la primera bebía;
todavía bebe.
a: Ésa se muere
finalmente —ochenta, o algo; encurtida; en conserva.
c: (Tímida
otra vez.) ¿Cómo es él?
b: (Expansiva.)
Bueno... es chaparro, y tiene un ojo, y es un gran bailarín —excepto que
continuamente anda chocando, el ojo, tú sabes— ¡y canta como un sueño! Un
adorable tenor; ¡y es simpático! ¡Dios, es simpático!
a: (Anhelante.) Sí;
sí, lo era.
b: (Satisfecha.) ¡Y
le gustan las mujeres altas!
a: (Anhelante.) Sí;
sí, le gustaban.
c: (Incierta.)
¿Yo lo he visto?
b: Me dice -creo
recordar- me dice que nos vio a mí y a mi hermana antes de salir con ella, que
yo era más alta, y -perdón por el chiste- que me había echado un ojo encima. (A
A.) ¿No te dijo eso, que nos había echado un ojo encima?
a: No puedo
acordarme. Andaba con esa comedíanla que
hacía los "splits", la de dos metros y medio.
b: Bueno, tú le
pusiste un alto a eso luego luego.
a: ¿Una vez que le
pusiste las garras encima, quieres decir?
c: (Reflexionando.)
¿Por qué me gustó él?
¿Lo gracioso es suficiente? ¿Tener buena voz, bailar es suficiente?
b: No te olvides
de lo tuerto.
a: Ay, él era
amable; nos agradaba bastante.
c: ¿Agradaba?
Agradaba bastante.
b: (Mirada directa
a C.) ¡Ay, basta! Tienes veintiséis años, no eres una
nena; ahí está el futuro esperando que...
a: ...y él es rico,
o va a serlo: familia rica.
c: No puedo creerlo.
a: (Mordaz.) Nuestro
padre muere.
b: (Sobre su
padre.) Lo amaba.
c: ¡No! ¡No
muere!
b: Todos morimos.
a: (A sí misma.) Excepto
yo, quizás.
b: (A C.) Excepto
nosotras.
c: ¡Lo amo!
b: Bueno, eso
debería bastar para mantener andando al viejo corazón: Santo cielo, ella me
ama; ¿cómo puedo morir y dejarla?
c: ¿Es... rápido?
a: (Pensativa.) No
me acuerdo.
b: No está mal: paro
cardiaco, fluido en los pulmones, dificultad para respirar; ¡ay, Dios, el
terror en los ojos! (C comienza a sollozar; B lo advierte.) Eso hicimos,
sí. Lloramos cuando papá murió. Lloré; mi hermana lloró; mamá salió a la
terraza y ahí lloró.
a: (Perdida.) No
me acuerdo.
c: ¿Qué le pasa a
má?
b: Ella aguanta;
se queda sola por casi veinte años, y luego se muda con nosotros. (A A.) ¿Cómo
nos va. con eso?
a: (Neutral.) ¿Qué?
Se convierte en una enemiga. Muere cuando tiene ochenta y cuatro años
—diecisiete años de eso, de quedarse arriba en su cuarto, en la casa grande,
con nosotros. La colitis, los cigarros, los seis o siete pckineses que pasaron
por ahí. Dejé de quererla.
c: ¡Yo no podría!
a:
(Se encoge de hombros.) Se
convierte en una enemiga.
b: (Interesada,
pero no mucho.) ¿Cómo?
a: (Suspira.) Llega
a tenerme rencor; empieza a resentir hacerse vieja, hacerse... inútil -los
ojos, la espina, la mente. Empieza a resentir que yo tenga -que nosotros
tengamos- tanto, y que yo esté siendo generosa —que nosotros estemos siendo
generosos. Brinca por todo; se pone del lado de mi hermana; me critica.
b: (Algo de pasmo.)
Ella no era así.
c: ¡No! ¡No podría serlo!
a: No me importa.
Olviden que se los dije. Ella nunca se mudó con nosotros; todavía está viva
allá en el campo, en la misma casa; tiene ciento treinta y siete años ahora,
hornea su comida, corre tres veces a la semana...
B: Está bien; está bien.
a: (A B.) Hay
algo más. ¿Lo quieres oír? (B mueve la cabeza hacia C.) Por supuesto
que tú no. (C niega con la cabeza.) No, por supuesto que no. En
fin, te casas con él.
c: (Le queda
claro.) Me caso.
A: Sí; él es gracioso, y es lindo.
B: Canta...
a: Baila...
b: ...y es rico, o
va a serlo...
a: ...y le encantan
las mujeres altas.
b: Y de repente tú
te das cuenta que te encantan los hombres chaparros.
a: Pingüinos. (A
y B sueltan risitas.)
b: (Todavía a C.)
Y todo marcha bien. Su mamá no me quiere
—no te quiere— para
nada, pero el viejo sí.
a: ¡Seguro que sí!
Eres alta; apuesto a que eres candente.
b: (A C.) Te
lo ganas. (A A.) ¿Sabes?, creo que era un viejo rabo verde tras nuestros
huesitos.
a: Sí; yo creo que sí.
b: Y, caramba que
si quería un nieto.
a: Ah, eso lo hizo
feliz.
c: (Asombro.) ¿Tengo
niños?
b: (No muy amable) Tenemos
uno; tenemos un niño.
a: (Igual.) Sí,
lo tenemos. Tengo un hijo.
Él aparece en el arco de la derecha, se queda inmóvil, mira fijamente
a "A" recostada en la cama.
b: (Viéndolo;
con desprecio.) Vaya, qué fabuloso verte otra vez. (Repentina y rabiosa,
le espeta en la cara.) ¡Fuera de mi casa! (El no reacciona.)
c: (Levantándose.)
¡Basta! (Se mueve hacia El.) ¿Es... es él?
b: ¡Dije, fuera de mi casa!
a: (A B.) De
veras, cállate. (A C.) Déjalo en paz; ha venido a verme.
Él va hacia "A", se sienta a la derecha de ella, ya sea en
la cama o en una silla, toma su brazo derecho; sacude los hombros, pone su
frente sobre el brazo de ella, o al revés, se queda quieto. No reacciona a nada
de lo que se habla acerca de él hasta que se indique.
a: Eso es; cumple
con tu deber.
c: El es... santo
cielo. Qué lindo; qué guapo; que tan...
b: ¡No dirías eso
si supieras!
a: Shhhhhhh.
b: (A A.) ¡No
lo haría! (A Él.) Cerdito de...
a: Shhhh. Shhhh. No
quiero pensar en eso. Regresó; nunca me amó, nunca nos amó, pero
regresó. Déjalo en paz.
c: Es tan joven.
a: Sí... bueno. Así
se veía cuando se marchó, agarró su vida y una maleta y se fue. (A B.) ¿No?
b: (A espaldas
de El; menos veneno, pero mezclado con dolor.) Llevabas puesto ese abrigo
el día que te fuiste. ¡Creí haberte dicho que te cortaras el pelo!
a: Sí; sí, es
cierto; llevaba puesto ese abrigo. Me voy, dijo, y se llevó una maleta. (Pausa.)
Y su vida.
c: (Azorada.) ¿Se
fue de mi lado? ¿Por qué?
b: (Agria.) Tal
vez cambiaste; dicen que cambiaste; yo no lo he notado. (A A.) ¿Vuelve?
¿Vuelve a mí —a mí? ¿Lo dejo?
a: Seguro. Nos da
un paro cardiaco; se lo dicen; él vuelve. ¿Veintitantos años? Eso sí que es un
rencor de muchos años -por ambos lados. No volvió cuando murió su padre.
b:
(Destructiva.) ¡Claro que no!
a: Pero vino a mí.
Me levantan y me dicen que él va a venir a verme; dicen que va a llamar. Llama.
Oigo su voz y lo recuerdo todo, pero soy cortés. Bueno, qué tal, digo. Qué tal
tú, dice. Nada de "Esto no debería de haber pasado". Nada de "Te
extrañé", ni siquiera esa mentirita. Mi hermana está en casa; está tirada
de borracha, allá arriba, inconsciente; y ni siquiera esa mentirita. Pensé en
pasar a verte. Sí, ven. Y viene; y nos miramos el uno al otro y los dos nos
aferramos a lo mismo de siempre, lo mismo desde el día en que se fue. "Te
ves bien", dice; y, "Tú también", digo. Y no hay disculpas, no
hay recriminaciones, no hay lágrimas, no hay abrazos; labios secos sobre mis
mejillas secas; sí, eso. ¿Y nunca lo discutimos? ¿Nunca nos metemos en el por
qué? ¿Nunca vemos más allá de donde estamos? Somos extraños; tenemos curiosidad
el uno acerca del otro; pero hasta ahí.
b: Yo nunca lo voy
a perdonar.
a: (Anhelante,
triste.) No; nunca lo hago. Pero jugamos el juego. Cenamos;
me lleva a lugares -madre, hijo yendo a lugares formales. Nunca... recordamos
el pasado. Al fin, me permite hablar de su infancia, pero él nunca tiene nada
que decir al respecto; no parece tener nada que decir al respecto; no parece
tener nada que decir acerca de casi nada que tenga que ver con nosotros,
conmigo.
b: (Dientes
apretados.) ¡Nunca!
a: (A B.) O
contigo. (A C; y triste sonrisa.) O de ti.
c: ¿Nosotras
lo... nosotras lo echamos? ¿Cambié tanto?
b: (Rabia.) ¡¡El
se fue!! ¡¡Agarró sus moditos y se fue!! Y yo no quiero volver a verlo nunca
más. (A El.) ¡¡Vete!! (Enojada, humillada, lágrimas.)
a: (Muy calmada;
triste sonrisa.) Bueno, sí quieres, ¿entiendes? Sí quieres volver a verlo.
Espera veinte años. Quédate sola excepto por la hermana inconsciente en
el piso de arriba, y la cubierta del piano con las fotos en los marcos de
plata, y el mayordomo, y... quédate bien sola; tú quieres volver a
verlo, pero las condiciones son muy duras. Nunca lo perdonamos. Lo dejamos
venir, pero nunca lo perdonamos. (A Él.) ¡Apuesto a que tú no sabes
eso... ¿o sí?!
c: (A A.) ¿Cómo
cambiamos? (A ÉL) ¿Cómo cambié?
Él acaricia el rostro de "A ", se estremece un poco.
b: No te apures.
Él nunca fue parte de nosotras.
c: (Con
rabia.) ¡No lo creo!
b: (Furiosa.) ¡Deja
eso en paz!
c: ¡No! ¡¿Cómo
cambié?! ¡¿Qué me pasó?!
a: (Suspira.) Ay,
Dios.
c: (Obcecada.)
¡¿Cómo cambié?!
b: (Sarcasmo;
al público.) Quiere saber cómo cambió. Quiere saber cómo ella se transformó
en mí. Después querrá saber cómo yo me transformé en ella. (Señala a A.) No;
yo voy a querer saber eso; quizás yo quiera saber eso.
a: ¡Ja!
b: Quizás. (A C.) ¿Quieres saber cómo cambié?
c: (Muy sola.)
No lo sé. ¿Quieren?
b: ¿De veintiséis
a cincuenta y dos? ¿Duplícalo? ¿Duplica tu placer, duplica tu diversión?
Prueba esto. Mídetelo a ver cómo te queda. Ellos te mienten. Vas creciendo
y ellos se desviven para andarse con rodeos, para calificar, para... para evadir, para evitar —para
mentir. Nunca digas cómo son las cosas en verdad —cómo van a ser— si logras que
una media verdad se cuele por ahí. Nunca hables de las alternativas a los
"prospectos agradables", nunca hables de "lo que les
espera". ¡Dios, si lo hicieran las calles estarían inmundas con cadáveres
adolescentes! Quizás es mejor que no lo hagan.
a: (Leve ridículo.)
¿Ellos? ¿Ellos?
b: Padres,
maestros, todos los demás. Ustedes nos mienten. Ustedes no nos dicen que las
cosas cambian -que el Príncipe Encantador tiene la moral de una rata de
alcantarilla, que se supone que debes vivir
con eso... y que te debe gustar, o dar la apariencia de
que te gusta. ¡Verlo perseguir a la recamarera en los vestidores, a la cocinera
en la bodega de raíces, y Dios sabe qué
pasa en el club exclusivo para hombres! Probablemente clavan putas en
las mesas de billar para fácil acceso. Nadie te cuenta nada de esto.
a: (Cálmate.) Pobre,
pobrecita.
c: ¿La bodega de
raíces?
b: (Las calla.) Cht.
No me sorprende que un día volvamos de montar, con el caballo todo sudado,
bufando, y que él tome las riendas, el mozo, y nos ayude a desmontar, el mozo
lo hace, con su mano nos toca por detrás del muslo, y lo notamos, y él nota que
lo notamos, y recordamos que lo hemos visto antes, muy en especial aquel día
que él andaba con el pecho al desnudo, cargando la paja, esos brazos, ese culo.
Y no me sorprende que sonriamos de esa manera que él entiende tan rápido, y no
me sorprende que él nos guíe hasta un establo más lejano —¡a coger en la paja, por Dios!— y nos
tiramos, y lo hacemos por venganza y por autocompasión, hasta que notamos que
se transforma en placer por sí mismo, por nosotras mismas, ya estamos empapadas y él nos monta como lo
hemos visto en las pomos y de hecho gritamos, y luego nos acostamos ahí sobre
la paja —que probablemente tiene mierda- refrescándonos, y él nos dice que nos
ha deseado mucho, que le gustan las mujeres robustas, pero no se atrevía, y ¿lo
van a despedir ahora? Y yo digo, No, no, claro que no, y por un mes más no lo
hago, pero luego sí; sí hago que lo despidan, porque es peligroso no hacerlo,
porque es un buen trato el que tengo con el pingüino, un trato a largo plazo a pesar de las porquerías con
que sale, y más vale que tengas la nariz limpia —o maquillada, al fin y al
cabo— para las batallas reales —para las otras
mujerzuelas del pingüino, las reales—,
la madre a la que "simplemente no le gustas" por ninguna
buena razón excepto que su hija te odia, te teme y te odia —te envidia y por eso te odia—
¡cabroncita estúpida y quejumbrosa! Simplemente no le gustas —tal vez
en parte porque siente que el viejo te trae ganas y, además, ninguna chica es
bastante para el pingüino, no su pingüino;
las primeras dos no lo fueron y ésta tampoco va a serlo. Trata de ganarte el
lado bueno de toda la desgraciada familia, defender a tu marido cuando él no
lo hace por sí mismo, atenta a toda la intriga; empieza a preocuparte de veras por tu hermana que de
veras ha dejado de preocuparse por sí misma -por todo- observa a tu propia madre empezar a cambiar
aún más de lo que notas que tú misma has cambiado; ¡¿y luego tratar de criar
eso?! (Señala a El.) ¡¿Eso?! -consigue que lo echen de todas las escuelas
que encuentra, incluso de una o dos a las que no lo hemos mandado, siente cómo
te odia, ¡¿agárralo haciendo eso con la sobrina de tu marido y con su sobrino
en la misma semana?! Empieza a leer las cartas que está recibiendo de -¿cómo
les llaman, amigos mayores?- diciéndole cómo puede pasarse de listo contigo,
cómo sobrevivir con su horrible familia; dile que le vas a volar los sesos
con el pinche cenicero de cristal si no para de recibir cartas, si no para de
decir cualquier cosa; si no para... si tan sólo... no... para. Y él te mira con
desprecio, y dice muy quedo que puede mandarte a prisión por abrir su correo.
No mientras seas menor, le digo; espera nada más, le digo, espera nada más;
haré que te echen de esta casa antes de que puedas decir pío. ¿Tú me vas a correr?, dice,
quedo, sonriendo; ¿a mí también me vas a correr! ¿Así como lo corriste a él? ¡Es bueno en la cama,
o no! Claro que tú no sabes nada de camas,
dice. Se levanta, se detiene junto a mí, toca mi pelo. Creí ver
algo de paja, dice; perdón. Y sale caminando del solario, fuera de la casa,
fuera de nuestras vicias. No dice adiós a ninguno de los dos. Le dice adiós a
mamá, arriba; se despide del pekinés, también, me imagino. Empaca una maleta, y
se va. (A Él; rabia.) ¡¡Fuera de mi casa!! (Pausa; a C.) ¿Acaso
entendiste un poquito lo que es cambiar? ¿Ya sabes lo que querías saber?
c: (Pausa;
suavemente.) Sí. Gracias.
Silencio.
a: (Curiosa.) ¿Quieres
un poco más?
c: No, gracias.
b: No lo creo.
a: Sí, sí quieres; quieres más.
c: ( Tratando de
mantenerse amable.) Dije que no, gracias.
a: Aquí eso no
vale. (Seña/a a B.) Cómo tú llegaste a ella es una cosa; cómo llegaste a
mí es otra. ¿Cómo dices tú... a esa cosa de ahí? (Señala a "A".)
c: Lo siento mucho.
a: Bueno... quizás.
b: Sí, yo misma tengo
algunas dudas sobre ese trecho.
a: ¡Tú!
b: Sí; bueno. No
soy tan mala. Ha habido mierda, pero ha habido buenos tiempos también. Algunos
de los mejores.
a: (Extrañamente
brillante.) Por supuesto; siempre hay buenos tiempos: como
cuando nos rompimos la espalda. (A C.) Te rompes la espalda.
b: (Ríe un poco.) Sí;
sí que te la rompes.
c: (Asustada
de esto.) ¿Sí?
b: ¡Crak!
a: (Sonríe.) Bueno,
no exactamente. ¡Crak! ¡De veras!
b: Debería saberlo; fue tan sólo hace diez años, y...
a: Montando, sí;
saltando. Nunca nos gustó saltar -con los de caza. Caballos de monta, sí, de
caza, no. Brutos, todos y cada uno, brutos o histéricos; pero eran cazadores ese día, para entretener a
unos malditos tontos. Un enérgico olor a hojas quemadas en el aire, olor a
hoguera, apenas amanecía; rocío en el suelo, un amanecer todo verde y
amarillo. No nos gustó nuestra montura,
¿o sí? (Esto último a B.)
b: No.
a: No, no me gustó ella; era una histérica
y una bruta.
c: ¿Cuándo
aprendo a montar? Quiero decir de veras montar.
b: Viene con el
matrimonio.
a: Sí, no le tenía
confianza; la había montado al principio de ese otoño; era estúpida y
pendenciera, respingaba ante el movimiento de una sombra. (A C.) Le
dije a él, "Anda tú, yo me voy a quedar; anda tú".
b: Sí.
a: Pero se veía tan
herido que dije, "Ah, está bien", y allá vamos, por el bosque, el
verde, el dorado, la niebla que llegaba... ¡hasta las rodillas! ¡Vaca estúpida, no caballo! ¿No
podía ver la cerca en la niebla? ¿Se acercó muy rápido y luego se atemorizó así
nada más? ¡Salimos volando!
b: Salimos volando.
c: ¡Ay, no!
a: (A B.) Pude
haberme roto el cuello, supongo.
Suertuda.
b: Bueno, sí,
habría que tomar eso en cuenta.
a: (A B.) Jamás
volvimos a montar un cazador, ¿o sí?
b: Nah.
a: ¡Maldito yeso,
pesaba una tonelada! ¿Y sabes en qué pensaba más?
b: (Recordando.) Con
quién lo está haciendo; a quién tiene arrinconada en qué rincón, qué pasillo, a
quien le está metiendo su verguita.
a: Que puede que
nos deje, que puede que decida conseguir una que no esté rota.
c: (Asombro.) ¡¿Qué
clase de hombre es éste?!
a: (A C.) Hombre-hombre.
b: (A C.) Hombre-hombre.
c: ¿Cómo que
fueron tiempos felices? ¿Buenos tiempos, dijiste?
b: (A C.) Ah,
bueno, probamos que éramos humanas. (A A.) ¿No?
a: (A B.) Por
supuesto. (A C.) Eramos falibles. Una vez que caes -así te levantes o
no- una vez que caes, y lo ven, saben que pueden empujarte. Así estés hecha de
loza y te hagas añicos, o seas de bronce y resuenes al volcarte, no tiene la
menor importancia; es el pedestal lo que importa.
b: (A C.) Para
traducir...
c: Gracias.
a: (Dulce
sonrisa.) Gracias.
b: Para
traducir... puedes ir por ahí arreglando el mundo, parchándolo todo —a todos- y están muy agradecidos contigo -de mala gana,
pero agradecidos-, pero una vez que tú misma caes, prueba que no eres así tan superior a ellos como ellos
creían, luego te dejarán seguir
haciendo todo por ellos, arreglando el mundo, etcétera, pero ya no te odiarán
tanto... porque no eres perfecta.
a: (Muy brillante.)
Y entonces todo está mejor.
Agradable y mejor. ¿No lo convierte eso en buenos tiempos? El no te
deja por otra cosa; es dulce y te da un gran anillo de diamantes, y ya no
tienes que volver a subirte a un cazador nunca más. ¿No lo convierte eso en un
tiempo feliz?
c: ¿Me dejan
dispararle al caballo?
b: (Ríe.) ¿Discúlpame?.
a: (¡Ups!) ¡Juuu!
¡Nunca se me ocurrió!
A y B ríen juntas.
c: (Firmeza.) Nunca
me convertiré en ustedes... en ninguna de ustedes.
b: (Mira a C.) ¡Ay,
basta! (A A.) ¿Y el gran anillo, el diamante grande? ¿Ya no lo usas?
a: (Depronto
sobria.) Perdido.
b: (Sobria
también.) ¿Ah?
a: Lo vendí.
b: ¿Ah?
a: (Un poco
amarga.) He vendido todo.
Bueno, no todo... pero la mayoría. ¿El dinero ya no rinde tanto hoy
día? ¡El dinero no rinde nada! No
tengo dinero. Tengo dinero, pero
me lo como... cada año; cada año hay menos.
b: Deberíamos
recortar gastos; deberíamos...
a: ¡No me hables a
mí de recortarse! ¡Es todo pasta! ¡Es talso! ¿Toda la joyería metida en la
bóveda, en el banco? ¡Toda es falsa!
c: ¿Por qué está
ahí? ¿Por qué te... por qué nos tomamos la molestia?
a: (Menosprecio.) ¡Juh!
b: (A C, luego a
A.) ¿Porque la sacamos y la usamos? ¿Porque la falsa se
ve tan bien como la real, hasta se siente igual, y nadie tiene por qué saberlo?
(Específicamente a A.) ¿No?
c: ¿Apariencias?
b: ¿Apariencias?
¿Eso que aparenta ser?
c: Quiero decir,
¿a quién tratamos de impresionar?
a: A nosotras. Ya
aprenderás. Guardé el diamante grande. Cuando lo compramos -cuando él me lo
trajo-, dijo...
b: Esta es una
piedra perfecta; nunca he visto una mejor. Si alguna vez quieres vender esto,
tráemela de vuelta, te daré más de lo que tú pagaste por ella. Me dio
palmaditas en la mano. Pat-pat.
a: Pat-pat. Y así
es que la llevé de vuelta -después de que él murió, después del cáncer y todo,
después de todo eso. Ellos la miraron; dijeron que estaba bastante defectuosa,
o estaba nublada... o algo.
b: ¡Hijos de puta!
a: Me ofrecieron la
tercera parte de lo que él pagó por ella, y el dólar no valía ni la mitad de lo
que valía antes.
c: (A A.) ¿No
los demandaste? (A B.) Quiero decir, ¿qué podemos hacer? No podemos
sólo...
a: (Aceptación.) ¿Que
puedes hacer? No hay nada que puedas hacer. Sigues adelante; te... comes a ti misma. Las personas
hambrientas absorben sus propios cuerpos. El dinero sigue ahí -las inversiones
siguen ahí, excepto que son menos cada año; se absorbe a sí mismo. Lo que no
tienes es todo aquello que habías planeado tener, ¿los extras?
b: (A A.) El
diamante grande, ¿eh?
a: El diamante
grande... y la mayoría de lo demás. Bueno, ¿qué importa? Es puro brillo...
c: (Protesta.)
¡No! ¡Es más que eso! Es prueba tangible... de que somos valiosas... (avergonzada)
...de que nos aprecian.
a: (Se encoge de
hombros.) Bueno, se fue; todo el brillo se fue.
b: (Lamento.) Sí.
(Agita la mano.) Adiós.
c: ¿Hay otras
sorpresas?
b: (Risa
crujiente.) Ay, sí; ¡muchas!
a: Ay, querida; tú
nada más espera. (De reojo hacia La cama.) Ella esconde el dinero. Lo
que sea que obtiene por la joyería lo guarda en efectivo, y gasta un poco cada
vez que no alcanza con lo de costumbre. Hay mucho; no puede gastarlo todo -sin
que la gente sepa lo que está haciendo, quiero decir. Lo esconde, pero llega
un momento en que no puede recordar dónde lo escondió, y no puede
encontrarlo... nunca. Y no puede decirle a nadie.
Silencio.
b: (Un poco tímida.)
¿Es malo el cáncer?
a: ¿Cuándo es
bueno?
c: ¿Qué tan malo?
a: (Burlándose.) ¡Cuéntenme;
cuéntenme! (A C.) ¡Muy terrible! (A B; tono más suave.) Seis
años; te lo dije; le toma seis años a partir de cuando se entera —cuando le
dicen que lo tiene— hasta que se nos va. Próstata —se extiende a la vejiga, se
extiende al hueso, se extiende al cerebro, y al hígado, por supuesto; todo llega
al hígado —algo sabían los antiguos.
Está bien al principio -excepto por la depresión, y el miedo-
está bien al principio, pero luego viene el dolor, lentamente, creciendo, y
luego el día en que grita en el baño, y yo corro dentro; espero verlo ahí
tirado, pero no, está parado frente al escusado, y su cara está llena de
horror y apunta a la ta/a, y yo veo, y está todo rosado ahí dentro, es que
ahora le sale sangre con la orina. Y es cuesta abajo desde ahí: lo rosado se
transforma en rojo, y luego hay sangre en la cama, en la noche, mientras yo
estoy recostada con él, agarrándolo; y luego hay... ¡no! ¡¿Por qué seguir con
eso?! (A C; fea.) ¡Es terrible! ¡Y no hay nada que puedas hacer para
prepararte! ¡No me caes bien; te lo mereces!
c: ( Tan
suavemente.) Gracias.
a: (Callada,
descarta el comentario.) De nada.
c: Tú tampoco me
caes bien.
b: (Pausa.) Y
así es siempre.
Un silencio. A se mueve hacia la cama, se sienta ahí, del lado opuesto
a El.
a: (Habla
directamente a Él; ahora puede escucharla, puede responder.) Tuve
una premonición. Sé que dices que no hay tal cosa, pero yo tuve una. Fue
que moría. (Él levanta la mano.) ¡Ay, deja eso! ¿No crees que voy a
morir? Apenas si puedes ¡esperar! ¡Tú nada más espera! Morí, lo ves, y cuando
lo hice -cuando morí- estaba tan sola... no había nadie ahí en el cuarto
conmigo -el cuarto del hospital: ¡volví a ese horrible hospital! (Repentinamente
llorosa.) ¡¿Porqué no me sacaste de ahí?! ¿Por qué me dejaste en ese...? (Él
trata de tocarla, para consolarla.) ¡¡No te atrevas a tocarme!! Ahí estaba
yo, y estaba en un coma, dentro y fuera, dentro y hiera. Algunas veces me
despertaba y me preguntaba ¿quién era yo, y dónde estaba, y quiénes son todas esas personas mirándome? Algunas
veces no me despertaba... no del todo, y medio trataba, y luego no. Tú me
trajiste flores, trajiste frisias. Sabes que me encantan las frisias; por eso
me las traes, ¡porque me encantan!.
¡¿Por qué lo haces?! Me odias; ¡¿por qué lo haces?! ¡¿Qué quieres?!
Tú quieres algo. Bueno,
nada más espera. Ya recibirás lo que mereces. En mi premonición sabía que
estaba muerta, y no parecía importar nada, y estaba tan sola. ¡No había nadie
ahí conmigo y estaba muertal ¡Nadie! Sólo el chofer y la sirvienta. Así
pasó una hora, y estaba miiertii, y luego tú entraste, y tenías
tus flores, tus frisias. Entraste al cuarto, y ellos estaban ahí, y yo estaba
muerta, y te paraste en la puerta del cuarto, y supiste de inmediato, y te
detuviste y... ¡pensaste! (Detestando.) ¡Te observé mientras pensabas!
Y tu cara no cambió. (Anhelante.) ¿Por qué nunca cambió tu cara? Y ahí
estabas, y pensaste, y te decidiste, y caminaste hacia la cama, y me tocaste la
mano, y te agachaste, y me besaste la frente... ¡por ellos! ¡Estaban ahí y
estaban observando y tú me besaste por ellos! (Más suave.) Y luego te
levantaste, todavía sosteniendo mi mano, como si... ¿qué? ¿No sabías qué hacer
con ella? Me sostuviste la mano, y mi mano ya no estaba tibia, ¿o sí? Mi mano
estaba fría. ¿O no? (Pausa.) ¿O
no?
El la mira una vez más, se estremece, solloza, mira de nuevo a
"A". A se aleja de la cama.
b: (Suavemente.)
Y seguimos adelante.
c: (A A;
despacio, con mucho énfasis, pero sin enojo.) Yo... no... me...
convertiré... en... ti. No lo haré. Yo... yo te niego.
a: (Levemente
divertida.) ¿Ah? ¿Sí? ¿Tú me niegas? (A todos.) ¿Sí? ¿Todos ustedes
me niegan? (A C.) ¿Me niegas? (A B.) Supongo que tú también. (B
baja la vista.) Sí, claro. (A Él.) Y, por supuesto, tú me niegas. (El
la mira. A todos.) Bueno, está bien: yo también los niego; los niego a
todos. (A C.) Te niego a ti,
(a B) te niego a ti, (a Él) y, por supuesto, te niego a ti. (A todos.) Estoy aquí, y los niego a todos
ustedes; niego a cada uno de
ustedes.
c: ¿Así debe ser? ¿Qué pasó con
los tiempos felices... los momentos más
felices?. Yo no los he
vivido todavía, ¿o sí? ¿Todo acabado a los veintiséis? No puedo imaginar
eso. Pasé por alguno, claro, por algunos de los que probablemente serán los
momentos más felices aun cuando llegue al punto en que pueda empezar a pensar
en mirar hacia atrás sin sentirme boba, ¡aunque Dios sabe cuándo será eso! —no sentirme boba— si
acaso. La confirmación, por ejemplo, ese momento maravilloso: el vestido
blanco que hizo mamá, mi hermana toda celosa y excitada, brincando de un lado a
otro y poniéndose de mal humor al mismo tiempo. Pero aun ahora, ven, estoy
recordando, y lo que estoy recordando no tiene que ver con lo que sentí, sino con lo que
recuerdo. Dicen que no puedes recordar el dolor. Bueno, quizás tampoco puedas
recordar el placer —de la misma manera, quiero decir, de la manera en que no
puedes recordar el dolor. Tal vez todo lo que puedes recordar es la memoria de ello...
recordar que lo recuerdas. Yo w'que mis mejores tiempos -¿cómo es? ¿más
felices?- no han pasado todavía. Están por venir. ¿O no? ¿Por favor? Y... y
cualquier mal que venga, cualquier pérdida que venga, ¿no estará todo
equilibrado? ¿Por favor? No soy una tonta, pero hay mucha felicidad en el camino.
¡¿O no la hay?! ¿Y no está siempre delante? ¿No tengo razón? ¿No la tengo?
Quiero decir... ¿a todo lo largo del camino? ¿No? ¿Por favor?
b: (Avanza a
proscenio hasta donde no está C—ya sea a la derecha o izquierda—, dejando libre
el centro para A más tarde. Sacude la cabeza hacia C, sin ser grosera.) Boba,
niña boba; nena boba. ¿El tiempo más feliz? Ahora, ahora... por mucho. Éste
debe ser el tiempo más feliz: la mitad de ser adulta ha concluido, lo que resta
está delante de mí. Suficientemente vieja para ser un poco sabia, superado el
ser realmente tonta... (Un aparte a C.) Sin ofender.
c: (Mirando de
frente: sonrisa tensa.) No hay tal.
b: Haber pasado por
suficiente mierda como para tener una idea de la mierda que está delante, pero
muy lejos de sentarme a jugar con
ella. Éste tiene que ser
el tiempo más feliz -en teoría, al fin y al cabo. Las cosas se van a
mordiscos, claro; tu deber es estar consciente de eso, también. La madera puede estar podrida bajo tus
pies -aunque conserves tus piernas bien rectas- y estarás hasta el culo de
aserrín y bien podrida antes de que te des cuenta, antes de que puedas decir,
"Éste es el tiempo más feliz". Bueno, a mí me basta saber que así es
la vida, así es la muerte. Quiero decir, estas
cosas pasan, pero lo que más me gusta de estar donde estoy -y cincuenta es un
pico, en el sentido de montaña.
c: (Un
aparte.) Cincuenta y dos.
b: Sí, lo sé,
gracias. Lo que más me gusta de estar donde estoy es que hay mucho por lo que
no tengo que pasar nunca más, y eso no significa cerrar nada -para mí, en todo caso. Eso abre
horizontes enteros -de decadencia, de desuso, peculiares, ¡pero realmente interesantes!. Estar aquí
parada justo en el medio tiene que ser el tiempo más feliz. Quiero decir, es el
único momento en que tienes una vista de trescientos sesenta grados —ver en
todas direcciones. ¡Guau! ¡Qué vista!
A avanza a proscenio centro, B y C permanecen donde están.
a: (Sacude la
cabeza; suelta risitas; a B y C.) Son ambas tan
infantiles. ¿El momento más feliz de todos? ¿Realmente? ¿El momento más feliz?
(Ahora al público.) Llegar al final de todo, creo yo, cuando tantas olas
provocan que las más grandes desgracias se hundan, dejando espacio para
respirar, tiempo para concentrarse en la mayor desgracia de todas -ese bendito
instante- el final de todo. Pasar por todo ello y salir... no salir más allá
de ello, por supuesto, sino algo así como a... un lado. Nada de ese
sinsentido de llegar a "la otra orilla"; sino llegar al punto en que
puedes pensar sobre ti en tercera persona sin estar loca. Me he despertado en
la mañana, y he pensado, "Bueno; ahora ella se está levantando, y ahora
ella va a ver qué le sirve —los ojos, por ejemplo—". ¿Puede ver? ¿Puede? Bueno,
bien, supongo; tanto mejor. Ahora ella va a probar todas las otras cosas —las
articulaciones, la cavidad bucal, y ahora va a tener que hacer pipí. ¿Qué es
lo que hará, ir por el andador? ¿Arrastrarse de sillón en sillón, de muro en
muro? ¿Va a llamar a alguien —quien sea... la más mínima idea de que podría no
haber nadie por ahí, de que ella no está emitiendo sonido alguno, de que tal
vez no está viva -es decir, acaso alguien se ha dado cuenta? Yo puedo hacer
eso. Yo puedo pensar
sobre mí en esa forma, lo que quiere decir, supongo, que ésa es la forma en
que estoy viviendo —fuera
de mí, a un lado. ¿Es eso
lo que quieren decir con aquello? ¿Estoy fuera de mí? No lo creo. Creo que se
refieren a otro tipo de
placer. Es muy distinto saber que te vas a morir, a saber que
te vas a morir. Lo segundo es mejor; se aleja de lo teórico. Estoy divagando,
¿verdad?
b: (Gentil; la cara
de frente.) Un poco.
a: (A B.) Bueno,
hacemos eso a los noventa, o lo que sea que se supone que tengo. Quiero decir,
¡esta niña pide paz! (Alpúblico otra vez.) Algunas veces, cuando me
despierto y empiezo a pensar acerca de mí así -como si estuviera mirando- de
veras siento que estoy muerta,
pero que sigo adelante al mismo tiempo, y me pregunto si puede ella
hablar y temo y... y luego me pregunto cuál murió —yo, o aquélla en la que
pienso. Es un asunto bastante confuso. Estoy divagando. (Un gesto para
detener a B.) ¡Sí; lo sé! (Alpúblico.) Estaba hablando acerca de...
qué: llegar al final de esto, sí. Entonces. Ahí está. Ustedes preguntaron, al
fin y al cabo. Ese es el momento más feliz. (A mira a Cy a B, extiende las
manos, toma las de ellas.) Cuando todo está hecho. Cuando nos detenemos.
Cuando podemos detenernos.
Comentarios
Publicar un comentario