ALONSO ALEGRÍA - OBRA: "EL CRUCE SOBRE EL NIÁGARA




        
Alonso Alegría











EL CRUCE SOBRE EL NIÁGARA
pieza en seis escenas y un prólogo













Lima
1969












© 1969 by Alonso Alegría.  Av. Benavides 414, depto. 1101, Miraflores, Lima 18, Perú.  Tlfs (511) 444-0580, 99840-3063. E-mail <alonsoalegria@hotmail.com> y <alonsoalegria2000@mail.com>


ACERCA DE LA OBRA:
Esta obra, terminada de escribir el 31 de octubre de 1968, ganó el premio Casa de las Américas en 1969.  Su estreno mundial fue en Lima, el 23 de mayo de 1969, con Luis Álvarez en el papel de Blondin y Luis Merino en el de Carlo, bajo la dirección del autor.  El estreno europeo fue en Bonn, en 1971, y el estreno en los Estados Unidos en 1981, en Washington D. C.  En el entretanto, y desde entonces hasta hoy, la obra ha sido traducida a unos quince idiomas, incluyendo el japonés y el estoniano, y ha sido representada en unos cincuenta países, desde Nueva Zelanda al Japón, pasando por Israel, Marruecos, Gran Bretaña y Alemania (país donde la pieza ha recibido unas dos docenas de montajes distintos en otras tantas ciudades).  En fin, la obra ha tenido mucha suerte y le ha traído suerte a mucha gente en muy diversas partes del mundo.  Cosa que, por cierto, no deja de asombrarme y no dejo de agradecer.

PERSONAJES:      
BLONDIN: cuarenta y tantos años, equilibrista.
CARLO: dieciocho años, científico.

LUGAR:                
El pueblito de Niagara Falls, New York, EE. UU.

TIEMPO:              
1859.

DE                        DECORADO: Para las primeras cuatro escenas, una habitación grande de una pensión en un segundo piso: cama, lavatorio, sillón, mesa y dos sillas, ropero, quizás un escritorio. A un lado, puerta al pasillo.  Al fondo, ventana de alféizar bajo que da a la calle. Hay sensación de gran confort.  La quinta escena puede ser delante del telón.  Para la escena final, bastará cámara negra sobre un escenario vacío y un seguidor. Idealmente, la obra sería vista de un solo tirón.  Si ha de haber un intermedio, éste puede hacerse después de la escena del incendio.

VESTUARIO:
De época.  BLONDIN viste en forma elegante pero sin  ostentación.  CARLO viste corbata y se plancha él mismo, como puede, sus camisas. 

RITMO Y PUNTUACIÓN:
Una Pausa es más larga que un Tiempo, pero bastante más corta que un Silencio.  Los puntos suspensivos (...) indican una frase dejada inconclusa. Un guión (—) indica una interrupción.

       

* * *


Alonso Alegría
EL CRUCE SOBRE EL NIÁGARA
pieza en seis escenas y un prólogo
(1969)

PRÓLOGO

Con la sala completamente a oscuras se oye la voz clara y bien modulada de un buen locutor, que dice muy didácticamente, como leyendo de una enciclopedia.

LOCUTOR
Enciclopedia Británica, edición de 1921, volumen III, página 740, 2a. columna: Blondin. 1824-1897; equilibrista y acróbata francés, nacido en Saint Omer, Francia, el 28 de febrero de 1824 y muerto en Londres el 19 de febrero de 1897. Verdadero nombre: Jean Francois Gravelet. Cuando tenía cinco años de edad fue enrolado en la Academia de Gimnasia de Lyon, y después de seis meses de entrenamiento como acróbata, hizo su primero presentación pública como "El pequeño prodigio". Debió especialmente su fama y fortuna a  su idea de cruzar las cataratas del Niágara sobre un cable de 330 metros de largo a una altura de 48 metros sobre las aguas. Logró esta proeza por primera vez en 1859, repitiéndola luego una serie de veces, y en cada oportunidad con una nueva variación teatral: con los ojos vendados, dentro de un saco, empujando una carretilla, sentándose a la mitad para preparar y comer una omelet, llevando un hombre a cuestas, sobre zancos, etc. En 1861 apareció en Londres, en el Palacio de Cristal, dando saltos mortales en zancos sobre un cable templado a 51 metros sobre el suelo. Su última aparición se realizó en Belfast, en 1896, a los 72 años de edad. Un año más tarde murió en Londres de una afección bronquial. Enciclopedia Británica, edición de 1921, volumen III, página 740, 2a. columna.



ESCENA UNO

Luz sobre BLONDIN sentado al borde de la cama. Parece que se hubiera quedado pensando en algo. Pasa un momento en silencio. BLONDIN inmóvil. Se oye un toque seguro a la puerta.

BLONDIN
¿Quién?

CARLO
(fuera de escena)
¿Se puede?

BLONDIN
¿Quién es?

CARLO
¿Se puede pasar?

BLONDIN
Ya es tarde. Ya me estoy acostando. ¿Quién es?

CARLO
Usted no me conoce, pero… Yo debo decirle algo muy importante.

BLONDIN
Está bien, pase.

BLONDIN se queda sentado tal como esta, sin moverse. CARLO entra y se queda parado junto a la puerta, sin cerrarla.

BLONDIN
Ah, quieres un autógrafo. Ya es tarde, no es hora de pedir autógrafos. ¿Tienes lapicero?

CARLO
Ya tengo su autógrafo.

BLONDIN
Ah, ya tienes. Muy bien.

Pausa. Lo mira. CARLO está muy formalito, parado solemnemente.

BLONDIN (cont.)
Bueno, ¿qué te trae por aquí a esta hora entonces?

CARLO
Quiero decirle una cosa importante.

Pausa.

BLONDIN
¿Cómo te llamas?

CARLO
(muy bajito)
Carlo.

BLONDIN
¿Carlos?

CARLO
No. Carlo. Sin Ese.

BLONDIN
¿Carlo qué?

CARLO
Carlo nada más. Sólo Carlo.

BLONDIN
Está bien. Carlo.
(pausa)
Me viste freír la omelet y quieres felicitarme personalmente. Hiciste una apuesta con tus amigos, ¿no? Quieres darme la mano.

BLONDIN le estira la mano cordialmente. CARLO quieto.

CARLO
Ocho huevos no más, ¿no?

BLONDIN
(sorprendido levemente)
¿Cómo lo sabes?

CARLO
No fueron doce. Habían anunciado doce. Pero fueron ocho. Lo vi con el catalejo. Yo me hice un catalejo bueno. Los conté. Fueron ocho huevos.

BLONDIN
Correcto, sí. Ocho no más.

CARLO
Pero habían anunciado doce. Una docena. La docena de la muerte. Fue una trampa.

BLONDIN
(muy "en serio" con el muchacho)
Sí, ¿no?

CARLO
Una... una estafa. Cinco dólares la entrada. Si anuncian una docena de huevos, y después dan sólo ocho...

BLONDIN
Una estafa.
(se ríe de buena)
Sí, verdaderamente, un fraude. Pero hubieras podido irte al lado del Canadá. Ahí es gratis.

CARLO
No tengo papeles.

BLONDIN
¿Menor de edad?

CARLO
Sí.

BLONDIN
Y además, tus padres no te darían—

CARLO
Permiso no necesito. Menor de edad. No tengo pasaporte todavía, nada más.

BLONDIN
Muy bien.
(pausa)
¿Eso es todo?

CARLO
(un poco nervioso)
Sí pues, yo vine a decirle eso. Que era una estafa. Todo lo que se promete hay que cumplirlo. Sobre todo si se anuncia, si se cobra entrada. La gente es muy estúpida. Nadie más que yo se dio cuenta. Todos pegaban de gritos, como unos imbéciles... las mujeres son las más imbéciles. Usted lo sabe... usted sabía que nadie se iba a poner a contar. Por eso lo hace. Pero yo sí me puse a contar. A mí no me interesa si usted se mata.

BLONDIN
Chico, eres un loco.

CARLO
¿Loco? Usted es el loco. Yo me puse a contar, con el catalejo. A usted le sudaban las manos, le temblaban las piernas. No pudo terminar de romper la docena. Tiró cuatro al río. Nadie lo vio más que yo, porque estaban tan...  usted los impresiona con sus trucos.

BLONDIN
Lárgate de aquí, muchacho…

CARLO
Porque es verdad.

BLONDIN
Lárgate, muchacho, o te saco a patadas…

CARLO
La próxima vez, cumpla lo que promete, nada más.

BLONDIN
¿Por qué?

CARLO
Porque yo lo voy a estar mirando por mi catalejo.

BLONDIN
Muy bien, muy bien, vete.

CARLO
Hay que cumplir lo que se promete, lo que se anuncia peor todavía.

BLONDIN
Entendido. Vete.

CARLO
Usted no vaya a creer que yo me emociono y que por eso no me doy cuenta de nada. Yo le he visto todos sus cruces. Desde el primero, cuando yo tenía... cuando estaba chico. Todos se los he visto.

BLONDIN
(con interés)
¿Cuántos he hecho?

CARLO.
                      Catorce.

BLONDIN
¡Ja! Trece.

CARLO
Estoy contando el del incidente con el templador.

BLONDIN
Ajá. Bien. Catorce.

CARLO
¿No ve? eso es lo que le digo. Que usted a mí no me va a impresionar como a los otros. Porque yo sé mucho de esto, porque le he visto cruzar todas las  veces. Yo sé cuándo le va a ir bien. Cuándo va a estar tranquilo. Yo sé lo que importa el viento, yo estuve ahí esa vez que le cortaron el cable templador. Yo estaba cerca.

BLONDIN
¿Quién fue? ¿Sabes?

CARLO
Sí, claro. Un tipo con barba y patillas.

BLONDIN
¿Cómo se llama?

CARLO
Barba y patillas. Un poco canoso. Estaba con un saco a rayas azules y blancas.

BLONDIN
Su nombre.

CARLO
No sé.

BLONDIN
Le viste la cara.

CARLO
No. No estaba tan cerca. Cerca, pero no tan cerca. Después se fue corriendo, cuando lo persiguieron los policías.

BLONDIN
¿Tú llamaste a la policía?

CARLO
Yo lla—
(casi iba a mentir)
No. Llamó una chica.

BLONDIN
Lástima. Ahora podría deberte la vida.

CARLO
¿Y para qué quiere deberme la vida a mí?

BLONDIN
A ti no, a cualquiera, no interesa. Un tipo cualquiera.  Deberle la vida a alguien. .. debe ser muy emocionante. Ya vete, chico. Tengo que acostarme.

CARLO
Buenas noches.
(pausa; un poco de cariño)
Pero cuídese, pues. Cuídese y lo que le dije. Cuando anuncie una docena aguante. Aguante ahí, aunque le tiemble todo, y rompa y bata y cocine la docena completa. Porque si no...

BLONDIN
Porque si no el pobre Carlo se va a desilusionar, ¿no es cierto? Y no vendrá nunca más a ver mis cruces, ¿no es cierto? Ay qué pena.

CARLO
(muy picado)
No va a venir nadie, porque todos se van a dar cuenta de que usted los está estafando. ¡Porque yo se lo voy a decir! ¿Entiende lo que le estoy diciendo?


BLONDIN
Perfectamente.  Buenas noches, Carlo.

CARLO
Buenas noches.

CARLO da media vuelta y abre la puerta.

BLONDIN
Oye, espera.  Ven otro día si quieres. Ahora lárgate.

CARLO
(después de un tiempo)
Hasta mañana.

BLONDIN
Bueno, hasta mañana, si quieres, pero—

Pero CARLO ya se ha ido, cerrando la puerta en silencio y BLONDIN se queda mirando al vacío, sorprendido.

OSCURO RÁPIDO

ESCENA DOS

Se hace luz. La mañana siguiente. BLONDIN esta recién levantado. Tocan a la puerta.  BLONDIN abre. Ahí esta parado CARLO, muy tieso, con un libro bajo el brazo.

BLONDIN
(cordial)
Ah, Carlo.

BLONDIN regresa al lavatorio. Se nota que ha dormido bien.

BLONDIN (cont.)
Pasa, pasa. Muy bien, muy bien, gracias, ¿y tú?
(se peina tranquilamente)
Y, cómo está el día... ¿hay sol?

CARLO
Sí. Un poco. Le quiero enseñar un libro.

BLONDIN
(sin mirarlo)
¿Un libro? Ya no leo mucho. Antes sí. Qué es, ¿la Biblia?  No serás mormón, ¿no?

CARLO
No es la Biblia. La Biblia no le interesa a usted. A usted le interesa algo que tenga que ver con su arte. Por eso le traje este libro.

BLONDIN
                                      (interesado)
A ver...

CARLO
Se lo enseño. Es un libro de gimnasia. Tiene todo tipo de ejercicios. Para fortalecer las piernas, los brazos, el tórax. También ilustraciones. Los hombros, las manos, las muñecas. Todo pues. Tiene todo tipo de ejercicios, explicados uno por uno, para cada parte del cuerpo.
(parece en verdad un vendedor de libros soltando su retahíla)
Se comienza con ejercicios generales para tonificar todos los músculos. Gimnasia general, gimnasia cualquiera. Pero después viene lo bueno.

BLONDIN sigue las explicaciones, mirando el libro,  verdaderamente interesado.

CARLO (cont.)
Hay que tener mucha constancia, eso sí. Ese es el problema. Aquí en este dibujo se puede ver cómo son los tríceps antes de los ejercicios y cómo quedan después. Distinto, ¿no? Claro. Y así, todos los ejercicios para todos y cada uno de los trescientos ochenta y cinco músculos más importantes del cuerpo humano. ¿Qué le parece?

BLONDIN
Muy bonito. ¿Cuánto cuesta?

CARLO
No mucho.

BLONDIN
¿Tienes plata?

CARLO
¿Para qué?

BLONDIN
Para comprarte el libro.

CARLO
Se lo regalo.

BLONDIN
¿Qué?

CARLO
Se lo regalo. A mí ya no me sirve.

BLONDIN
¿Cómo?

CARLO
Ya me sé todos los ejercicios. Ahora le puede servir a usted.

BLONDIN
¿Tú crees?

CARLO
Claro. También tiene un montón de ejercicios de equilibrio y de concentración.
(abre nuevamente el libro como tratando de convencerlo)
En el Apéndice. Le puede servir, ¿no es cierto?  Ejercicios de yoga, también.

BLONDIN
               (sincero)
Claro. Claro. Muy interesante.
(toma el libro)
Gracias.

CARLO
¿Le parece bien?

BLONDIN
Sí.

CARLO
Bueno pues. Que le sirva. Gusto de haberlo visto de nuevo. Si quiere, cuando lo termine, hablamos. Muchas gracias. Buenos días.

CARLO da media vuelta para irse.

BLONDIN
Espera un rato.

CARLO gira.

BLONDIN
Oye dime...

Pausa.

CARLO
¿Qué?

BLONDIN
Tú dices que has visto todos mis cruces.

CARLO
Claro.

BLONDIN
Y te parece que no los hago bien. Te parece que puedo mejorar.

CARLO
No es eso.

BLONDIN
Te parece que me estoy poniendo débil.  Flojo.

CARLO
Comercial.

BLONDIN
¿Qué dices?

CARLO
Comercial. Sensacionalista. La vez anterior, ¿recuerda? Lo de la carretilla. ¿Quiere que le diga mi opinión sincera?

BLONDIN
A ver.

CARLO
No vale un pito. Cruzar con la carretilla no es más difícil que cruzar sin nada. Hasta ayuda.

BLONDIN
No, porque no se puede usar la pértiga. La carretilla obliga a tener las manos—

CARLO
Hace tres años que ya la pértiga no le resulta indispensable a usted. No me venga con lugares comunes, señor Blondin. Yo le he visto todos sus cruces, recuerde.

BLONDIN
Mira, niño, tú—

CARLO
Cruzar con la carretilla es como tener tres piernas. ¿Qué más quiere? Y lo de los ojos vendados igual. Nunca ha estado más tranquilo. Porque muy a ciegas que digamos no iba, ¿no es verdad? y la capucha lo ayudaba a concentrarse.   Esa capucha tiene sus secretitos, ¿no es cierto?  ¡Claro que sí!

BLONDIN
Mira hijito, no me vengas a dar lecciones de cruzar el Niágara. No sé cómo te aguanto todo esto, yo debería...

CARLO
Si no quiere escuchar mi opinión sincera, le diré que usted es el hombre más valiente del mundo.

BLONDIN
Bueno pues, ¿lo soy o no lo soy?

CARLO
Yo no sé si lo será. No conozco a todos los hombres valientes, así que no puedo comparar. Pero lo que le digo es que la gente se traga sin pensar todo lo que usted les da. Y usted lo hace a sabiendas, es decir, cosas espectaculares pero que en verdad no tienen nada del otro mundo. Como lo de la omelet.
               (recuerda, admite)
Está bien. Quedarse en el medio, parado, balanceándose contra el viento... estaba usted a un ángulo de quince grados con la vertical... sostenido por el viento... cansa las piernas.
(tiempo)
Está bien, está bien, pero aparte de eso, aparte de que en cualquier momento puede cambiar el viento y...
(tiempo)
¡Está bien! Pero no fue ni siquiera diez minutos, ni cinco minutos porque usted no partió ni frió los doce huevos, como había anunciado, sino—

BLONDIN
¡Sino ocho no más!

CARLO
Lo que le dije. Eso de la omelet está bien para el público en general. Pero usted no se siente orgulloso, ¿no?

Pausa.

BLONDIN
No.

Pausa.

CARLO
¿Cuánta plata hizo?

BLONDIN
Tres mil ochocientos dólares.

CARLO
No está mal.

Pausa.

BLONDIN
Bueno pues. Entonces a ti te parece que debo hacer qué cosa.

CARLO
No sé. . . algo más sincero. Algo que de verdad ponga a prueba su cuerpo, su habilidad, su coraje. Por eso le traje el libro. Para que piense con confianza en alguna proeza que valga la pena

BLONDIN
¿Como qué, por ejemplo?

CARLO
Pasar corriendo. Pasar en un pie. Pasar caminando de manos.

BLONDIN
¿Estás loco?

CARLO
Un día fríe usted una omelet. Otro día se afeitará. Otro día leerá un periódico. Las cosas que todo el mundo hace en su casa, usted las hace sobre un cable sobre el Niágara. Y el público por supuesto se emociona, porque no sabe que es tan fácil como hacerlas sobre el suelo.

BLONDIN
Ni creas.

CARLO
Para usted sí.

BLONDIN
Mmm.  
(tiempo)
Así que ahora hay que pasar corriendo.

CARLO
Claro pues. Para eso le traje el libro.

BLONDIN
(no del todo irónico)
Muchas gracias. Lo estudiaré cuidadosamente.

Pausa.

CARLO
(mirándolo fijamente, pero como si nada dijera)
Usted podría volar.

BLONDIN
¿Cómo?

CARLO
Usted es el único hombre que quizás llegue a volar un día. Si es que se entrena. Mire. Si quiere volar, si se lo propone... un día podrá cruzar el Niágara, pero sin cable.

BLONDIN
(sin ninguna ironía)
¿Tú crees?

CARLO
Mire. Usted se está pegando a ese cable cada vez más. Esta tarde se detuvo para lo de la omelet, y lo que es el colmo, se va a echar  sobre el cable para esa tontería que tiene anunciada, eso de la siesta. ¡Le falta poco para cruzar sentado! Pero de eso no se trata, señor Blondin, se trata de pasar cada vez más lejos del cable, más libre, más liviano. Yo lo miro por el catalejo y... y el cable a veces brilla con el sol y no se ve. Sólo se lo ve a usted, casi flotando, casi como caminando sobre el vacío... pero siempre se nota que se apoya, que pesa. Un poco, ya no tanto. Usted está aprendiendo solito a sustentarse en el aire. Le falta mucho, claro, pero podría, créamelo, podría salir caminando de repente y llegar al Canadá como si nada, sin cable, sin pértiga, sin peso ni nada. ¡Eso sí que sería fabuloso! Usted seria un pájaro, un dios.

BLONDIN
(sonriendo)
Ah, ¿sí?

CARLO
¿No lo había pensado? Es posible, para usted.

BLONDIN
Sí lo había pensado, lo he pensado. Pero eso no tiene nada de raro. Todo el mundo quiere volar, ha querido volar de chico.  A veces… a medio camino… Bah, son locuras mías.  

CARLO
No.  Cuente.

BLONDIN
¿Te interesa?

CARLO
Por supuesto que me interesa. Cuente.

BLONDIN
Escucha.  A veces, a medio camino, cuando no siento más que el rugido del río, el espacio abierto a todos lados y estoy solo ahí, solito ahí y no hay nada por ninguna parte, nada más que el aire brillante y el sol, cuando hay sol... me parece que puedo caminar fuera del cable.

CARLO
Eso.

BLONDIN
Para todos lados, quiero salirme del cable para irme caminando por el aire, rápidamente, paso a paso; caminando río arriba, caminando sobre el río, los árboles, llegar al mar, cada vez más arriba, en zigzag, caminar por donde quiera, detenerme a descansar, suspendido, y luego caminar una vez más, como si el cielo y el espacio estuvieran cruzados por mil cables invisibles e infinitos, y yo puedo recorrerlos todos, y yo voy buscando el cable que me llevará más lejos, para ir caminando eternamente por el cielo, cada vez más cerca del sol.

CARLO
(tiempo)
Claro. Lo que le dije. Por eso.

BLONDIN
A veces se me ocurre que es posible. Y me detengo. Miro a todos lados pero sigo por el cable. Y llego a tierra firme

CARLO
Es que todavía no está preparado.


BLONDIN
¿Tú crees que me alivia?

CARLO
¿Qué?

BLONDIN
Llegar a tierra firme.

CARLO
Por supuesto que no. Usted se siente mejor en el aire. Es su elemento natural. Usted puede volar.

BLONDIN
Mentira. Me alivia. Como a cualquiera.

CARLO
¿Tiene miedo? Digo, si es que por ahí piensa en caerse.

BLONDIN
No, no pienso en caerme. Ni tampoco pienso en salirme del cable todo el tiempo. A veces no más. Por lo general pienso en lo que estoy haciendo, en el paso siguiente, en el trecho que me falta. Pienso en el viento. En mis piernas y en mis brazos, a veces, no siempre. Pero más pienso en... no sé, a veces, se me vienen recuerdos de todas partes... imaginaciones. Personas que he visto, cosas que me han dicho. Cuando era chico, cosas que hace tiempo había olvidado y que casi no recuerdo después, como si las hubiera soñado, no sé si ocurrieron o no. Se me vienen con toda nitidez, oigo voces, hablo, oigo voces, música, a veces canto un poco.

CARLO
Está contento.

BLONDIN
Claro... y me demoro. Por eso me tardo a veces. No es que esté descansando, como todos creen. Llego a tierra aliviado porque... porque al medio del cable a veces siento un cosquilleo por las venas, una risa que me... como si me burbujeara la sangre, una alegría increíble, muy de adentro, y me dan ganas...

CARLO
¿De qué?

BLONDIN
A veces me dan ganas de tirarme.
(tiempo)
De tirarme.

CARLO
Sí.

BLONDIN
Tú no sabes lo que es eso. Y de repente ya no quiero.

CARLO
Claro.

BLONDIN
Me entra un miedo atroz de tirarme, por supuesto. Eso me lo arruina todo.  Y entonces me concentro, me aferro al cable con los pies y sigo adelante y termino lo más pronto que puedo. Y salto de ese cable con alivio.

CARLO
Lo he visto. He visto la llegada, catorce veces. Siempre el gentío inmenso, todos lo abrazan, le dan café, lo besan las mujeres... la última vez lo besaron catorce chicas. Todos lo aprietan, lo estrujan.

BLONDIN
Y me pagan. Miles de dólares.

CARLO
Claro. Pero cuando lo vean caminar por todo el cielo sin ningún cable por debajo...

BLONDIN
Entonces seré un dios, ¿no?
(se ríe alegremente)
¡Qué tontería!

CARLO
(con confianza creciente)
¡No! Es perfectamente posible. Escuche. Yo tengo un método. Primero se prepara, con el libro que le he traído. Se prepara bien. No sólo las piernas, sino todos los trescientos ochenta y cinco principales músculos del cuerpo. Hasta que cada uno esté muy fuerte y sobre todo liviano, como una cuerda de violín, ¿sabe? Entonces comienza usted, poco a poco.

BLONDIN lo escucha interesado, sonriendo.

CARLO (cont.)
Primero pasa un poco más rápido que ahora. Luego otra vez más, casi corriendo, con pasos muy, muy largos. Otra más corriendo, pero ya flotando un poco, posándose apenas, ya el cable solo le sirve para darse impulso con una pisada de cuando en cuando. Eso es para aprender a apoyarse en el aire con todo el cuerpo.

Se están mirando a los ojos. BLONDIN escucha.

CARLO (cont.)
Luego, cuando ya eso lo tiene bien sabido, pasa en un pie.  Es decir, no dando saltos, sino apoyando un pie en el cable y el otro en el aire... ya para entonces usted sabe apoyarse en el aire con un pie nada más... con la pértiga si quiere, al principio, para que se ayude, pero después ya no. Y así cruza un par de veces: primero un pie, el derecho, en el aire. Luego el izquierdo en el aire. Y entonces ya está usted listo... y de repente, en una de esas... los dos pies en el aire un ratito, y vuelta al cable –todo habría que hacerlo poco a poco, porque es peligroso— luego una caminada más larga y entonces, al final, después de entrenarse mucho así, usted camina no más un día, se va por un costado caminando, como usted cuenta, hacia donde quiera, por donde quiera. Con este método usted lo puede lograr. Es sólo cuestión de paciencia y constancia.
(pausa)
¿Qué le parece?

BLONDIN
Me parece que estás loco, hijito.

CARLO
                                      (picado)
¿Por qué? Si usted mismo me ha dicho que a veces...

BLONDIN
Son locuras, hijo, cosas que se le ocurren a uno ahí arriba. Es imposible, ¿no te das cuenta?

CARLO
Para el común de las gentes, sí. Para usted no.

BLONDIN
Para cualquiera. La ley de la naturaleza—

CARLO
¿Pero eso qué tiene que ver? ¿Acaso no vuelan los pájaros?

BLONDIN
Vuelan. No caminan sobre el aire.

CARLO
Es lo mismo. Los pájaros están hechos para volar y vuelan. Los hombres para caminar y caminan. Porque no tienen alas. No va a querer usted que le salgan alas ¿no? No, eso sería mucho pedir. Pero caminar sobre el aire usted sí puede.  Si quiere.

BLONDIN
Estás completamente loco, hijito. Lo supe en el momento que te vi. ¿Cuántos años tienes?

CARLO
Voy a cumplir veintiuno.

BLONDIN
Diecisiete.

CARLO
Dieciocho.

BLONDIN
¿Cumplidos?

CARLO
Sí.

BLONDIN
¿Quieres ser equilibrista?

CARLO
No. Yo soy científico.

BLONDIN
(sin ninguna burla)
Sí. Se nota.


CARLO
(un poquito de orgullo)
Por eso le digo que si usted no trata de cruzar el Niágara sin cable, es porque no quiere. No quiere, o no me cree lo que le digo.

BLONDIN
Perdón, pero no te creo. A la ley de la gravedad no hay vuelta que darle.

CARLO
Todas las leyes tienen excepciones que las confirman.

BLONDIN
¿Y por qué he de ser yo la excepción?

CARLO
¿Acaso no es el hombre que inventó el equilibrismo sobre el Niágara? ¿Acaso no ha cruzado catorce veces? Eso es lo más excepcional que hay.

BLONDIN
Pero soy de carne y hueso, y no tengo alas ni me van a crecer.  Peso setenta y cinco kilos y si no está el cable debajo me caigo al río sin remedio, aunque entrene mil años, con o sin tu método. De modo que...

CARLO
¿No quiere intentarlo?

BLONDIN
No.

CARLO
(picado)
Muy bien. Me parece normal. Es decir, no esperaba convencerlo. Era una idea no más, una idea factible. Pero me pareció, desde que lo vi, que más le interesaba el... pues otras cosas, y no convertirse un día en pájaro, en más que pájaro.

BLONDIN
Así es.


CARLO
(resignado)
En fin... Por lo menos... Mire, le pido una cosa. Por lo menos deje ya de hacer trucos que son pura propaganda. Deje de freírse y comerse omelets. Haga algo que verdaderamente...
(tiempo)
Usted sabe a lo que me refiero. Todo el mundo lo aplaudirá igual. Le pagarán igual, no saben nada. Pero no habrá ningún truco barato. Y usted estará más contento.

BLONDIN lo mira fijamente. CARLO habla con toda sencillez.

CARLO (cont.)
Cosas que a usted mismo lo hagan asombrarse y preguntarse después ¿cómo lo hice? ¿cómo pude? Esas son las cosas que valen la pena. Lo demás es pura farsa.

BLONDIN
Muy bien. Acepto tu consejo.

Silencio. CARLO sonríe.

CARLO
¿Se queda con el libro de todos modos?

BLONDIN
Sí. ¿Puedo?

CARLO
Claro.
(tiempo)
Muy bien. Muchas gracias por la conversación. Me alegro de que por lo menos a usted solito ya se le hubiera ocurrido mi idea.
(pausa)
Por loca que le parezca.
(tiempo)
Adiós.

CARLO da media vuelta y sale rápida y tranquilamente. Cierra la puerta suavemente detraes de sí. BLONDIN se queda sonriendo, mirando la puerta un corto momento. Luego mueve la cabeza.

OSCURO LENTO

ESCENA TRES

El mismo escenario.  BLONDIN, sentado a su mesa, está revisando un legajo, algo que parece un contrato. Hay una botella de licor fino y dos vasos preparados.  Se oye un toque seguro a la puerta. BLONDIN se pone de pie y abre.

BLONDIN
Carlo. Buenas noches. Pasa, pasa.

CARLO entra.

CARLO
¿Cómo dio conmigo?

BLONDIN
Pasa, pasa, toma asiento. Aquí, mira.

BLONDIN acerca una silla. Se sientan. Están frente a frente.

CARLO
¿Cómo me encontró?

BLONDIN
Muy fácil. Miré en los avisos del periódico. En "Científicos". Ahí estaba tu nombre: Carlo Sólo Carlo.

CARLO
Hablemos en serio...

BLONDIN
En serio: me pasé todo el día de ayer y hoy buscándote y preguntando. Al final te identificaron. El chico que está escribiendo el libro sobre Blondin, me dijeron.

CARLO
(furioso)
¿Quién le dijo eso?

BLONDIN
   ¿Por qué?

CARLO
Es una mentira.

BLONDIN
Bueno, así me dijeron...

CARLO
¡Es una burda mentira! ¡A mí usted sólo me interesa como hobby!  Es decir, me interesa pero no tanto como para escribir un libro.

BLONDIN
Algo es algo.

CARLO
Me interesa el equilibrismo, desde un punto de vista científico. Me interesa la posibilidad de que el hombre pueda volar, como le interesaría a cualquiera. Pero usted, como persona...

BLONDIN
Ni fu ni fa.  Ni chicha ni limonada. 

CARLO
Usted lo ha dicho.

BLONDIN
Mejor.

Tiempo.

CARLO
                      ¿Para qué me buscó?

BLONDIN
Quiero hacerte una propuesta.

CARLO
¿De qué tipo?

BLONDIN
Profesional.

CARLO
Hágala usted.

BLONDIN
Tienes que pensarlo muy bien.

CARLO
No se preocupe.


BLONDIN
Es muy peligroso.

CARLO
Entiendo. Usted quiere que pasemos juntos sobre el Niágara. Y yo trepado a su espalda.

BLONDIN
(tiempo)
¿Cómo lo sabías?

CARLO
Es lógico.

BLONDIN
¿Por qué?

CARLO
No sé. Se me ocurrió en este instante. Pura casualidad.

BLONDIN
Pensé que te parecería...

CARLO
¿Inaudito? De ninguna manera.

BLONDIN
Entiendo. Te parece lógico.

CARLO
Por supuesto.

BLONDIN
Entonces, ¿te animas?

CARLO
Estoy animado.


BLONDIN
¿Seguro?

CARLO
Más que usted.

BLONDIN toma el legajo que tenía preparado.


BLONDIN
Muy bien. Entonces... aquí tienes un—

CARLO
¿Dos pértigas o solamente una para usted?

BLONDIN
Una sola pértiga, por supuesto.

CARLO
¿Qué pasa si usamos dos pértigas?

BLONDIN
               (obviamente absurdo)
¿Cada uno con su propio equilibrio?

Pausa.

CARLO
¿Usted tiene familia?

BLONDIN
No.

CARLO
Yo tampoco.

BLONDIN
¿Eres huérfano?

CARLO
Casi.

Pausa.

BLONDIN
Tendrías que entrenarte mucho.

CARLO
Por supuesto.  Ocho horas al día, por lo menos. 

BLONDIN
Un plan como ese te cambia la vida.

CARLO
Mucha vida no tengo, señor  Blondin.

BLONDIN
                                      (extrañado)
                      Qué… ¿qué quieres decir con eso?

Pausa.

CARLO
¿Usted tiene mujer?

BLONDIN
Mujeres.

CARLO
¿Nada especial?

BLONDIN
No, ahora ya no.

CARLO
Yo tampoco.

Silencio.

BLONDIN
¿Sabes a qué velocidad corre el río?

CARLO
Treinta y cinco kilómetros por hora.

BLONDIN
¿Y el volumen?

CARLO
Doscientos mil pies cúbicos por segundo. En crecida.

BLONDIN
¿La altura del cable?

CARLO
Cincuenta metros sobre el río. Treinta y nueve metros, para ser exacto, a la mitad.

BLONDIN
¿Ángulo de la pendiente? 

CARLO
Treinta y dos grados de inclinación por ambos lados. Es como bajar y subir un cerro puesto de cabeza.

BLONDIN
¿De qué está hecho ese cable?  ¿Sisal?  ¿Cáñamo?

CARLO
Fibra de Manila.  Cruda.  Seis trenzas de veintidós hebras, veinticinco toneladas de resistencia a la tracción.

BLONDIN
¿Cuántos templadores?

CARLO
Doce pares de este lado, catorce del lado del Canadá. 

BLONDIN
¿Y al medio?

CARLO
Ochenta metros sin templadores.  Colgaditos ahí.  Columpiándose.  ¿Algo más?

Pausa.  BLONDIN mira a CARLO, intrigado.

BLONDIN
¿Cuántos años tienes?

CARLO
Dieciocho.

BLONDIN
Y no tienes chica.

CARLO
Tenía.

BLONDIN
¿Qué pasó?

Tiempo.

CARLO
¿Para cuándo tiene pensado el cruce?

BLONDIN
No sé. En el verano. Cuando estemos bien seguros.


CARLO
Hay que entrenarse tanto para poder funcionar como un solo hombre.

BLONDIN
Sí.

CARLO
Adivinar cada movimiento del otro, la contracción de cada músculo.
(tiempo)
Predecir el momento de la caída. 

BLONDIN
Sí, claro.

CARLO
Adivinarse los pensamientos.  Cada pausa, cada balance. Cada impulso, cada idea.
(pausa)
Tenía chica, pero se fue con otro... el otro tenía plata.

BLONDIN
Vendría a verte cruzar conmigo.

CARLO
No. Era una imbécil. Sólo le interesaban los vestidos, las joyas.

BLONDIN
Vendría igual. Todo el mundo viene. Tú lo has visto. Hasta el príncipe de Gales.

CARLO
Eso no me interesa.

BLONDIN
¿Qué te interesa?

CARLO
La ciencia.
(pausa. De hombre a hombre)
Usted se da perfecta cuenta de su responsabilidad, me imagino.

BLONDIN
Sí.

CARLO
(igual)
Pero igual se atreve a proponérmelo. Se atreve a tomar mi vida en sus manos. En sus piernas, más bien. ¿Lo ha pensado usted con seriedad?

BLONDIN
Por supuesto.

CARLO
También debe darse cuenta de que yo puedo fallarle. Un movimiento en falso mío y nos vamos al agua los dos.

BLONDIN
Sí lo había pensado.

Silencio.

CARLO
Lo tiene todo calculadísimo.

BLONDIN
Sí.

CARLO
Pero igual es una locura, ¿no?

Se miran en silencio.

BLONDIN
Sí.
(tiempo)
Por supuesto.

Silencio. Se miran sonriendo.

CARLO
¿Por qué me lo propuso? ¿Cuándo se le ocurrió?

BLONDIN
Ayer. Tú me reprochaste lo de...

No continúa. Se miran.

CARLO
Bueno. En fin.
(Tiempo. Sonriendo)
No es lo mismo que comerse una omelet de apenitas ocho huevos bastante crudos, ¿no?

BLONDIN
(sonríe)
¡Y dale!

CARLO
(bromeando suavemente)
¿Y si al medio... yo me fuera caminando por el aire?  Usted tendría que terminar el viaje solo. Muerto de envidia.

BLONDIN
Me prendería de tus piernas.

CARLO
¿Para no quedarse solo? 

BLONDIN
Sí.

CARLO
 Viene de cruzar solo toda su vida.

BLONDIN
Por eso mismo, ahora sería… distinto, quizás. 

CARLO
Claro.

Pausa.

CARLO
Dígame una cosa. ¿Cómo se le ocurrió cruzar el Niágara?

BLONDIN
Soy equilibrista, desde los cinco años. Aburre hacer lo mismo toda la vida. Y la gente quiere verte cruzar algo cada vez más alto. Cada vez más peligroso. Poco a poco, ni lo notas, te acostumbras... Llega un momento en que no te da miedo ninguna altura.

CARLO
¿Usted nunca tiene miedo?


BLONDIN
Mira: si pusieran un cable... si se pudiera colgar un cable entre la luna y el sol, lo cruzaría igual, sin pensarlo dos veces.

CARLO
Y sin mirar para abajo.

BLONDIN
Nunca.

CARLO
(sonriendo)
Un cable entre la luna y el sol. No es mala idea.
(tiempo)
Pero primero hay que llegar al sol caminando. Con un buen rollo de buen cable bajo el brazo.

BLONDIN
A Ícaro no le fue tan bien que digamos.

CARLO
¿Ícaro? Un idiota. Se vino abajo por no estudiar la teoría. ¡Alas de cera! Cualquiera se da cuenta de que el sol derrite la cera. Una estupidez. La cosa es irse caminando. Eso es lo natural y lo lógico.

BLONDIN
Que el hombre vuele es muy lógico, por supuesto.

CARLO
Claro que sí, pero eso viene después. Por lo pronto cruzar el Niágara.

BLONDIN
Carlo, eres un niño, ¿sabes?

CARLO
¿Eso cree usted?

BLONDIN
Mira Carlo, fuera de bromas, podemos morir los dos.

CARLO
Más seguro que muera yo. Un paso en falso de usted y yo salgo disparado. Usted siempre se puede prender del cable... con suerte.

BLONDIN
Por eso. No creas que—

CARLO
Hacerme adiós con la mano, volverse a trepar y seguir su camino.

BLONDIN
¿Así de fácil sería?

CARLO
Salvo que yo me prendiera de usted para caer juntos.

BLONDIN
Cierto.

CARLO
Quizás por miedo... quizás por compañerismo

BLONDIN
Muchas gracias.

Tiempo.

CARLO
No me haga   caso.  Le prometo caerme solo.

BLONDIN
¿Lo garantizas?

CARLO
No desconfíe. Se lo aseguro.

BLONDIN
Mira, ¿tú has hecho equilibrio sobre un cable alguna vez?

CARLO
No, nunca. Pero estoy convencido de que en realidad el único problema es encontrar el método para el entrenamiento. Con un buen método, y paciencia y constancia, no habrá peligro ni dificultad. Ni más ni menos que si usted cruzara solo. Será un paseo lindísimo.

BLONDIN
Eres un loco rematado.

CARLO
Usted no tiene fe en la ciencia, eso es lo que pasa.

BLONDIN
Llevo cuarenta años haciendo equilibrio y todavía no me parece un paseo. A veces sí, por momentos sí, ya te he contado. Pero casi siempre es mucho  trabajo, y sudor de manos y preguntarse si ésa no será la última vez. Por lo demás...

CARLO
Eso será para usted.

BLONDIN
...es muy saludable tener un poco de sudor de manos.

CARLO
De acuerdo.  Pero si yo logro encontrar el entrenamiento apropiado, ya no lo habrá. Ni menos  miedo. Todo es cuestión del método.

BLONDIN
¡El único método es la práctica! Hay un par de principios básicos pero lo demás es práctica. Perderle el miedo a la altura. Conocer como se deja resbalar el viento, o se apoya uno en él cuando le conviene. Lograr un buen ritmo con las piernas; aprender a no detenerse, al comienzo detenerse es fatal. Después ya es fácil. ¿Tú sabes algo de eso? Se aprende sobre el cable. Lo aprendes de mí. Yo te lo enseño.


CARLO
Por supuesto. Pero mire. Hay la Ciencia y hay la Experiencia. El método para entrenarse y la práctica sobre el cable. Yo respeto la práctica. Pero tampoco soy un empírico, ¿me entiende? Yo tengo confianza en el método que encontraremos para funcionar como un solo hombre. Y tengo confianza en usted, equilibrista desde los cinco años. ¿Qué mejor? Es un hecho, Cruzamos juntos.

CARLO se pone de pie y se acerca con la mano extendida.

BLONDIN
Cruzamos juntos y a la mitad te vas caminando por el aire, ¿no?

CARLO
No, no, por favor, ¡cómo se le ocurre! Usted podría caminar en el vacío. Yo no. Yo ni siquiera soy equilibrista.

BLONDIN
No, claro que no.  Eres es un muchachito iluso y nada más.  Eso es lo que eres.  Un muchachito fanático que quiso matarse junto con Blondin.  Nada más.     

CARLO
(pausa. Herido)
¿Eso cree usted?

BLONDIN
Sí...

CARLO
¿En serio?

BLONDIN
Sí, pues.

CARLO
Por qué me lo propuso, entonces.

BLONDIN
No sé. Porque tonto.  Porque eres liviano.

CARLO
¿Nada más?

Silencio.

BLONDIN
               (arrepentido de lo que dijo)
Carlo, mira, tú eres un niño. Yo no me puedo  responsabilizar tanto por nadie. Y tú no tienes porqué tenerme tanta confianza tampoco. Sin querer yo puedo—

CARLO
Usted es Blondin.




BLONDIN
(con urgencia)
Sí, pero ni siquiera estoy seguro de que sea factible. En un circo sí, se ha hecho. Pero sobre el Niágara hay muchísimo viento, tú lo sabes. Puede pasar cualquier cosa.

CARLO
¡Con mi método no! ¡Déjeme que le explique!

BLONDIN
¡Con ningún método!  ¡Para ti caminar por el aire es posible! ¡Cruzar con un hombre a cuestas como quien canta en el baño también! ¡Todo es posible para ti!

CARLO
Simplemente cuestión de—

BLONDIN
¡De ser suicida! No, Carlo. De ninguna manera. Yo no me puedo responsabilizar por ti, y tú no debes tenerle tanta confianza a nadie.  Nunca.
(tiempo)
Olvídate. No hablemos más del asunto. Es absurdo.  Se acabó.

Pausa.

CARLO
(Seco, mirando a BLONDIN).
De acuerdo. Yo tampoco quisiera responsabilizarme, por supuesto. Usted podría morir por mi culpa.

BLONDIN
De acuerdo. Olvídate.

CARLO
Olvídese.
(pausa)
Si puede.

Hay un silencio incomodo. BLONDIN sirve dos tragos, le pasa uno. El dialogo continua pausadamente, los dos pensando en lo que se han dicho.

BLONDIN
Cuéntame más de esa muchacha.


CARLO
Dígame. El otro día usted dijo... que le gustaría deberle la vida a alguien. A cualquiera. Dijo que sería… emocionante.

BLONDIN
Sí.

CARLO
¿Por qué?

BLONDIN
No sé. Lo dije sin pensar.

Tiempo.

CARLO
¿De verdad comenzó a ser equilibrista a los cinco años?

BLONDIN
Sí. En mi tierra. En Francia. En un circo.

CARLO
¿Sus padres eran equilibristas?

BLONDIN
Sí... es decir, mis padres adoptivos.

CARLO
¿Y sus padres verdaderos?

BLONDIN
Me abandonaron a los cuatro meses.
(como pensando más en otra cosa)
Se fueron al pueblo, una noche, y el circo siguió camino. Me encontraron los guardianes, llorando solito a moco tendido. El director del circo pensó que nos darían el alcance, que volverían por mí. Yo pasé a formar parte del carro de los equilibristas. Tuve muchos padres postizos, año tras año, ya no me acuerdo cuántos.

CARLO
¿Y sus padres verdaderos?



BLONDIN
No volvieron más. Así fue. No lo puedo entender. A los cinco años yo ya era famoso y mi retrato estaba en todos los periódicos de Francia. Podían haberme reconocido y volver corriendo a reclamar sus derechos de autor por lo menos, ¿no te parece?

CARLO
Claro.

BLONDIN
Ya deben haber muerto.
(tiempo)
Me entrenaban los equilibristas de mi carro. Era parte de su contrato. Por lo general parejas con mucha prole. Pero yo era propiedad del circo. Un matrimonio sin hijos trató de adoptarme, llevarme consigo. El director del circo, que estaba ganando millones, no quiso. Es natural. A los doce años yo ya era una mina de oro.

CARLO
Muy interesante.

Pausa. Es siempre lento el dialogo.

BLONDIN
¿Y tú?


CARLO
¿Qué quiere que le cuente?

BLONDIN
¿Tus padres?

CARLO
Mi padre murió. Mi madre se casó con otro. Yo vivo solo.

BLONDIN
Te escapaste de tu casa.

CARLO
No. Me pusieron un departamento, cuando cumplí los dieciocho. Para que me hiciera hombre, dijeron.


BLONDIN
¿Y antes?

CARLO
Interno en un colegio.

BLONDIN
¿Estás contento viviendo solo?

CARLO
Claro. Me pasan una pensión,

BLONDIN
¿Cuánto pesas?
                            (luego, reaccionando)
¡No no no, no he dicho nada, no he dicho nada!

CARLO
Mire usted, Blondin. Si quiere, cruzamos.

BLONDIN
Te dije que te olvidaras del asunto.

CARLO
¿Y me pregunta cuánto peso? Usted no se puede olvidar ni yo tampoco. ¿Cuánto le pidió el último candidato? ¿Cincuenta por ciento?

BLONDIN
No se lo he propuesto a nadie más, ¡se me ocurrió recién ayer, ya te lo dije!  ¡Pero es una locura, y por fin me di cuenta y se acabó!

CARLO
No es una locura verdadera. Es una utopía.  Eso es muy otra cosa.

BLONDIN
Sí es una locura.

CARLO
Piénselo bien.  Yo le cruzo gratis.  Gratis.

BLONDIN
Por qué.

CARLO
Porque quiero hacerlo, nada más.

BLONDIN
¡Pero para qué!  ¡Contesta! ¡Para qué!

CARLO
No lo sé todavía, la verdad. Quizás por ver si es posible una idea que tengo.

BLONDIN
Qué idea.

CARLO
El equilibrio tendríamos que hacerlo los dos. Juntos. Como una sola persona ¿no es así?

BLONDIN
No sé de qué estás hablando.

CARLO  
Escúcheme, Blondin. No se distraiga. Yo estoy dispuesto a entrenarme todo lo que haga falta, y a soltarme en caso de caída. No le queda más remedio que ir conmigo, o con alguien como yo. 0 desistir de una gran idea.

BLONDIN
(sincero)
No sigamos en el asunto. Ya he desistido.

CARLO
Lo que pasa es que en el fondo, usted cree que yo voy a—

BLONDIN
¡No creo nada! Lo he pensado y ya no me interesa, eso es todo. No vas a cruzar conmigo, convéncete.

CARLO
(con énfasis)
¡No, no!  ¡Por supuesto que no!  Yo no voy a cruzar con usted. No es así. Mire, de lo que se trata aquí es de crear entre los dos un tercer equilibrista. Ni usted ni yo cruzamos, ni los dos juntos tampoco, sino otro. Un tercer equilibrista, ese va a cruzar el Niágara.

BLONDIN
Mira, Carlo—


CARLO
(sin oírlo)
Y por eso necesitamos entrenamiento de un tipo completamente distinto al tradicional. Tiene que ser mental, además de físico y técnico, para darle forma a ese tercer imbécil que arriesgará su vida por las puras. Tendrá que resultar un tipo fuerte, ¿no ve? y bien coordinado, armónico. Sin conflictos en la personalidad, además, y sobre todo muy imbécil. Eso es fundamental. Porque si acaso él se da cuenta de lo que esta haciendo, del peligro en que nos pone a usted y a mí, a lo mejor se baja del cable a medio camino, o se tira al río de puro miedo.
(tiempo)
Podría llamarse Icarón.

BLONDIN
¿Icarón?

CARLO
En honor de ese otro imbécil de las alas de cera. ¿De acuerdo?
(tiempo)
¿Con el nombre, por lo menos?

BLONDIN
(sonriendo)
Muy bien. Icarón. Queda bautizado.

Ríen LOS DOS suavemente. Luego:

BLONDIN (cont.)
Pareces decidido.

CARLO
Solamente a entrenarnos. Después se verá. Todo depende de Icarón. Pero usted tiene que prometerme un par de cosas, antes de comenzar.


BLONDIN
Yo ya he desistido, no te olvides.

CARLO
(ironía)
Ah, sí, me olvidaba, me olvidaba...

Pausa. Se miran sonriendo.

BLONDIN
Bueno. Eres un loco. Qué quieres que te prometa.

CARLO
Usted se da cuenta de que los dos solos, aunque juntos, no podríamos. Es decir, que haría falta Icarón, sólo Icarón podría cruzar, ¿no es cierto?

BLONDIN
Si.  Cierto. Muy compenetrados, no hay otra manera.

CARLO
Muy bien, entonces. Primero, usted me promete que siempre aceptará mi entrenamiento para Icarón, por absurdo que le parezca a veces.

BLONDIN
¿Cómo va a ser ese famoso método?

CARLO
Todavía no lo sé. Tengo que pensarlo.
(tiempo)
La otra cosa.

BLONDIN
Di.

CARLO
La decisión de cruzar o no cruzar la tomo yo.

BLONDIN
Perfecto.

CARLO
Yo decido si ya somos Icarón.

BLONDIN
Muy bien. Tú decides.

CARLO
¿En serio?

BLONDIN
En serio.


CARLO
¿Las dos condiciones?

BLONDIN
Las dos.

CARLO
(estira la mano. En serio)
¿Solemnemente jurado?

BLONDIN
Solemnemente jurado.

Se dan la mano.

CARLO
(contento)
Muy bien. Comenzamos mañana.

BLONDIN
Mañana, si gustas.

Pausa.
CARLO
Gracias.
(falso mutis. Luego mira a BLONDIN fijamente. Muy seco)
Yo me alegro mucho. Desde los cuatro años mirándolo cruzar y luego por el catalejo y… y ahora... ¿usted se da cuenta?

BLONDIN
(tiempo)
Siempre habías tenido la idea.

CARLO
Desde chico. Convencido de que, si se lo rogaba, usted me llevaría a cuestas sobre el Niágara. Me moría de ganas. Mi padre nunca me dejó pedírselo. Yo pesaba poco, le decía. Qué cara hubiera puesto ahora el pobre. No me dejaba por nada.

Pausa.  Comienza a disminuir lentamente la luz.

BLONDIN
A los cuatro años, a mi me obligaron a cruzar. Llorando y pateando y arañando al que me llevaba.
(sonríe)
Y mojándole la espalda también de puro miedo.
(tiempo)
A los cuatro años.

CARLO
Pero por eso es usted Blondin.

BLONDIN
Y por eso tú eres un científico. Pero ya ves.

Pausa. La luz los circunscribe.

BLONDIN (cont.)
Quizás crucemos juntos un día. Pronto.

CARLO
Si.
(tiempo)
¿Yo decido?

BLONDIN
Tú decides.

Están mirándose fijamente, casi sonriendo.

OSCURO LENTO

ESCENA CUATRO

La escena es la misma. BLONDIN y CARLO han estado revisando afiches, grabados y recortes de la colección de BLONDIN. Los han ido sacando de una gran caja y prendiéndolos con alfileres a las paredes. Hay una buena cantidad por todas partes, ya que han estado en eso largo rato. CARLO esta sentado en la silla. BLONDIN, de pie, lee un volante para si.

BLONDIN
Esto te va a gustar.

CARLO toca la trompeta con las manos encartuchadas sobre la boca. Una fanfarria larga y bonita.

BLONDIN (cont.)
(carraspea en broma y luego lee)
"Blondin, al llegar a la mitad del trayecto, al peligrosísimo punto sin retorno..."
(mira a CARLO y sonríe)
Adivina...
(tiempo. Continúa)
"...romperá, batirá, condimentará y freirá una docena de huevos..."

CARLO
¡Ocho!

BLONDIN
(leyendo un poco mas fuerte y con énfasis)
"ni dos, ni cuatro, ni ocho, sino doce huevos..."

CARLO
¡Ocho!  ¡Tramposo!  ¡Estafador!

CARLO lo abuchea haciendo de multitud. Se ríe.

BLONDIN
(riendo)
"...proeza que le llevará treinta escalofriantes minutos detenido sobre el vacío.  Nota: En caso de lluvia no hace falta devolver las entradas ya adquiridas".

BLONDIN prende el recorte a la pared.

CARLO
¡Claro que no! ¡Se podía perder plata!

BLONDIN
Sabía que te iba a gustar.
               (otro recorte)
 Esto es de hace años.

CARLO
(acercándose)
¿A ver?

BLONDIN
(le muestra un grabado)
Simpática mirada, ¿no?

CARLO
¿Quién es ese viejo?

BLONDIN
Un holandés. Me dio la idea del Niágara. Cruzó volando.  ¡En globo, no creas! Un loco rematado.  Tenía su globo, lo inflaba con aire caliente, se iba volando. Se le ocurrió que yo cruzara sobre mi cable. Hasta me dibujó un mapa, señalando la distancia más corta. Datos muy útiles me dio. Gran tipo. Ya murió.

CARLO
¿Así que no fue idea original de Blondin?

BLONDIN
No.

BLONDIN prende el grabado del holandés en un lugar de honor mientras CARLO busca otro recorte.

CARLO
Mejor, si morimos habrá  a quién echarle la culpa. Eso siempre es agradable.

BLONDIN
(se ríe)
Pues me echas la culpa a mí.

CARLO
No. Yo soy el responsable.

BLONDIN
(le alcanza un recorte)
Ten.

CARLO
(tiempo)
¡Mire esto! ¡Pobrecito!
(lee)
"Momentos en que Blondin, con las manos destrozadas por el cable, trata de recuperar el equilibrio después de…"
                                      (a BLONDIN)
Pero no se cayó ¿verdad? Yo lo vi bajarse, con el catalejo.

BLONDIN
Claro que no me caí. Son mentiras de los periódicos. De pronto me sentí parado sobre una hamaca, sobre un columpio a cincuenta metros sobre el río. Sabotaje. No podía ser otra cosa. Menos mal que la policía ahuyentó al tipo, ese que tú viste, el patilludo, porque si me cortaba los templadores del otro lado, ahí sí... Todo por las apuestas.


CARLO
Usted también apuesta.

BLONDIN
Cómo no.  Apuesto todo lo que tengo, cada vez.

CARLO
Eso es trampa.  No tiene pierde, porque si usted se cae... 

BLONDIN
               (sonríe, luego con humor)
Pierdo la vida.  Pero no la plata.      
(tiempo)
En fin, esa vez… el cable como un fuete sobre el río, y yo hecho un mono me prendía, trenzándome con el cable a descansar, la cabeza dándome vueltas, hasta que poco a poco el cable iba meciéndose menos.

CARLO
¡Como un péndulo, usted era como el peso de un inmenso péndulo!

BLONDIN
Temblando, ojos cerrados, el cable junto a mi cara como un zumbido por el viento.
(tiempo)
Cuando el cable se quedaba quieto, volverme a sentar, empujarme poquito a poco para que el cable no me sienta, avanzar lo más posible pero el cable comenzaba a mecerse otra vez y yo me prendía de nuevo y… Ese cable quería botarme al río, ¿sabes?  Ya lo reemplacé.
(tiempo)
Dos horas y media increíbles. Aterrorizado.

CARLO
¿Aterrorizado?

BLONDIN
¡Claro! Es que yo soy equilibrista, no hombre-mono. Sobre un cable bien templado te bailo un can-can si quieres. Pero prendido de un látigo de alfeñique ya sólo dependes de tus brazos, y no tienes idea cuánto aguantarán. Ya no te sirve de nada tu experiencia de toda la vida, eres de pronto un chimpancé cualquiera, prendido y aterrorizado.

CARLO
¿Aterrorizado?

BLONDIN
(sentándose)
Como tú, ayer, en el entrenamiento.

CARLO
Con miedo.  No aterrorizado.  Pero todo es cuestión mental. Se lo dije al principio. ¿Quiere entrenar? Se me ha ocurrido una idea.

CARLO se trepa rápida y fácilmente a los hombros de BLONDIN, quien está sentado en su sillón.

CARLO (cont.)
Creo que un poco más arriba, más cerca de su vértebra axial... Así. Mi peso se transmite directamente a su espina dorsal, y es más descansado para usted, ¿no cree? A mí me parece cada vez más cómodo, Blondin.

Hace como que utiliza la cabeza de BLONDIN como almohada.

CARLO (cont.)
Hasta podría echar una siestecita. Despiérteme cuando estemos en el Canadá, ¿quiere? No me haga perderme la llegada triunfal.
(bosteza ruidosamente)

BLONDIN no puede verle la cara a CARLO.  Éste escucha atento.

BLONDIN
(se ha quedado pensando en su relato)
Pasó algo muy emocionante. ¿Sabes qué fue? La llegada. Se habían quedado esperándome las dos horas y media, alentándome con gritos, con marchas de la banda, los oía desde el cable. Me recibieron cantándome la Marsellesa. Sin la letra, no sabían la letra, tarareaban la música. Luego me enteré de algo que no podré olvidar nunca. Nadie había apostado a que me caía. Un sujeto, seguramente de los que me habían cortado los templadores, quiso en ese momento apostar miles a que no llegaba. Lo sacaron a patadas entre todos. ¿Te das cuenta? Me conmovió muchísimo eso. Todos  apostaban cuando yo era yo, el gran Blondin, caminando erguido sobre el cable, como un hombre.  Entonces sí, apostaban miles a que no cumplía la prueba anunciada en el tiempo anunciado, o a que esa vez sí me caía y por fin moría.
(tiempo)
Pero esos mismos, cuando me vieron prendido del cable como un monito enfermo, no apostaron. Y era una fija, te lo digo yo. Nueve contra uno que no llegaba. Pero no apostaron un solo centavo.
(tiempo)
Un muchacho me dijo: Cómo íbamos a apostar, señor Blondin. Usted no lo sabe, pero nosotros lo estimamos mucho. Y no queremos que usted se nos caiga nunca.
(tiempo)
Y me pidió un autógrafo además. Con la fecha.
(tiempo)     
No habrás sido tú, ¿no?

Sí ha sido CARLO, por supuesto.  Pero no contesta.

BLONDIN (cont.)
Parece que cuando ves a un tipo a punto de morir, nunca apuestas a la muerte. En todo caso apuestas a que vive, aunque estés seguro de perder. Es lógico, si lo piensas... pero esas cosas te emocionan... como tantas otras cosas lógicas que casi nunca suceden.

CARLO
¿Qué, por ejemplo?

BLONDIN
Muchas cosas. Tirarse al mar a salvar a un ahogado, por ejemplo. ¿Tú lo has visto alguna vez?

Silencio.

CARLO
Bueno.
(tiempo)
Blondin.
(tiempo)
Arrancamos, ¿ya? Sin distraerse. Y hágalo un poco más difícil, para ver cómo funciona esto. Sobre todo el balance hacia atrás, con esta nueva posición, cómo lo siente.

BLONDIN
Veremos.

BLONDIN se pone de pie, con CARLO a cuestas.  CARLO va tocando la trompeta, otra fanfarria.

CARLO
(en anunciador público)
Y hoy, como habíamos programado, se presenta ante ustedes la pareja de equilibristas más temeraria del mundo. El Gran Blondin y el Pequeño Prodigio.

BLONDIN
¡Oye! Así me llamaba yo.

Se oye una sirena a lo lejos que no se acerca, y un suave murmullo de gente en la calle.

CARLO
¿Cómo?

BLONDIN
A los cinco años me anunciaban como el Pequeño Prodigio.

CARLO
¡Mejor, mejor!
(en anunciador)
El Gran Blondin y el Pequeño Prodigio cruzarán juntos las cataratas del Niágara. Sí, señoras y señores, como lo oyen, para el asombro, el pánico, la estupefacción y la envidia de todos los presentes, cruzará Carlo sobre los hombros de Blondin. ¡Aplausos!
(aplaude)
¡Bravo!
(hace un rugido de multitud)
¡Marchas militares!

CARLO comienza a cantar. BLONDIN, sonriendo, canta también.


CARLO (cont.)
Ya estamos en equilibrio sobre el cable. El Gran Blondin tantea con los pies, verificando la tensión. Nadie se atreve a respirar. Carlo, seguro de sí mismo, mira a la multitud y agita alegremente la mano, reconociendo a sus innumerables amigos y familiares.
(va haciendo el mimo de todo lo que dice)
¡Y partieron! Blondin avanza con paso seguro.
(en su propia voz)
Sí, Blondin, con paso seguro, porque haga lo que haga ya no me sorprende usted nunca y le adivino cada pestañeo, mi gran Blondin.

BLONDIN se está moviendo a uno y otro lado, entrenándolo.

CARLO (cont.)
Esta posición es estupenda, muy superior, es la definitiva, ¿no le parece?

BLONDIN
Puede ser...

CARLO
(en anunciador)
Ya están a la mitad del cable, que tiene trescientos treinta metros de largo. Ya casi no se les ve. Pero... ¡qué es esto! ¡Qué veo!
("pausa dramática")
¡Ambos están posados en el aire!   ¡Vuelan sobre los furiosos rápidos! ¡Sí, están yendo río arriba! ¡Es increíble, señoras y señores, Blondin y Carlo se han salido del cable y van caminando por el vacío! Pero aquí regresan, sí señores, aquí regresan, retoman el cable... ¿Habremos visto mal? ¿Será cierto que se fueron de paseo por el cielo? Ya casi no se les ve, están llegando al Canadá.
(A BLONDIN)
¡Ya llegamos! ¿No oye la música?
(sigue cantando la marcha. BLONDIN canta también)
¡Los aplausos! ¡Los vítores! ¡Viva! ¡Viva Blondin, viva Carlo, el Pequeño Prodigio! ¡Las marchas militares ensordecen!
(canta y BLONDIN también)
¡Viva Blondin! ¡Viva Carlo!

Etcétera –en esta y otras partes similares los actores pueden improvisar—y siguen cantando. BLONDIN y CARLO dan vivas y cantan muy fuerte. Se ha ido oyendo cada vez más cerca una sirena, a la que inconscientemente tratan de ahogar con sus gritos y canciones.

También se han ido oyendo cada vez más los murmullos y gritos excitados de CURIOSOS y VECINOS en la calle.

De pronto se distingue claramente un grito que se ha venido escuchando entre la sirena y las canciones.

VOZ DE WILLIS
(fuera de escena)
¡Señor Blondin! ¡Señor Blondin!

Es un grito desesperado, lanzado por enésima vez. BLONDIN y CARLO se detienen, se callan, y oyen claramente por primera vez la sirena y el grito.

VOZ DE WILLIS (cont.)
(fuera de escena)
¡Señor Blondin!

Tiempo. BLONDIN se acerca rápidamente a  la  ventana con CARLO a cuestas.

BLONDIN y CARLO
(juntos)
¿Qué pasa?

VOZ DE WILLIS
(muy impaciente)
¡Señor Blondin! ¿No ve usted? ¡Señor Blondin! ¿No se da cuenta? ¿En qué está pensando?

Hay mucho ruido de gente y otras sirenas a lo lejos.

VOZ DE WILLIS (cont.)
               (a gritos)
¡Se está incendiando mi tienda! ¡Mi panadería, señor Blondin! ¡Bajen rápido! ¡Salgan! ¡Van a estallar los balones del petróleo! ¡Bajen! ¡Revientan en cualquier momento!

BLONDIN
               (a CARLO, asombro)
¡Mira tú!  ¡Qué tragedia, caray!

VOZ DE WILLIS
(a gritos, con rabia, imperiosamente)
¡Sálvese, señor Blondin! ¡No sea tan loco! ¡Esto no es el Niágara! ¡Baje usted ya!

BLONDIN y CARLO se demoran todavía un instante a la ventana, pero luego se mueven rápidamente y con muchísima coordinación por todo el dormitorio, CARLO siempre sobre los hombros de BLONDIN. Todo el siguiente diálogo sin la menor interrupción.

BLONDIN
Hay que llevarse todo.

CARLO
Esto vuela de un momento a otro.

Van recogiendo afiches y grabados de las paredes, cada uno a su nivel. 

CARLO (cont.)
Qué cretinos, distraernos así, no oír nada.

BLONDIN
Pobre Willis, caray.

CARLO
Con tremenda sirena. ¡Qué estupidez!

BLONDIN
Nos quedamos sin panadería.


CARLO
Ya falta poco.

BLONDIN
¿Para que vuele?

CARLO
Para todo.

Van a la cama de BLONDIN. ÉSTE le pasa el álbum a CARLO y va recogiendo recortes, grabados y cartas mientras CARLO los introduce en el álbum. Toma un fajo de cartas: le pasa a CARLOS las que nombra, las demás las arroja al suelo.

BLONDIN
Los cinco años. Ni sé cuántos. Nueve años. Los catorce. Toma. Cartas. Ana. Ten.  Gloria. Ten.  Cecilia.

CARLO acomoda y le pasa el álbum a BLONDIN. Recoge recortes de las paredes.

CARLO
Bruselas, Nueva York, París, Atenas. Niágara. Londres. Tenga. San Petersburgo. ¿Moscú? ¿Ha estado en Moscú?
(le pasa los recortes)
¿Cómo es Moscú?

BLONDIN
(sin pensar)
Muy lindo. Muy grande. Hablan ruso.

Van al ropero y sacan rápidamente vestidos de equilibrista que van metiendo en una maleta pequeña.

CARLO
¡No me diga!

BLONDIN
(haciendo el chiste)
¡Te lo juro, desde chiquitos!

CARLO
(pasándole los vestidos que va descolgando)
¿Cuál se puso en Moscú?


BLONDIN
Éste no, éste sí. Éste.

CARLO
Lindo, muy lindo. Ya explosiona.

BLONDIN
No tengas miedo.

CARLO
No tengo.

Nunca dejan ambos de guardar cosas con mucha urgencia, con CARLO siempre sobre los hombros de BLONDIN. Se oyen los ruidos de fuera. De pronto CARLO grita.

CARLO (cont.)
¡Blondin!

BLONDIN
¿Qué pasa?

CARLO
¡Icarón!

BLONDIN
¡No te distraigas!

CARLO
No me he bajado.

BLONDIN
Claro que no.

CARLO
¿Por qué no?

BLONDIN
¡Por loco!

CARLO
Usted no se da cuenta de nada. ¡Ya está listo el tipo!

BLONDIN
¡Qué tipo!

CARLO
Icarón. El equilibrista injerto de usted y yo.

BLONDIN
¡Después hablamos!
(tose)

CARLO
¿No se alegra usted?

BLONDIN
Sí. Sí. ¡Icarón! ¡Al fin!

De pronto se apaga la luz. Solamente los ilumina el resplandor amarillo del fuego (ojo luminotécnico, que la luz del fuego no es de ningún modo roja, sino amarilla o anaranjada).

CARLO
¿No le parece maravilloso?

BLONDIN
                                      (tose.  Sin entusiasmo)
Sí. Sí.

CARLO
(tose)
¡Ya podemos cruzar!


BLONDIN
(recogen el libro)
Si es que no volamos ahorita con todo.

CARLO
No sea pesimista. Cruzamos mañana si quiere.

VOZ DE WILLIS
(fuera de escena, a gritos)
¡La escalera está en llamas! ¡No pueden bajar por adentro! ¡Por la ventana! ¡Rápido! ¡Tírense a la lona! ¡Tírense!

BLONDIN
¡Esto ya explosiona!

CARLO
¡Cruzamos mañana!

BLONDIN se acerca a la ventana con CARLO a cuestas. Lleva un maletín y el álbum además del libro que le trajo CARLO, el libro de gimnasia.

BLONDIN
¡Carlo, eres un loco! ¡Soy un loco! ¡Me lanzo al cable con un muchacho loco!

BLONDIN se sienta sobre el alféizar de la ventana y pasa los pies a la cornisa de afuera. Se pone de pie, con CARLO siempre a cuestas.

CARLO
(a gritos)
¡Ni usted ni yo! ¡Icarón!

Con las siguientes frases LOS DOS van arrojando lo que llevan, menos el álbum de recortes y el libro.

CARLO
¡Icarón es el loco! ¡Aquí lo tienen! ¡Icarón es un loco de remate!

Y LOS DOS saltan a la lona juntos. Un instante más, y luego

OSCURO SÚBITO

ESCENA CINCO

Crece, en la oscuridad, el ruido del fuego y la sirena. Hay una explosión: son los tanques de petróleo. Crece aún más el ruido del fuego hasta hacerse casi insoportable. Un momento en ese nivel y luego este ruido comienza a ser reemplazado por el sonido sordo, profundo e invariable de la catarata.

Luz lentamente, sobre el rugido de la catarata.  Cámara negra o telón de boca cerrado. CARLO parado al filo del escenario mirando hacia abajo. Entra BLONDIN como buscándolo. Lo ubica y luego se acerca lentamente. CARLO siente su presencia pero no gira.

CARLO
Por aquí parece más profundo.

BLONDIN
Son los mismos cincuenta metros.

Pausa.

CARLO
Mañana habrá sol. Podremos cruzar.

BLONDIN
Parece que sí.

Pausa. Durante todo este diálogo AMBOS tratan de no mostrar la más mínima emoción. Hablan seca y lentamente, sin mirarse nunca.

CARLO
Blondin.
(tiempo)
Blondin... dígame una cosa, Blondin. ¿Usted por qué cruza el Niágara?

BLONDIN
Porque me gusta.


CARLO
(después de un tiempo)
Y no tiene miedo.

BLONDIN
No.

Pausa.

CARLO
Nunca.


BLONDIN
No.

Silencio.

CARLO
¿Cómo es... cuando no hay nada más que aire, por todos lados... y por abajo sólo un cable que es de...
               (hace un gesto con los dedos)
dos pulgadas de ancho...?
(tiempo)
Cómo es eso.

BLONDIN
Lindo. Es lindo.

CARLO
(después de una pausa)
Blondin. ¿Nos hemos entrenado bien?

BLONDIN
Sí.

CARLO
¿Qué se hace si quedamos colgados?

BLONDIN
Está ensayado. Te trepas otra vez sobre mis hombros.

CARLO
Y usted sigue su camino y llegamos.

BLONDIN
Por supuesto.

Silencio.

CARLO
Blondin. Cuénteme otra vez. Explíqueme de nuevo.

BLONDIN
Lo que quieras.

Pausa.



CARLO
(lentamente)
Qué hago si usted se... y si yo… me quedo... solo.

BLONDIN
Te  montas sobre el cable. Relajas las piernas, que te sirven de pértiga, y te vas empujando poco a poco. Media hora y estás en el Canadá. Lo hemos ensayado.

CARLO
Y usted, Blondin...
(tiempo) 
¿Y usted?

BLONDIN
Te olvidas de mí.

Pausa.

CARLO
Si caemos los dos. ¿Qué pasa?

BLONDIN
¿Qué pasa?

CARLO
Al caer...
(tiempo)
Cómo es al caer.

BLONDIN
No lo sé.

Tiempo.

CARLO
Dura mucho.

BLONDIN
Sí.

CARLO
Y el viento...
(hace un gesto pequeño e indefinido)

BLONDIN
Sí.

CARLO
El río corre a treinta y cinco kilómetros por hora.

BLONDIN
Así es.

Pausa.

CARLO
Usted ha cruzado el Niágara catorce veces. Mañana serán quince. Serán quince. Yo las he visto todas. Con mi catalejo. Nunca ha fallado. Un día le cortaron un templador. Todas las otras veces, sin un solo tropiezo. Cada cruce una prueba más difícil y más difícil. Usted es el mejor equilibrista del mundo. Usted nunca caerá al abismo.

BLONDIN
Nunca.

CARLO
Porque usted es el mejor equilibrista del mundo, ¿no es así? Dígalo usted si no.

BLONDIN
                      Sí.

CARLO
                      Pero dígalo usted.

BLONDIN
Soy el mejor equilibrista del mundo. Y nunca caeré al vacío.


CARLO
Eso es cierto.
(pausa)
Además, Blondin... óigame: además usted puede caminar en el aire. Usted podría. Mañana incluso, Aunque no esté muy entrenado. Un poquito por lo menos sí podría. En caso de un contratiempo, usted simplemente se sale de ese cable y me pone otra vez sobre sus hombros y nos vamos caminando por el aire, ¿no es cierto? No hay ningún problema.


BLONDIN
No, Carlo. No es así. Si nos resbalamos con mala suerte, no hay remedio. Yo no puedo caminar en el vacío. Las cosas son como son.

CARLO
Se lo dije. Le dije que debería entrenarse. Para estar más seguros. Usted no me hizo caso, y yo tenía un plan completo.

BLONDIN
No, Carlo, no...
(tiempo)
Mañana sobre el cable depende de ti y de mí, tú y yo—

CARLO
¡No, no! Icarón.

BLONDIN
¿Cómo?

CARLO
Usted y yo no. Es Icarón. Él va a cruzar.

BLONDIN
Verdad.

Pausa.

CARLO
Ese tipo es un imbécil.

BLONDIN
¿Por qué?


CARLO
¿No le parece a usted una estupidez lo que va a hacer?

BLONDIN
Sí, en cierto modo. Pero se gana plata.

CARLO
¡Plata! No diga esas cosas, Blondin. ¿Cómo le va a importar la plata?

BLONDIN
Ya se han vendido cuatro mil dólares.

CARLO
¿Y qué va a hacer Icarón con tantos billetes? ¿Engomarlos juntos y fabricarse un par de alas de papel? 
(tiempo) 
¿A ver si amortiguan la caída? No. Icarón no cruza por la plata. Es por otra cosa.

BLONDIN
¿Por qué?

CARLO
¿Por qué cruza Icarón? Pregúnteselo a él. Yo no tengo idea.

BLONDIN
¿Por qué crees tú?

CARLO
¡Yo qué sé!

BLONDIN
Adivina... cualquier cosa.


CARLO
Bueno... por decir algo... yo diría que Icarón, aparte de ser un imbécil rematado, y eso es bien importante... cruza porque quiere hacer algo que nadie ha hecho nunca. Eso es parte, supongo. Además... además cruza porque para eso nació, por supuesto. Además cruza por ver algo que sólo usted ha visto: el vacío completo, perfecto. 
(tiempo) 
Y debe ser muy bello estar ahí solo, completamente solo, miles apretujados aquí,  mirando desde lejos y el Icarón solito, porque nadie se le puede acercar. Salvo una gaviota, quizás. Solito al medio. 
(pausa) 
Por otra parte...
(tiempo) 
Icarón cruza porque...



BLONDIN
(después de una pausa)
¿Sí?

CARLO mira a BLONDIN por primera vez desde que se iniciara la escena y hay otra pausa.

CARLO
Yo cruzo con usted, Blondin, porque ya no me puedo arrepentir.

BLONDIN
Ahora mismo vamos donde el empresario.

CARLO
Ya no. Blondin, le digo... le estoy diciendo que ya no puedo retroceder. Ya es tarde. Desde el día del incendio ya no se puede.

BLONDIN
Si no te sientes bien, postergamos.

CARLO
No.

BLONDIN
La gente tiene respeto. No piensan nada malo de ti, no dicen nada. Estás en tu derecho de no sentirte bien.

CARLO
mire, le cuento una cosa. Ya me eché para atrás una vez. Me eché para atrás de la manera... de la manera más vergonzosa. Yo leía mucho. Esto era en mi colegio, hace seis años. Yo era el único de mi clase que leía, es decir, novelas y otros libros. Los muchachos me tenían un poco de cólera por eso, creo. Bueno, hay una novela... y en una parte un muchachito apuesta con sus amigos, todos más grandes que él, a que se atreve a echarse entre los rieles y esperar a que le pase por encima un tren completo. Lo tenía bien estudiado, había medido los vagones y la locomotora. No le creyeron. Se burlaban de él. Pero el muchachito se impuso y lo hizo. Sí, lo hizo. Se desmayó debajo del tren y quedó con fiebre varios días, pero lo hizo. Eso me impresionaba y lo conté en el colegio y se rieron y me dijeron: cosas de novela, mentiras, nadie lo haría. Para probar que era cierto yo me ponía a gritar, contradiciéndolos y  en una de esas juré que yo lo haría, yo mismo me pondría entre los rieles... si hubiera rieles, claro, porque no había trenes en ese pueblo, por supuesto. Se burlaron más aún. ¡Se atreve porque no hay trenes!
(tiempo) 
Pero quién le dice que después de dos meses pusieron los rieles, y un día llegaron los trenes. Y no hubo más que seguir con la bravata, ¡qué remedio!  Hubo que irse por la noche, con la cara embetunada y vestido de negro para que el maquinista no fuera a verme y frenar a tiempo. Con todos los compañeros del internado; tirarse ahí, sobre los durmientes, esperar la llegada del tren. 
(pausa) 
¿Sabe una cosa? 
(tiempo) 
Bueno, ya se imagina. Salí corriendo de la vía cuando el tren estaba recién como a tres cuadras. Salí corriendo de la vía y corrí desesperado hasta mi cuarto, corriendo sin parar y los muchachos persiguiéndome y gritando. Llegué a mi cuarto, atranqué la puerta, ellos se quedaron un largo rato en la calle y los pasillos, y se fueron uno por uno. No salí de mi cuarto varios días. Me hice el enfermo. Cuando salí, encontré mi nombre escrito en las paredes y— 
(no sigue) 
¿Qué le parece?

BLONDIN
Hiciste lo correcto. Eso era una locura. Te podía arrollar el tren.

CARLO
Todo lo había medido y calculado. Me quedaban cincuenta y cinco centímetros de margen. De sobra.

BLONDIN
Pero un movimiento tuyo, cualquier cosa, un movimiento nervioso, de repente...

CARLO
Me había estado entrenando, echándome al costado de cada tren que pasaba, dos semanas enteras, acostándome cada vez más cerca hasta que ese ruido atroz comenzó a gustarme.

BLONDIN
Pero siempre el riesgo era inmenso.

CARLO
Ni más ni menos que el riesgo de mañana. Igual que entonces, todo está calculado ahora. Las probabilidades de éxito son enormes. Y también ahora es una locura sin nombre, una inconsciencia inaudita, ¡para lograr qué! 
(tiempo) 
¡Para encontrar qué! 
(pausa) 
¿Para que no se vuelva a escribir que Carlo es un cobarde mentiroso? Buena razón, ¿no? 
(tiempo) 
Razón de orgullo, el orgullo es importante. 
(tiempo) 
Razón negativa también, claro. Para que no pase esto o aquello, por eso no se cruza el Niágara. Para que sí pase algo... eso es lo que importa. ¿Para que sí pase qué cosa se corre un riesgo tan inútil? 
(tiempo) 
¿Para qué cruza usted, Blondin?

BLONDIN
Por la fama. Por el dinero... igual que tú, Carlo.

CARLO
No, Blondin, no me interesa, se lo regalo. 
(tiempo) 
Y nadie se va a acordar de mí. Yo no me engaño. Usted es el gran equilibrista y... Blondin: las piernas son de usted.

BLONDIN
Yo cruzo porque soy equilibrista desde niño, y no sé hacer ni pensar en otra cosa. Pero tú no. Tú eres científico. Tú puedes arrepentirte cuando quieras. No estás obligado a nada. Si en este momento me dices que no vas a cruzar, no hay ningún problema, no lo hacemos y se acabó, tu vida continúa. Voy donde el empresario y se lo digo. Eso es todo. Tenemos completa libertad.

CARLO
Y su dinero...

BLONDIN
Se devuelve. No importa. Y para la próxima invento cualquier prueba. Paso en zancos, qué sé yo. Cualquier payasada.

CARLO
¿Lo nuestro es una payasada?

BLONDIN
¡No, claro que no!

CARLO
(pausa. Lo mira fijamente) 
¿Usted quiere que yo cruce sobre sus hombros?

BLONDIN
Si tú lo quieres, sí.

CARLO
¿No piensa que lo puedo hacer caer?

BLONDIN
No.

CARLO
Si lo piensa, me lo dice, y yo no cruzo.

BLONDIN
No hace falta. No lo pienso.


CARLO
¿Entonces?

BLONDIN
¿Entonces, qué?

CARLO
(casi violento) 
¡Entonces por qué duda! Por qué no me dice: olvídate, Carlo, vamos a cruzar el Niágara juntos mañana y seremos ricos y famosos. Por qué no me dice: ven para acá, muchacho, vamos a tomarnos unas cervezas, cantar unas canciones, olvídate de esas dudas, de tus remordimientos, todo está pensado, no puede pasarnos nada, es un paseo, nada más, sobre el vacío.  ¿Por qué no me dice todo eso en vez de convencerme –de intentar convencerme de que no le importa un pito si yo no cruzo con usted?

Tiempo.
BLONDIN
Quiero que lo hagas  solo.

CARLO
(rápido, suave, temeroso) 
No, solo no puedo, no.

BLONDIN
Que tome tú solo tu propia decisión, nada más.

CARLO
¿Por qué?

BLONDIN
Por qué así será mejor para los dos.  ¿Te das cuenta?

CARLO
Porque si usted me convence y yo me caigo, usted nunca se lo perdonaría.
(tiempo) 
Y si yo cruzo porque usted me convenció, eso no me sirve para nada. 
(pausa) 
¿Usted siente su responsabilidad?

BLONDIN
Sí.

CARLO
Yo también. 

BLONDIN
Pero me siento muy seguro. He cruzado muchas veces, y contigo iré acompañado. Y más contento por eso. Y más tranquilo.

CARLO
Yo también iré tranquilo. Con usted. 
(pausa) 
Cruzamos, entonces. Cruzamos mañana.

BLONDIN
Bueno.

Silencio.  Los dos se miran y se acercan un poco. 

BLONDIN
Y, ¿ya sabes por qué?

CARLO
Porque lo haremos juntos, ¿no?

BLONDIN
Creo que sí.

Mientras salen, BLONDIN le pone un brazo sobre los hombros.

OSCURO LENTO

 

ESCENA SEIS

En la oscuridad, crece el sonido de la catarata: ronco, persistente, sin variaciones. Se mantiene inalterado hasta el fin de la pieza.

Luz sobre los dos hombres sobre el cable. Grandes camisas brillantes y multicolores. De la cintura para abajo, mallas negras. CARLO sobre los hombros de BLONDIN. BLONDIN lleva una pértiga, camina en el sitio sobre el suelo: la luz, muy intensa, los ilumina solamente de la cintura de BLONDIN para arriba. Podemos ver muy bien sus caras.

Algunos parlamentos, los que están en negrita, los dicen como para hacerse oír el uno al otro por sobre el rugido de la catarata y a pesar de viento. Los parlamentos restantes son lo que BLONDIN y CARLO van pensando.

ELLOS no gesticulan nunca, ni mueven la cabeza para hablar. Vale decir, no hacen absolutamente ningún movimiento que no sea necesario para la proeza.

CARLO
Es lo mismo, es igualito...

BLONDIN
¿Cómo te sientes?

CARLO

Bien. ¿Y usted?


BLONDIN
Bien.




CARLO
(para sí) 
Hay que desear hacerlo. Para ir tranquilo. Yo lo deseo. Y se lo hago gratis.

BLONDIN
(para sí) 
Poco a poco ni lo notas. Te acostumbras... Llega un momento en que no te da miedo ninguna altura.

CARLO
Porque lo haremos juntos ¿no?

BLONDIN
Y si colgaran un cable entre la luna y el sol, lo cruzaría igual...

CARLO
(para BLONDIN)
Sin mirar para abajo ¿no Blondin? Blondin: ¿se puede mirar para arriba?

BLONDIN
(para CARLO) 
¡Claro!

CARLO
¡Mire para arriba, Blondin! ¡Una gaviota!

BLONDIN
Pienso en lo que estoy haciendo. En el paso siguiente, en el trecho que me falta. Pienso en el viento.

CARLO
A veces el cable brilla con el sol y no se ve.


BLONDIN
Me divierto, me da risa, me demoro.

CARLO
¿Por qué no puedo mirar para abajo?

BLONDIN

Porque no. ¿Cuántos años tienes ahora?



CARLO
Dieciocho, como siempre.

BLONDIN

Pero ahora, ¿no quieres ser equilibrista?


CARLO
¡Jamás! ¡Yo soy científico!

BLONDIN
Se nota. 
(para sí) 
Se nota. Pasa en un pie, un pie en el cable y el otro en el aire.

CARLO
Usted podría volar.

BLONDIN
...sobre el río en zig-zag, por donde quiera, porque el espacio está cruzado por mil cables invisibles e infinitos y yo puedo caminarlos todos...

CARLO
Un tercer equilibrista. Ni usted ni yo, sino otro. Icarón en honor de ese otro imbécil. 
(para BLONDIN) 
¡Blondin! ¡Blondin! ¿Qué le parece Icarón?

BLONDIN
¿Icarón?

CARLO
¿Qué le parece?

BLONDIN
¡Un gran tipo!

CARLO
Usted siempre aceptará mi método. ¡Blondin! ¡muchas gracias!

BLONDIN
Gracias a ti.  Será un paseo lindísimo, Blondin. 

CARLO
Nada más que aire por todos lados.

BLONDIN
Usted es el mejor equilibrista del mundo, nunca caerá al vacío.

CARLO
Me parece que puedo caminar fuera del cable.

BLONDIN
Nunca caeré.

CARLO
Para ir caminando lentamente por el cielo. ¡Blondin! ¡Usted es un poeta!

BLONDIN
¡Tú también! Yo también iré tranquilo con usted.

CARLO
(en Anunciador) 
Con ustedes, Blondin, ¡El Poeta del Cable!

BLONDIN
Vas conmigo, vas confiado.

CARLO
Mire Blondin. Esa gaviota se ha quedado parada en el aire. Como si caminara. ¿No le da vergüenza? ¿Una simple gaviota puede, y el mejor equilibrista del mundo no?

BLONDIN
Si usted me convence de cruzar, y yo me caigo, usted nunca se lo perdonaría.

CARLO
¡Usted podría volar, Blondin!
(tiempo; como “¿me escucha?”)
¿Blondin?

BLONDIN
                                      (como “¿me estás hablando?”)
¿Carlo?

CARLO
                                      (como “escúcheme”)
¡Blondin!


BLONDIN
                                      (como “te escucho”)
¡Carlo!

CARLO
(por gusto) 
¡Blondin, Blondin!

BLONDIN
                                      (sigue el juego)
¡Carlo Carlo!

CARLO
(igual) 
¡Blondin, Blondin, Blondin!

BLONDIN
                                      (igual)
¡Carlo Carlo Carlo Carlo!

CARLO
¡Blondin blondin blondin blooooodiiiiiin! 

BLONDIN
¡Carlo carlo carlo carlo carlo carlooooooo!

Y simultáneamente LOS DOS gritan sus nombres a todo pulmón, por puro gusto de hacerlo. Un tiempo.  Ambos están muy contentos.

BLONDIN (cont.)
(sonriendo) 
¿Quiere que le diga mi opinión sincera? A mí no me interesa si usted se mata.

CARLO
(sonriendo) 
Lárgate, muchacho, o te saco a patadas.


BLONDIN
Había anunciado una docena. A mí no me va a engañar.

CARLO
¿Por qué cruza usted,  Blondin?

BLONDIN

Por esto. Por estar aquí. ¿Te das cuenta ahora?


CARLO
¡Claro! ¡Claro! Desde los cuatro años. Mi padre nunca. ¡Qué cara pondría ahora el pobre!

BLONDIN
Mañana iré acompañado. Y más contento por eso.

CARLO
Caminando por un cielo cruzado de mil cables infinitos.

BLONDIN
¡Vamos a llegar a la mitad! ¿Ves la marca azul?

CARLO
Todo es cuestión de paciencia y constancia.

BLONDIN
¡Carlo!

CARLO
¿?

BLONDIN
El punto medio. Esa marca azul, ahí adelante.

CARLO
En el peligrosísimo punto sin retorno, se comerá una omelet.

BLONDIN
Tendría que prometerme un par de cosas, Blondin. Primero: la decisión de cruzar o no cruzar...

CARLO
Ocho huevos no más.


BLONDIN
...la tomo yo.

CARLO
Le sudaban las manos.

BLONDIN
Solemnemente jurado.

CARLO
Yo lo vi por el catalejo.

BLONDIN
La tomas tú.

CARLO
Tiró cuatro huevos al río.

BLONDIN
La decisión la tomas tú.

CARLO
Prendido de pies y manos, como un mono, ¿de quién son las piernas?

BLONDIN
(tiempo) 
Blondin: las piernas son de usted.

CARLO
Te montas sobre el cable. Las piernas te sirven de pértiga.

BLONDIN
¿Quién se resbala?

CARLO
Trescientos treinta metros de largo, ¿qué pasa si me quedo solo?

BLONDIN
Para que tomes tu propia decisión. Será mejor para los dos.

CARLO
¿Qué hago si me quedo solo?


BLONDIN
Mejor para los dos... ¡mejor para mí!

CARLO
(muy fuerte) 
¡Qué hago si me quedo solo! ¡Blondin! ¿Qué hago? ¡Explíqueme de nuevo!


BLONDIN
Te montas sobre el cable. Relajas las piernas. Te empujas poco a poco.

CARLO
¿Está cansándose usted?

BLONDIN
¡Bien! ¡Estoy bien! ¡Eres muy liviano! 
(tiempo) 
¡Casi no te siento!

CARLO
Funcionar como un solo hombre.

BLONDIN
Tú puedes arrepentirte cuando quieras, no cruzamos y se acabó.

CARLO
Usted se puede prender del cable.

BLONDIN
Pero ya no puedes arrepentirte, Carlo. Ya no.

CARLO
Hacerme adiós con la mano.

BLONDIN
Falta más de la mitad.

CARLO
Volverse a trepar y seguir su camino.

BLONDIN
Se puede regresar todavía.

CARLO
Salí corriendo cuando el tren estaba a tres cuadras. mi nombre escrito en las paredes.

BLONDIN
¿De quién son las piernas? ¿De quién es la culpa si mueres?

CARLO
¡Faltan diez metros!

BLONDIN
¿Cómo?

CARLO
¡Faltan diez metros para la mitad! ¡La marca azul!

BLONDIN
.

CARLO
En media hora estás en el Canadá. Te olvidas de mí. Te olvidas.

BLONDIN
No es lo mismo que comerse una... comerme una omelet, yo solo.

CARLO
¿Y me pregunta cuánto peso?

BLONDIN
No vas a cruzar conmigo. No quiero responsabilizarme.

CARLO
Le sudaban las manos.

BLONDIN
No quiero. Tú eres un niño.

CARLO
Qué pasa Blondin...

BLONDIN
Blondin: las piernas son de usted.

CARLO
¡Blondin!

BLONDIN
¿Qué haría al quedarme solo? ¿Hacerte adiós con la mano?

CARLO
¡Blondin! ¡Qué pasa!


BLONDIN
Usted es el mejor, Blondin. Yo voy tranquilo. Con usted, que nunca caerá al vacío.

CARLO
(desesperado) 
¡Blondin!

BLONDIN se está moviendo cada vez más lentamente.

BLONDIN
Nunca se lo perdonaría, Blondin. Usted nunca se lo perdonaría si yo—no quiero responsabilizarme.

CARLO
¡Qué tiene!

BLONDIN
¿Usted siente su responsabilidad? Blondin: las piernas son de usted.

CARLO
¡Blondin!

BLONDIN
¿Quién tiene la culpa si mueres? ¿Quién mata?

BLONDIN se ha detenido, se aferra desesperadamente a la pértiga.

CARLO
(muy asustado)
¡Blondin! ¿Qué pasa? ¿Por qué se detiene? ¡Blondin, por favor! ¡Blondin siga, siga no se pare, siga!
(silencio. CARLO cierra los ojos)
¿Qué pasa, Blondin? 
(pausa) 
¿Qué tiene Blondin? ¿Nos vamos a caer? ¡Dígamelo! 
(pausa)
Dígame qué le pasa, Blondin, ¿un calambre? Por favor, ¿nos vamos a caer?

BLONDIN
(tiempo) 
No sé.


CARLO
¿Qué le pasa, Blondin? 

Pausa.  Luego violento.

BLONDIN
¡Tengo miedo! 

Pausa.

CARLO
(siempre con los ojos fuertemente cerrados, entre dientes, susurra) 
¡Blondin blondin blondin blondin...! 

Silencio. BLONDIN está prendido de la pértiga. Le tiemblan visiblemente las manos y los brazos. Un largo silencio. Se oye muy claramente el rugido de la catarata.  Y de pronto:

CARLO
¡Por qué, Blondin!

BLONDIN
(tiempo. Violento) 
¡Por ti! 

Silencio. No se mueven.

CARLO
(suavemente, aterrado) 
Blondin... Blondin... usted es el mejor equilibrista del mundo. Yo lo he visto. El mejor. El único equilibrista. Las mejores piernas, los mejores brazos, la mejor cabeza, Blondin. Óigame. Usted puede seguir caminando. Blondin, usted puede. Siga adelante, Blondin.  Siga. 
(silencio. BLONDIN no se mueve) 
Blondin, siga por el cable, sí puede hacerlo.
(Silencio. BLONDIN tiene los ojos cerrados) 
Blondin, siga adelante. Usted es el hombre más valiente del mundo, Blondin, yo lo sé. Usted es el mejor equilibrista del mundo. Lo sé. Usted nunca caerá, Blondin. ¡Dígalo! 
(tiempo) 
¡Dígalo! ¡Dígalo! ¡Repítalo! ¡Soy el mejor equilibrista! ¡Suéltelo! ¡Grítelo!

BLONDIN
¡Soy el mejor equilibrista!

CARLO
Nunca caeré al vacío. 
(tiempo) 
Repítalo Blondin estúpido Blondin cobarde, no puede seguir adelante. Ya no puede ni hablar de puro miedo. Nunca caeré al vacío. ¡Grítelo!

BLONDIN
                      ¡Nunca caeré al vacío!

CARLO
¡Más fuerte, Blondin!

BLONDIN
¡Nunca!

CARLO
(confidencial) 
¡Qué estúpido es usted, Blondin, qué bruto! Si usted es el hombre más valiente del mundo. ¡Dígalo! Soy el hombre más valiente del mundo.

BLONDIN
(tiembla. Siempre con los ojos cerrados) 
Soy el hombre más valiente del mundo.

CARLO
(siempre con muchísima angustia) 
Muy bien, señor Blondin. Ahora muévase. Un paso. Ya no podemos volver. 
(fuerte) 
¡Un paso solamente, Blondin marica de porquería! 
(tiempo) 
¡Blondin marica, el más cobarde del mundo! 
(tiempo) 
Un paso nada más, Blondin, o me tiro con usted. ¡Lo hago caer, Blondin, se lo juro! 
(violento, aterrado) 
¡Blondin hijo de puta, si no camina lo mato, se lo juro! Un paso nada más, Blondin. 
(tiempo) 
Délo. Muévase. Un pasito, Blondin. 
(tiempo) 
¡Usted es valiente, Blondin, equilibrista Blondin, mi buen Blondin, el mejor!  Un paso adelante, despacito, un paso, unito nada más. 
(pausa) 
Vamos... Blondin... 
(tiempo) 
Blondin, un paso... poco a poco... 
(intenso) 
Por favor. 

BLONDIN da un paso forzado y brusco.

CARLO
Eso es, Blondin, el gran Blondin, el único Blondin... ¡Otro paso! Vamos, Blondin, no sea bruto, quedarse al medio, justo al medio, se hubiera arrepentido antes, pero al medio es una idiotez, si ya llegamos, ya llegamos casi... pise, pise la marca azul. ¡Falta un pasito nada más! ¡Pise la marca azul y estamos en el Canadá! ¡Pise, vamos písela! 

BLONDIN da un paso más 

CARLO (Cont.)
Eso es, Blondin, ahora sí estamos al otro lado, ¿no es cierto? Ahora sí, descanse un poco, viejo, descanse no más, si quiere.
(silencio. Siempre angustiado) 
¿Qué le pasó?  Blondin, es usted un loco, quererme asustar. ¡Que tiene miedo! ¡Qué va a tener miedo el gran  Blondin! Ni hablar. Y yo sudando como un tonto, creyéndole todo lo que me decía. Blondin es un humorista. ¡el más bromista equilibrista a la vista! 
(tiempo) 
¿Cómo anda...? 
(tiempo) 
¿mejor? 
(tiempo) 
Ahora sí nos vamos como unas balas sobre ese cable que usted ve ahí. ¿Lo ve? Abra los ojos, Blondin, se va a quedar dormido usted y ahí sí que estamos fritos. Abra los ojos, pues, viejo. Mire, mire ese cable templadito ahí adelante. Eso es. Mire el cielo, qué azul, que brillante. Mire ahí al frente, la turba ansiosa del Canadá.  Debe haber treinta mil, cincuenta mil personas, y la banda de música, ¿la ve? ¿Ve usted la tuba? Cómo reluce, y los uniformes blancos. Ahí sobre ese cerro, una manchita blanca, ésa es la banda de música.
(comienza a cantar muy suavemente la marcha. Ya está un poco más tranquilo)
Vamos, Blondin, anímese, viejito, alégrese.
(tiempo) 
Blondin, es usted el equilibrista más solemne del mundo. Se lo juro. 
(pausa) 
Bueno pues, ya me estoy cansando de estar aquí parado. 
(tiempo) 
Mejor una siestecita. Me avisa cuando estemos en el Canadá, ¿bueno? no quiero perderme la llegada triunfal. Hasta luego. No se olvide de despertarme.

CARLO cierra los ojos.   Los abre.  Silencio.  BLONDIN mira a todos lados. Se ha recuperado bastante, cambia de lugar sus manos, tomando aire. Flexiona un poco las piernas. Vuelve a sentir todos sus músculos.

BLONDIN
(suavemente) 
Carlo. 

CARLO ha escuchado, pero no se mueve. 

BLONDIN (cont.)
Oye, Carlo...

CARLO
(como despertándose, un bostezo) 
¿Aaaaaa... h?

BLONDIN
Ya vamos a seguir.

CARLO
¿Ya?

BLONDIN
.

CARLO
Tengo hambre. ¿No hay una omelet por ahí?

BLONDIN
No. Otra vez, si quieres, traemos cocina.

CARLO
Bueno. Vamos. Pero rapidito, ¿quiere?

BLONDIN
Muy bien.

BLONDIN comienza a caminar lentamente.

CARLO
Es usted una maravilla, señor Blondin. El mejor equilibrista del Universo, sin ninguna duda.

BLONDIN camina con más seguridad. 

CARLO (cont.)
Blondin, usted en verdad podría caminar por el aire. No. En serio. ¿No cree usted que sea posible?

BLONDIN
No sé.

CARLO
Porque fíjese. ¿No siente usted que se sustenta en el aire un poco? ¿Que a veces el aire lo impulsa, lo sostiene?

BLONDIN
.

CARLO
Es usted un pájaro, Blondin. ¡Cómo camina sobre ese cable! ¡Como en su casa!

BLONDIN
Equilibrista desde los cinco años, qué quieres.



CARLO
Desde los cinco años. ¿Cuántas veces se habrá presentado en público?

BLONDIN
No sé, no sé. Muchísimas.

CARLO
(comienza a cantar la marcha.  Luego en anunciador) 
En estos momentos, señoras y señores, Blondin está por terminar la proeza más escalofriante de toda su sensacional carrera. Ya faltan solamente cincuenta metros para que este hombre excepcional finalice una hazaña que marcará, a no dudarlo, un hito infranqueable en la historia del equilibrismo mundial. 

CARLO sigue cantando la marcha.

BLONDIN
(para sí) 
Carlo, 
(tiempo) 
Carlo, nada más. Carlo. 
(tiempo) 
Me pusieron un departamento para que me hiciera hombre. 
(tiempo; “qué absurdo”) 
¡Un departamento! 
(tiempo) 
Un paso más, o me tiro con usted. 
(tiempo) 
Carlo, sin Ese. Pequeño Carlo. Dieciocho años cumplidos. 

CARLO sigue cantando suavemente la marcha. Ya está mucho más tranquilo.

BLONDIN (cont.)
 (siempre para sí) 
¿Cómo te llamas? ¿Carlo? ¿Carlo qué? 
(pausa) 
Valiente. Valiente Carlo, pequeño Carlo.
(tiempo; siempre para sí) 
me has salvado la vida, Carlo. Me has salvado la vida.

Ahora se oye tenuemente la marcha desde el fondo de la platea.

CARLO
¡Blondin!  ¡Ya se oye la música!

BLONDIN
Blondin marica de porquería, Blondin estúpido. Blondin, usted es el mejor equilibrista que hay. 
(tiempo) 
Ahí adelante, ¿lo ve? Abra los ojos, pues, viejo. Ábralos, viejo. Vamos, anímese viejito. Viejito. 
(tiempo; muy interno) 
Carlo. Pequeño Carlo. Me has salvado la vida.

CARLO
(en anunciador) 
Y en estos momentos, señoras y señores, faltan solamente treinta metros para la llegada. ¡Vamos, Blondin, apure el paso, tranco largo, equilibrista, como quien vuela!

BLONDIN
¡Carlo! 
(tiempo) 
Te dije una vez que sería emocionante. Deberle la vida a alguien. ¿Lo recuerdas?

CARLO
¡! 
(y sigue cantando)

BLONDIN
Es emocionante, Carlo. Es muy emocionante. ¿Sabes por qué?

CARLO
No sea loco, Blondin. Yo también me defendía. ¿O pensaba caerse usted solo? ¡Egoísta! 

BLONDIN ya está yendo bastante rápido. 

CARLO (cont.)
¡Malvado! ¡Me hubiera dejado solo, prendido del cable, como un tonto! ¡Viejo canalla! ¡Viejo sinvergüenza!

BLONDIN
¡Me salvaste la vida, Carlo! ¡Te lo agradezco! ¡No lo olvidaré nunca!

Se oye mucho más cerca la música.

CARLO
Porque tiene que irse caminando, Blondin. Tiene que irse caminando hasta el sol. Yo lo entreno. Con mi sistema. ¡Y si quiere, me voy con usted!

BLONDIN
¡Eres un loco, Carlo!

Se oye muy fuerte la música de la banda y los gritos de la multitud.

CARLO
Nos vamos caminando, Blondin, por el espacio. Nos vamos caminando sin cable por todo el cielo.

CARLO comienza a saludar con los brazos.

CARLO (cont.)
¡Nos vamos juntos, Blondin, caminando en el aire! ¿Quiere? 

BLONDIN
¡!

CARLO
¡Caminando juntos hasta el sol, Blondin! ¡Hasta el sol! 

Se ha ido cerrando poco a poco el haz de luz, hasta incluir solamente las caras de BLONDIN y CARLO. CARLO saluda con los brazos. AMBOS sonríen. Se cierra totalmente el haz de luz.

Las vivas de la multitud y la música de la banda siguen sonando un momento en la oscuridad.

TELÓN

Lima, 31 de octubre de 1968
Esta versión revisada
21 de noviembre 2008

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