EDWARD ALBEE
MARINA
PRIMER ACTO
Se alza el telón. Nancy y Charlie
en una duna de arena. Sol brillante. Visten de manera informal. Hay una cobija
y una canasta de comida. Han terminado de almorzar. Nancy está terminando de
guardar las cosas. Hay una pausa y luego se escucha el sonido de un avión a
propulsión, de derecha a izquierda del escenario, creciendo, haciéndose ensordecedor,
disminuyendo.
NANCY: Son tan ruidosos.
CHARLIE: Se van a estrellar un
día contra las dunas. No sé qué bien hacen.
NANCY: (Mira hacia el océano,
suspira.) Aun así... ¡ay, Charlie, es tan bonito! ¿No podríamos quedarnos aquí
para siempre? ¡Por favor!
CHARLIE: Ah-ah.
NANCY: Eso no es una razón. Es
solamente no.
CHARLIE: Porque no.
NANCY: Tampoco eso.
CHARLIE: Porque... porque no lo dices en serio.
NANCY: ¡Claro que sí!
CHARLIE: ¿Aquí?
NANCY: (Expansiva.) ¡Sí!
CHARLIE: Aquí mismo en la playa. Levantar una... una
tienda, o una enramada.
NANCY: (Ríe jovial.) ¡No, menso, no aquí mismo!
Pero aquí, en la playa.
CHARLIE: No te gustaría.
NANCY: ¡Claro que sí! ¡Me
encantaría! Me encantaría justo aquí donde estamos, para el caso.
CHARLIE: Después de un rato ya no te encantaría.
NANCY: Sí, me encantaría. Adoro el agua y adoro el
aire y la arena y las dunas y las plantas que crecen en la arena y el
resplandor del sol sobre todo eso y las nubes blancas a lo lejos y los
atardeceres y el ruido que hacen las conchas en las olas y, ay, me encanta cada
parte de todo esto, Charlie.
CHARLIE: No te encantaría. No después de un rato.
NANCY: ¿Por qué no? Ni siquiera me molestan las
moscas y las pequeñas... pulgas de arena, supongo que eso son.
CHARLIE: Llega el frío.
NANCY: ¿Cuándo?
CHARLIE: En el invierno. Hasta en el otoño. En la
primavera.
NANCY: (Ríe.) Bueno, no me
refiero a ésta, literalmente... no todo el tiempo. Quiero decir que vayamos de
playa en playa... vivir junto al agua. Nómadas a la orilla del mar, eso es lo
que seríamos.
CHARLIE: (Extrañamente con los sentimientos heridos}
¡Por amor de Dios, Nancy!
NANCY: ¡Lo digo en serio! ¡El Señor es testigo! No
hay nada que nos ate; tú odias la ciudad.
CHARLIE: No.
NANCY: (Impávida.) Sería encantador. Piensa en
todas las playas que podríamos ver.
CHARLIE: Basta, no...
NANCY: El sur de California y el Golfo y Florida...
y arriba hasta Maine y la viña de cómo-se-llama —Martha— y todos esos lugares a
los que va la gente fina: la Riviera y esa playa en Río de Janeiro, ¿cuál es?
CHARLIE: Copacabana.
NANCY: Sí, y Pago Pago, y... ¡Hawái!
¡Figúrate, Charlie! Podríamos ir alrededor del mundo y nunca dejar la playa,
sólo nos moveríamos de una franja de arena caliente a otra: todos los pájaros y
los peces y las flores costeñas, y toda la gente fascinante que vamos a conocer.
Ay, di que te gustaría hacerlo, Charlie.
CHARLIE: No.
NANCY: Solo ¿qué te gustaría?
CHARLIE: Si lo hiciera, dirías que lo dije en serio;
me tomarías la palabra.
NANCY: (Transparente.) No lo haría. Además, hay que
sonsacarte para todo.
CHARLIE: Aja. Pero no voy a dejar que me sonsaques
para... para esto —este nuevo asunto.
NANCY: (Trance privado) Una playa grandiosa tras
otra; olas retumbando y caletas tranquilas; arena blanca y roja y negra, en
algún lado, recuerdo haber leído; palmeras y pinos, barrancas y arrecifes y
kilómetros de jungla, dunas de arena...
CHARLIE: No.
NANCY: ... ¡y toda la gente! Todos los...
idiomas... todas las... razas.
CHARLIE: Ah-ah.
NANCY: Claro que yo nunca te sonsacaría.
CHARLIE: ¿Tú? ¡Nunca!
NANCY: (Jovial) Bueno, tal vez una insinuación por
aquí, y otra por allá.
CHARLIE: Ni se te ocurra, eh.
NANCY: Eso es todo lo que hace
falta: darse cuenta de lo que realmente te gusta— lo que quieres sin saberlo,
lo que te agradaría en secreto, tenlo presente, luego haz todos los planes. Tú
lo haces, a ti te gusta.
CHARLIE: (Terminante) Nancy, no
quiero viajar de playa en playa, de un farallón a una duna de arena, ver las razas,
contar las moscas. Nada. No quiero hacer... nada.
NANCY: (Con enfado) Ya veo. Bueno.
CHARLIE: Estoy contento... haciendo... nada.
NANCY: (Comienza a reunir algunas de sus cosas.)
Bueno, entonces más vale alistarse.
¡Arriba! ¡Vamos de regreso!
CHARLIE: (Sin moverse.) Solamente... quiero... no...
hacer... nada.
NANCY: (Recogiendo.) Vaya, pues
eso no lo vas a hacer, te lo aseguro. (Le arrebata algo; la almohada, tal vez.)
Date prisa; vamos a juntar las cosas.
CHARLIE: (Alerta.) Qué... Nancy,
qué se supone que estás...
NANCY: (Ocupada.) No vamos a
vivir para siempre, Charlie, y no te permito no hacer nada. Si no quieres hacer
lo que yo quiero —lo cual no importa— entonces haremos lo que tú quieras, pero
no vamos a hacer nada solamente. Haremos algo. Así que dime qué es lo que
quieres hacer y...
CHARLIE: Lo dicho. Y ya
devuélveme mi...
NANCY: Tú dijiste:
"Solamente quiero no hacer nada; estoy contento no haciendo nada."
¿Sí? Pero ¿para eso es para lo que hemos... andado tanto camino? (Algo de
asombro y reproche.) ¿Para eso tuvimos a los niños? ¿Pasamos todo este tiempo
juntos? ¿Compartiéndolo todo? ¿Para nada? ¿Para volver a recostarse en la cuna?
¿Lo mismo al final que al principio? ¿Dormir? ¿Chupón? ¿Leche? ¿Incomprensible
otra vez? (Pausa) ¿Dormir? (Pausa) ¿Dormir, Charlie? ¿De vuelta a dormir?
CHARLIE: Nos hemos ganado un
pequeño...
NANCY: ...descanso. (Asiente, un
poco amarga.) Nos hemos ganado un pequeño descanso. Vaya, ¿por qué no hacemos
como los viejos, por qué no vendemos todo y nos llevamos una maleta cada uno y
vamos a California o al desierto donde tienen las granjas—, las granjas de
retiro, las ciudades de los viejos? ¿Por qué no esperamos cómodamente, como...
como los camellos que vimos en Egipto—, gruñir en cuatro patas, suspirar y
comer el pasto, o lo que sea? ¿Por qué no vamos a esperar el juicio con
nuestros compañeros? Sacarnos los dientes, deshacernos de nuestro corsé,
entregarnos a la parálisis, dejar que nuestras mentes se esfumen, jugar lotería
y canasta con las viudas y los viudos, comer cereal... (Charlie suspira con
fuerza, exasperado.) ¡Sí! ¡Suspira! ¡Vamos! Pero una vez que llegas a eso, una
vez que lo haces, no hay regreso, es el purgatorio antes del purgatorio. ¡No,
muchas gracias! No he llegado hasta acá para eso.
CHARLIE: (Breve risita, resignado.) ¿Qué quieres
hacer, Nancy?
NANCY: ¡Ni tú tampoco! No llegamos hasta acá para
dejarnos caer. Toda la sabiduría— por accidente, por accidente, una parte—,
toda la sabiduría y la... emancipación. Dios mío, Charlie: ¡Piensa Todo Dos
Veces!
CHARLIE: (Aclarando.) ¿Qué
quieres hacer?
NANCY: No vas a vivir para
siempre, por acuñar una frase. Ni tampoco yo, supongo, ahora que lo pienso, aunque
sería bueno. Y me imagino que no tendremos la satisfacción de hacerlo juntos—
de frente contra un autobús, o contra una montaña en un avión, o enterrados por
una avalancha de nieve, si es que llegamos a los Alpes. No. Supongo que yo
andaré el último tramo sin ti. Eres un egoísta, ¿verdad?— hasta el final.
CHARLIE: (Buscando la mano de Nancy, tomándola.) ¿Qué
quieres hacer?
NANCY: (Ansiosa.) Si te enfermas
de gravedad me voy a envenenar. (Espera una reacción; no la obtiene.) ¿Y tú?
CHARLIE: (Bostezando.) Sí; si te enfermas de
gravedad, yo también me voy a envenenar.
NANCY: Sí, pero entonces si
tomara veneno, tú te mejorarías y allí estaría yo, en lecho de muerte, todo por
una falsa alarma. Yo creo que lo único por hacer es hacer algo.
CHARLIE: (De buena manera.) ¿Qué te gustaría hacer?
NANCY: (Lejana.) ¿Jm?
CHARLIE: ¿Movernos de una franja de arena a otra?
¿Vivir junto al mar de ahora en adelante?
NANCY: (Con gran anhelo.) Bueno,
no hay nada que nos detenga, excepto el estar juntos. ¿Enseres? ¿Enseres
significa lo que yo creo? No tenemos nada que necesitemos. Podríamos hacerlo;
me gustaría tanto.
CHARLIE: (Sonríe.) Está bien.
NANCY: (Triste risita.) Ahora te
burlas de mí, aunque es algo que yo quiero. Quizá sólo por lo que representa.
(Risa más grande.) Sospecho que nuestros niños nos mandarían encerrar si les
anunciáramos este plan—vagar por la playa, chozas de palma. Aun si lo
hiciéramos en hoteles tendrían algo que decir— por nuestros juicios.
CHARLIE: Mmmmmmm.
NANCY: No, hagámoslo sólo hoy...
y mañana y... quién sabe: dale seguimiento a lo temporal y se hace para
siempre.
CHARLIE: (Relajado; satisfecho.) Está bien.
El sonido del avión a propulsión,
de derecha a izquierda del escenario, —creciendo, haciéndose ensordecedor,
disminuyendo.
NANCY: ¡Son tan ruidosos!
CHARLIE: Se van a estrellar un
día contra las dunas; no sé qué bien hacen.
NANCY: (Después de una pausa.)
Aun así... ahhh; respira el aire del mar. (Breve pausa. De pronto, recuerda.)
¿No me dijiste que cuando eras pequeño querías vivir en el mar?
CHARLIE: Debajo.
NANCY: (Con agrado.) ¡Sí! Debajo
del agua— dentro. ¿No todos tus amigos añoraban tener alas? ¿ícaros? ¿Remontar el
vuelo?
CHARLIE: Pero no demasiado cerca del sol; y tener
alas verdaderas, no pegadas.
NANCY: Sí, pero tú querías bajar.
¿Branquias también?
CHARLIE: Según recuerdo, un pez común, quiero decir, parecido
a un pez —brazos y piernas y todo— pero capaz de bajar, vivir entre el coral y
los helechos, volver a casa por el almuerzo y la cama y los cuentos pero
residir abajo en el verde, el morado, y lo bastante grande como para no ser
alimento si me quedaba cerca de la orilla. Ah sí, claro que quería eso. NANCY:
(Reflexiona al respecto, con algo de asombro.) Ser un pez. (Con ligereza.) No,
eso no se halla entre lo quejo quería—cuando yo era pequeña, no que me acuerde.
Quise ser un pony, una vez, creo, pero no por mucho tiempo. Yo quería ser una
mujer. Quería crecer para convertirme en eso y todo lo que implica. (Advierte
algo debajo de ella a la distancia, al fondo. Casual.) Hay unas personas allá
abajo; pensé que estábamos solos; en el agua; unas personas, creo. (Vuelve a lo
anterior.) Y supongo que me he convertido en una.
CHARLIE: (Sonriendo.) Sin duda.
NANCY: En todo caso, eso nos
dicen las apariencias: marido, niños— en estado precario, aquellos, por un
tiempo, pero bien asentados ahora— según las apariencias— y los nietos... los
que están y los que vienen. ¡La cúspide de la pirámide! Nosotros dos, los niños
y todos los suyos. (Levemente confundida.) ¿No es extraño que puedas construir
una pirámide de la cúspide a la base? ¿No es eso difícil? ¿La ingeniería?
CHARLIE: ¿No había nadie antes de
nosotros?
NANCY: (Ríe con ligereza.) Bueno,
sí, pero todo el mundo construye la suya propia, comienza fresco, empieza en el
aire, construye la base alrededor. ¡La levitación! Nuestros hijos han comenzado
las suyas.
CHARLIE: Es una sola.
NANCY: (Algo triste al respecto.)
Sí. (De nuevo alegre.) O tal vez es lo más... difícil, lo más... impresionante
de todo; la cosa equilibrada por completo en un punto; una pirámide al revés,
siempre en peligro de volcarse cuando la gente no se comporta.
CHARLIE: (Risita.) Está bien.
NANCY: (Sobre él.) No te interesan las imágenes.
Para nada.
CHARLIE: (Desafiante; lamento.)
Bueno, solían interesarme.
NANCY: El hombre que desposó a una mujer tonta; ¡no
tú! ¿Fue Moliere? ¿Beaumarchais?
CHARLIE: Anatole France.
NANCY: ¿Fue él?
CHARLIE: (Retomando lo anterior.)
Solía ir lejos; en nuestro lugar de veraneo; una caleta protegida. Las olas grandes
llegaban con una tormenta o un fuerte viento, pero no era usual. Solía ir bien
abajo y trataba de quedarme. Recuerdo que antes de eso, cuando era pequeñito,
me zambullía en la alberca, en la parte baja, sacaba todo el aire y me sentaba
en el fondo; cuando sacas el aire —todo— te hundes, suavemente, y te puedes
sentar en el fondo hasta que tus pulmones requieran aire. Eso es lo que hacía
—era tan jovencito—, sentarme ahí, mirar en derredor. Gran problema para mis
padres. "Santo Dios, vayan por Charlie; se ha zambullido de nuevo."
"¿Has visto a ese niño? Ponlo en el agua y se hunde como una piedra."
Podía nadar perfectamente, tan fácil como caminar, y más o menos al mismo
tiempo, pero solía encantarme hundirme. Y cuando era mayor, estábamos en el mar
—doce, sí, o trece— solía recostarme en los crestones tibios, desnudarme...
(Callada, triste diversión)...aprender sobre mi cuerpo; nadie me veía; doce o
trece. Y me zambullía en el agua, tomaba dos piedras, tan grandes como me era
posible, me adentraba nadando un poco, bogaba, echaba una última mirada al
cielo... me relajaba... y comenzaba a hundirme. Ah, seis metros, cuatro y
medio, suave aterrizar sin sonido alguno, la arena blanca arremolinándose donde
tocaban tus pies, y helechos todo alrededor tuyo... y líquenes. ¡Puedes permanecer
allá abajo tanto tiempo! Puedes irlo aumentando, y al fin... tan largo, lo
suficiente como para que la arena se asiente y los peces vuelvan. Y lo hacen— vuelven,
de todos tamaños, algunos lentamente, mirando al pasar; algunos veloces, y por
un momento parecen más grandes de lo que son, tiburones, tal vez, aunque nunca
lo son, y uno deja de ser un intruso, finalmente— tan sólo un objeto más
llegado al fondo, o ser viviente, parte de la ondulación y el silencio. Era muy
sabroso.
NANCY: ¿Te hablaban los peces? Quiero decir,
¿venían y se quedaban cerca y te miraban y quizá te mordisqueaban los dedos de
los pies?
CHARLIE: (Muy tímido.) Algunos de ellos.
NANCY: (Entusiasta.) ¡Por qué no vas y lo haces!
¡Sí!
CHARLIE: (Con edad.) Ay, no, vamos, Nancy, no podría.
NANCY: ¡Sí! ¡Sí podrías! ¡Hazlo otra vez; lo vas a
gozar!
CHARLIE: Ay, no, vamos, Nancy.
NANCY: Baja a la orilla;
¡adentro! Escoge algunas piedras...
CHARLIE: No hay caletas; es mar abierto.
NANCY: ¡Ay, encontrarás una
caleta; anda! Sé joven otra vez. ¡Dios mío, Charlie, sé joven!
CHARLIE: No, además, alguien podría verme; pensarían
que me estoy ahogando.
NANCY: ¿¡Quién va a verte!? Mira,
no hay nadie en la... no, esas... personas han salido, las que estaban en el
agua, están... bueno, están echadas en la playa, tomando el sol; están
acostadas bocabajo. Baja; yo te miro desde acá.
CHARLIE: (Firme, reponiéndose a
la vergüenza.) ¡No! ¡Dije que no!
NANCY: (Impávida,
aún alegre.) Está bien pues, yo iré contigo; me quedaré en la orilla y si
alguien se acerca y dice: "¡Miren, hay un hombre ahogándose!", yo me
reiré y diré: "¡Ja! Es mi marido, y se ha zambullido con dos piedras para
sentarse en el fondo por un rato."
CHARLIE: ¡No!
NANCY: La arena blanca que se
arremolina y los helechos y los líquenes. ¡Ay, hazlo, Charlie!
CHARLIE: Ya no me sería grato.
NANCY: (Engatusando, mofándose.)
Oooooh, ¡¿hace cuánto, tiempo que no lo haces?!
CHARLIE: (Murmura.) Demasiado.
NANCY: ¿Qué?
CHARLIE: (Avergonzado, tímido.)
No desde que tenía diecisiete.
NANCY: (Esta vez pretende no
haber escuchado.) ¿Qué?
CHARLIE: (Un tanto salvaje; flema
en la garganta.) Demasiado. (Pequeña pausa.) ¿Demasiado tiempo?
Silencio.
NANCY: (Muy gentil, ni siquiera
presionando.) ¿Sería tan difícil ahora? ¿No serías capaz de hacerlo? ¿Con
suavidad? ¿En algún lugar encerrado, no muy hondo? ¿Bajar? No por mucho rato,
sólo lo suficiente como para... reconfirmar.
CHARLIE: (Plano.) Prefiero
recordarlo.
NANCY: Si yo fuera un hombre— qué tontería.
CHARLIE: Sí, lo es.
NANCY: Aun así, si yo fuera... no creo que dejaría
pasar una oportunidad; no si la tuviera.
CHARLIE: (Callado.) Déjalo por la paz.
NANCY: No si yo la tuviera. No
hay tantas cosas. El sexo se acaba... disminuye; bueno, se convierte en una
fiesta y en algo especial, y no como comer o ir a dormir. Pero eso es bonito,
también— que se vuelve especial. (Ríe jovial.) ¿Sabes que pasé una semana pensando
en divorciarme de ti?
CHARLIE: (Muy sorprendido, vulnerable; niega con la
cabeza.) No.
NANCY: Sí. Estabas pasando por tu cosa, tu
melancolía —pobrecito— y allí estaba yo, vivaz y de treinta años, todavía
atrevida, estudiando los lunares de tu espalda en lugar del pelo en pecho.
CHARLIE: (Aliviado, aunque triste.) Ah, entonces.
NANCY: (Asiente.) Aja, entonces.
Releyendo a Proust, si mal no recuerdo. Apoyada en los cojines de la cama, toda
de rosa y listones, con buen olor, sin todas esas cremas y con diez años de
matrimonio que seguro ya se me notaban, y quién podría culparme, pero fresca y
bien atractiva, si tengo que decirlo por mí misma; apoyada en los cojines de la
cama, bien leída, de dulce aroma, familiarizándome con tu espalda. Uno, dos,
tres lunares, y luego un par de ellos, gemelos, de esos negros, planos...
CHARLIE: (Recordando.) Esa vez.
NANCY: (Asiente.)...emmmmm. Los
que dije que debían desaparecer—todavía creo que deben hacerlo—, no que
importe: no han hecho nada. Fue a la... mitad de tu cosa, tu decadencia de
siete meses; fue entonces que pensé en divorciarme de ti. Entre más bajo caía
tu inercia, más viva me sentía yo. Buena esposa, paciente, junto a él en ello,
lo que sea, preguntarse si no es algo que tú no has hecho, o sí; escribir a
casa pidiendo consejo, pero ah, tan ocupada con los niños y la casa. Estarse
tranquila; sin entrometerse; aguantar. Pero justo a la mitad, entrados los tres
meses y medio, se me ocurrió que no había nada malo, excepto tal vez otra
mujer.
CHARLIE: (Sorprendido, herido.)
Ay, Nancy.
NANCY: Bueno, uno tiene su mente
y juega con ideas. Si uno está feliz, y satisfecho, no quiere decir que los
demás lo estén; nunca asumas eso. Tal vez ha encontrado una chica sin buscarla
necesariamente, quizá una tarde dio vuelta en una esquina y había una chica, no
más linda siquiera, tal vez un poco sosa, pero sin trabas, o sola, o perdida.
Así es como empieza, casi siempre. No por una pasión repentina entre copas de
champaña en el baile de gala o por encontrar de nuevo al primer amor, nunca es
así, excepto en la ficción, sino algo... distinto, quizá hasta un poco...
menos: el alivio de eso; más simple, no tan agradable, resulta más agradable,
por un rato.
CHARLIE: Nada
de eso.
NANCY: (Ríe un poco.) Vaya, yo lo sé.
CHARLIE: Nada en lo absoluto.
NANCY: Sí, pero la mente. Y lo
que me molestaba no era lo que tú podrías estar haciendo— ay, bueno, por
supuesto; sí molestaba—, no del todo lo que tú podrías estar haciendo, sino
que, de pronto, yo no lo había hecho. Jamás. No había siquiera pensado en ello.
Una niña a los treinta, supongo. Sin esa vez habría pasado toda mi vida sin
pensar en otro hombre, otro par de brazos, mejilla áspera, nalgas macizas,
placer, nunca jamás. (Reflexiona^ Vaya, podría haberlo pensado, y tal vez esto
fue mejor. De pronto pensé: todo ha terminado entre nosotros— no la vida j
untos, ésa habría de seguir, y nosotros seríamos como un ministro y su
hermana—, la... parte activa de nuestra vida, el revolcarse en las sábanas o en
el pasto cuando salíamos de día de campo, pensé que todo eso había terminado
entre nosotros, o se haría superficial y yo no hubiera preguntado por qué, ni
tú lo hubieras dicho, o si yo lo hubiera hecho —preguntar por qué— tú habrías
dicho alguna mentira, o verdad, lo habrías hecho empeorar, y recordé el tiempo
antes de casarme contigo, y los chicos con los que lo hubiera hecho, si fuera
esa clase de mujer, los chicos de carne firme que hubiera tomado en mis brazos
si se me hubiera ocurrido. Y comencé a pensar en ellos, leyendo a Proust, de
rosa y listones, mirando tu espalda, y te volverías y serías Johnny Smythe o el
chico Devlin, o alguno de los otros, y él sonreiría, extendería una mano,
desataría mis listones, me tomaría cerca y me calmaría. Ay, qué tiempos
difíciles.
CHARLIE: (Triste recuerdo.) Tú nunca fuiste mujer de
muchos, ¿o sí?
NANCY: (ídem.) No. (Pausa.) Pero
pensé: vaya, si puede él volverme la espalda así— hermoso, no es cierto, cuando
lo real y lo figurativo convergen—, yo puedo volverme también— si no dar la
espalda, entonces... marcha atrás. Podría conseguirme el divorcio, pensé,
volver a tener dieciocho años. (Pensamiento repentino) ¿Sabes?, creo que es por
eso que nuestras mujeres casi siempre quieren divorcios— para tener dieciocho
años otra vez, sin importar qué tan viejas sean; y atreverse. Para hacerlo
distinto, y aun por primera vez. (Suspira.) Pero sólo pensé en eso por una
semana. Se me pasó. Tú volviste... al fin y al cabo.
CHARLIE: (Una afirmación que es
más bien una pregunta.) Tú nunca pensaste que me fui con otra.
NANCY: Ella me dijo —mujer
sabia—: "Hija, si acaso dura, si tú y él vuelven a unirse, tendrá su
precio o más. Si dura habrá acomodo, extravío; si él no lo hace en la carne,
pensará en ello; una noche, en la oscuridad, si escuchas con atención, oirás
como él piensa en el nombre de otra mujer, como besa sus labios, toca sus
pechos mientras pone su mano y su boca en ti. Entonces sabrás algo acerca de la
soledad, hija mía; sí, señor; estarás a mitad de camino, a mitad de camino de
la compasión."
CHARLIE: (Después de una pausa;
tímido.) ¿La otra mitad?
NANCY: ¿Jm? (Prosaica.) Sabiendo
que tan sólo está él... sustituyendo... usando a una persona, un cuerpo, y
deseando que sea alguien más— casi cualquiera. Ese vacío. ¿Le petit mort,
llaman los franceses al momento del clímax? ¿Y ese adorable escritor? ¿El que
habla sobre la tristeza después del amor? ¿Después del encuentro íntimo, me
parece que dice? ¿Pero qué tal durante? ¿Qué hay sobre la soledad y la muerte entonces?
Durante. Ellos no hablan sobre eso: las tristes fantasías; las sustituciones;
los pensamientos que tenemos. (Breve pausa.) Que uno tiene.
CHARLIE: (Suavemente, con una sonrisa.) Jamás he
estado con otra mujer.
NANCY: (Una pequeña risa.) Bueno, eso yo lo sé.
CHARLIE: (Ríe lastimero.) Me
parece que una vez, cuando tú y yo estábamos haciendo el amor— cuando estábamos
por llegar, recuerdo que pretendí que era una semana antes, más o menos, un
momento sorprendente que habíamos pasado, algo a lo que habíamos llegado por
accidente o habíamos decidido hacer finalmente; pretendí que fue la vez
anterior, y resultó muy sabroso así.
NANCY: (Un tanto perpleja.)
Pretendiste que yo era yo.
CHARLIE: (Disculpándose.)
Bueno... sí.
NANCY: (Ríe con deleite, piensa.)
Bueno, quizá lo era. (Pausa) Tantas cosas se acaban, Charlie; no deberíamos darnos
por vencidos hasta que sea necesario. (Gentil) ¿Por qué no bajas; por qué no
encuentras una caleta?
CHARLIE: (Sonríe, niega con la
cabeza.) No.
NANCY: Es algo que yo nunca he
hecho; podrías enseñarme. Podrías tomar mi mano; podríamos conseguir dos
grandes piedras, y podríamos bajar juntos.
CHARLIE: (No una queja, una
evasiva) No tengo mi traje.
NANCY: ¡Ve desnudo! Estás
bastante presentable.
CHARLIE: (Levemente sorprendido y
algo satisfecho.) ¡Nancy!
NANCY: (Casi apenada) A mí no me
importaría. Me gustaría verte, rosa contra el azul, mirar el agua sobre ti.
CHARLIE: Mañana.
NANCY: ¿Desnudo?
CHARLIE: Ya veremos.
NANCY: (Se encoge de hombros.)
Estoy acostumbrada a eso: ya veremos, y luego dejarlo pasar hasta que se
olvida. (Espía.) Me pregunto adonde se fueron.
CHARLIE: (Sin interés.) ¿Quiénes?
NANCY: Aquella gente; bueno, aquellos que estaban
allá abajo.
CHARLIE: Se regresaron.
NANCY: ¿Al agua? ¿Otra vez?
CHARLIE: No. A casa.
NANCY: Pues a mí no me parece. Yo
creí que quizá venían para acá arriba con nosotros.
CHARLIE: ¿Por qué?
NANCY: Ellos... parecía que lo
harían. Quiero decir, yo pensé... bueno, no importa.
CHARLIE: ¿Quiénes eran ellos?
NANCY: Tú conoces mis ojos. Pensé
que estaban escalando, camino arriba para vernos.
CHARLIE: Pero si no los conocemos.
NANCY: Algunas personas son
aventureras.
CHARLIE: Mmmmm.
NANCY: Me pregunto adonde se
fueron.
CHARLIE: ¡No espíes!
NANCY: (Mirando hacia abajo.) No
lo hago; sólo quiero... Dios, ¿por qué no pudieron ser mis oídos los que se
perdieran? Me parece que los veo a medio camino en la duna. Me parece que puedo
verlos, descansando, o tal vez tomando el sol, en un ángulo para el sol.
CHARLIE: Tú serías muy útil bajo
el agua.
NANCY: (Reflexiona sobre lo que
ha visto.) Qué extraño. (Lo descarta.) Vaya, es por eso que tendrás que
llevarme si es que voy a bajar; no querrías perderme entre los helechos y todo.
Un remolino, o lo que sea que hace la marea por debajo, podría arrastrarme
hasta una cueva o una gruta, y yo no sabría qué hacer. No, tendrás que
llevarme.
CHARLIE: Probablemente te
aterrarías... si bajaras conmigo. (Lo piensa.) No, no lo harías; harías algo
peor, de seguro: comenzarías a ahogarte pero no seguirías. (Ambos ríen) Eres
una buena esposa.
NANCY: (Casual) Tú has sido un buen marido... más o
menos.
CHARLIE: (Sin agresión.) Pero
claro.
NANCY: Y me cortejaste como yo
quería.
CHARLIE: Sí.
NANCY: Y me diste los niños que
quería, tantos y cuando los quería.
CHARLIE: Sí.
NANCY: Y me has ofrecido un
hombro fuerte y una vida confortable. ¿No?
CHARLIE: Si.
NANCY: Y yo no tengo una sola queja en la cabeza,
¿o sí?
CHARLIE: No.
NANCY: (Algo amarga.) Bien, te
vamos a envolver con la bandera cuando te nos vayas, y vamos a dar toque de
queda. (Un silencio adecuado.)
CHARLIE: (Suave, avergonzado.) Es
mejor que... juntemos las cosas... Deberíamos volver ya.
NANCY: (Le da un leve empujón en
el hombro.) Ohhhhhhh... (Charlie sacude la cabeza, evitando el contacto
visual.) Ohhhhh...
CHARLIE: Ya no quiero estar aquí.
¡Me heriste los sentimientos, maldita sea!
NANCY: (Disculpándose.) Aaay,
Charlie.
CHARLIE: (Tratando de entender) Tú no eres cruel por naturaleza;
no es tu forma de ser. ¿Por qué lo haces? Aun tan rara vez, ¿por qué?
NANCY: (Como si lo explicara todo) Estaba siendo
petulante.
CHARLIE: (Como para sí mismo,
pero no en voz baja) Yo he sido un buen marido para ti; si te cortejé como un caballero;
he sido un buen amante...
NANCY: (Ligera) Bueno, claro que no tengo a nadie
con quien compararte.
CHARLIE: (Preocupado, en seguida.)...has
vivido con toda comodidad, y mi hombro ha estado allí para ti.
NANCY: (Jovial) Lo sé. Lo sé.
CHARLIE: Has tenido una buena
vida.
NANCY: ¡No digas eso!
CHARLIE: Y no la vas a empacar en
un pedazo de trapo para guardarla.
NANCY: ¡No! ¡No si tú no lo haces! Además, era una
hipérbole.
CHARLIE: (Ligeramente enfadado) Lo sé. No si yo no lo
hago, ¿eh? ¿No si yo no hago qué?
NANCY: Empacarla en un pedazo de
trapo para guardarla. ¿Cuándo fue la última vez que te picó una abeja, Charlie?
¿Fue aquella vez en Maine... o Delaware? Cuando tu mejilla se hinchó y tú
decías una y otra vez: "¡Lodo! ¡Tráeme un poco de lodo!" Y no había
nada de lodo que yo pudiera ver, y tú dijiste: "Vaya, pues
fabrícalo."
CHARLIE: Delaware.
NANCY: Después de todos esos años
de hacer cosas para ti, mi mente no podía concentrarse en cómo hacer lodo.
¿Cuál es la receta para eso?, me dije a mí misma... ¿qué clase de sartén debo
usar; agua, sí, pero agua y... qué? Tierra, naturalmente, pero qué clase y...
ay, me sentí tan tonta.
CHARLIE: (Más suave.) Fue en
Delaware.
NANCY: Tan tonta.
CHARLIE: (Leve reproche.) Toda la
mejilla se hinchó; el ojo se cerró a medias.
NANCY: (Pedagógica.) Bueno, eso
es lo que provoca un piquete de abeja, Charlie. Y eso es lo que trae la petulancia—
la mía; es como un piquete de abeja, y lo recuerdo, aunque han pasado años.
CHARLIE: (Para asegurarse él
mismo) Loca como una cabra.
NANCY: No, nada de eso. Me
preguntaste sobre mi petulancia— por qué me viene, aun tan rara vez. Bueno, es
como el piquete de una abeja: algo que dices o haces; o no dices o no haces. Y
de ahí me viene la petulancia— no que me guste, pero es un signo de salud,
de-muestra que todavía estoy bien viva.
CHARLIE: (No muy amistoso.) ¿Como
cuándo? ¿Como qué?
NANCY: ¿Qué la provoca, y cuándo?
CHARLIE: (Impaciente.) ¡Sí!
NANCY: Vaya, pues tantas cosas.
CHARLIE: Dame una.
NANCY: No, te daré varias.
CHARLIE: Está bien.
NANCY: "Has tenido una buena
vida." (Pausa.)
CHARLIE: (Extrañamente enojado.)
Está bien. Sigue.
NANCY: ¿Entiendes lo que estoy
diciendo?
CHARLIE: Me lo estás echando en
cara; me estás diciendo que he tenido una...
NANCY: ¡No-no-no! Estoy
repitiendo lo que tú dijiste, lo que me dijiste. Tú me dijiste: "Has
tenido una buena vida." No estaba hablando de ti, aunque la has tenido.
Estaba repitiendo lo que tú me dijiste.
CHARLIE: (Molesto.) ¡Bueno, pues
la has tenido! ¡La has tenido!
NANCY: (ídem) ¡Sí! ¡La he tenido!
¡Qué tal eso!
CHARLIE: ¡Qué tal!
NANCY: No la estoy teniendo.
(Espera una reacción; no la obtiene.) ¿No la estoy teniendo? ¿No estoy teniendo
una buena vida?
CHARLIE: ¡Vaya, pues claro!
NANCY: ¿Entonces por qué decir tenido? ¿Por qué
ponerlo así?
CHARLIE: ¡Es una manera de hablar!
NANCY: ¡No! ¡Es una manera de pensar!
Yo conozco el lenguaje, y te conozco a ti. No eres descuidado con él, o no
solías serlo. ¿Por qué no nos vamos a esos lugares en el desierto y dejamos que
nuestras cabezas se desinflen, si todo está en el pasado? ¿Por qué no hacemos
eso y ya?
CHARLIE: Era una manera de hablar.
NANCY: Santo Dios, estamos aquí.
Hemos cumplido con lo nuestro, Charlie, y no hay nada que nos diga qué hacer, o
ninguna condición; ya no. Bueno, está la artritis en mi muñeca, claro, y los
ojos han conocido mejores tiempos, y siempre podemos pensar en el cáncer o en
un ataque cardiaco si estarnos aburridos, pero además de todas esas cosas...
¿qué más hay?
CHARLIE: (Algo triste.) Estás
dándole a lo mismo.
NANCY: ¡Lo estoy! Las palabras
son mentiras; pueden serlo, y tú las usas, pero sé lo que tienes en tus
entrañas. Te lo dije, ¿o no?
CHARLIE: (Descartándolo) Claro,
claro.
NANCY: (Imitando.) Claro, claro.
Bueno, lo son, y tú las usas. ¿Qué es lo que nos queda?
CHARLIE: ¡Qué! ¿Quieres decir
además de la casa, los hijos, sus hijos, amigos, todo eso? ¡¿Qué?!
NANCY: ¡Dos cosas!
CHARLIE: ¿Sí?
NANCY: Nosotros y un poco de
tiempo. Charlie— la pirámide se construye por sí sola. La Tierra está girando a
su antojo sin que nosotros la empujemos. Hemos hecho todo lo que debíamos— y
acaso no es espléndido que lo hayamos gozado tanto.
CHARLIE: (Leve ironía.) Somos
gente muy espléndida.
NANCY: Seguro que lo somos, y
ahora nos tenemos el uno al otro y un poco de tiempo, y todo lo que tú quieres
hacer es convertirte en vegetal.
CHARLIE: Justa, como siempre.
NANCY: (Se encoge de hombros.) Está bien: un bulto.
CHARLIE: Nos hemos ganado...
NANCY: ...un pequeño descanso.
Dios mío, dices eso dos veces al día, y a veces más. (Murmura.) Nos hemos ganado
una pequeña vida, si me preguntas a mí. (Pausa.) Pregúntame.
CHARLIE: (Un tanto lastimero.) No, dime tú.
NANCY: (Cruda y recriminando.)
¡Claro! ¡Seguro que lo haría! ¿Cuándo más vamos a tenerla?
CHARLIE: (Muy serio, bastante
confundido.) ¿Qué vamos a ganar? ¿Y qué conseguiríamos realmente? Un poco de...
ilusión, supongo; un poco de humo. Tendríamos los mismos sonidos en la
oscuridad— o similares; tendríamos que dormir y preguntarnos si despertaremos,
de cualquier manera. Es la misma gata revolcada, excepto que lo haríamos en
tierra conocida, si yo me salgo con la mía. No estoy hecho para glaciares y
riscos, y creo que tú tampoco... una vez que llegaras allá.
NANCY: (Gruñendo.) Lo acepto,
haces que suene aterrador— ir por primera vez lejos para acampar, dormir fuera,
los alaridos de los búhos y los duendes. Ay, eso da miedo. ¿Me estás diciendo
que estás metido en la cueva, Charlie?
CHARLIE: (Pausa. Reflexiona al
respecto.) Tal vez.
NANCY: (Pausa mientras ella
reflexiona.) ¿Todo encerrado? Entonces... ¿cuál es la diferencia? Lo pones
bastante feo, de cualquier forma. ¿Los glaciares y los riscos? Al menos nunca
hemos tratado eso.
CHARLIE: (Tratando de
justificarse, pero sin mucho entusiasmo.) Uno encuentra la comodidad al
asentarse.
NANCY: (Pausa.) Pequeño.
CHARLIE: (Pausa. Terminante.) Algo.
Un silencio. Aparece Leslie. La
mitad superior del tronco brinca al fondo del escenario, por detrás de la duna.
Ni Charlie ni Nancy ven a Leslie, que los mira a ambos y brinca de regreso
fuera del campo de visión.
NANCY: (Para traerlos de vuelta a
la vida.) Bueno, tengo que escribir algunas postales esta noche; contarles a
todos los conocidos que estamos aquí...
CHARLIE: ¿Sí?
NANCY: ...qué bien la estamos
pasando. Tengo una lista... en algún lado. Sería descortés si no lo hiciéramos.
Ellos lo hacen para nosotros, y es tan divertido recibirlas.
CHARLIE: Aja.
NANCY: ¿También tú escribes
algunas?
CHARLIE: Hazlo tú de parte de
ambos.
NANCY: (Levemente desilusionada.)
Ah. (Pausa.) Está bien.
CHARLIE: (Sin mucho interés.)
¿Qué quieres hacer, pues?
Mientras habla Nancy, Leslie y
Sarah se encumbran en la duna, detrás de Charlie y Nancy, pero a cierta distancia.
Se arrastran arriba; luego se plantan sobre sus colas.
NANCY: (Se estira.) Ay, no sé.
¿Quieres tomar tu siesta? Pero cúbrete la cara si lo haces; ponte algo encima.
O... podríamos volver. O... podríamos dar un paseo por la playa. Si no quieres
meterte al agua, encontraremos algunas lindas conchas... yo lo haré.
CHARLIE: (Pequeña sonrisa.) Qué
riqueza.
NANCY: (Un tanto alegre.)
Bueno... tratamos de sacar el mayor provecho.
Charlie presiente algo detrás de
él. Vuelve la cabeza y ve a Leslie y a Sarah. Queda boquiabierto; se paraliza
por un momento. Luego, lentamente, se pone en cuatro patas y comienza, con
mucha cautela, a retirarse. Nancy mira lo que hace Charlie y queda confundida
por un momento. Luego ella mira detrás. Nancy descubre a Leslie y a Sarah.
NANCY: (Enderezando la espalda
abruptamente) ¡Santo cielo!
CHARLIE: (En cuatro patas; listo
para huir.) ¡Ay, Dios mío!
NANCY: (Gran asombro.) ¡Charlie!
CHARLIE: (Los ojos fijos en
Leslie y Sarah.) Ay, Dios de mi vida.
NANCY: (Entusiasmada.) ¡Charlie!
¡¿Qué es lo que son?!
CHARLIE: ¡Nancy, ven para acá!
NANCY: Pero, Charlie...
CHARLIE: (Con la garganta,
tratando de murmurar) ¡Ven para acá! (Nancy se retira hasta quedar junto a
Charlie.)
NOTA: Charlie y Nancy están ahora
hacia la derecha del escenario; Leslie y Sarah hacia la izquierda. No escucharán
lo que la otra pareja habla hasta que se indique.
CHARLIE: (Murmurando.) ¡Trae un
palo!
NANCY: (Interés y asombro)
Charlie, ¿qué es lo que son?
CHARLIE: (Urgencia) ¡Tráeme un
palo!
NANCY: ¿Un qué?
CHARLIE: (Más alto.) ¡Un palo!
NANCY: (Mirando alrededor,
incierta.) Vaya... ¿qué clase de palo, Charlie?
CHARLIE: ¡Un palo! ¡Un palo de
madera!
NANCY: (Comienza a gatear por la
derecha del escenario) Bueno, claro que un palo de madera, Charlie. ¿Qué otra
clase de palos existen, por amor de Dios? ¿Pero qué clase de palo?
CHARLIE: (Sin quitar los ojos de
Leslie y Sarah.) ¡Uno grande! ¡Un palo grande!
NANCY: (No muy feliz al respecto.) Vaya... voy a
buscar. Algún despojo del mar, supongo...
CHARLIE: "Bueno, claro que un palo de madera,
Charlie. Qué otra clase de palos..." (Leslie se mueve un poco, quizá
levanta un brazo.) ¡¡Tráeme una pistola!!
NANCY: (Sorprendida.) ¡Una pistola, Charlie! ¿Dónde
diablos quieres que alguien encuentre una pistola aquí mismo?
CHARLIE: (Chillón.) ¡¡Tráeme un
palo!!
NANCY: (Malhumorada.) ¡Está bien!
Sarah se mueve hacia Leslie.
Charlie se paraliza; grito sofocado.
CHARLIE: ¡De prisa!
NANCY: ¡Estoy buscando!
CHARLIE: (Un hecho evidente; más
para sí mismo.) Van a venir hacia acá, Nancy... (Reflexiona)...y nosotros discutiendo.
NANCY: (Alzando una vara delgada,
chueca, de medio metro quizá) ¡Encontré uno, Charlie! ¡Charlie, encontré uno!
CHARLIE: (Sin quitar la mirada de Leslie y Sarah;
entre dientes) Pues tráelo para acá.
NANCY: (Gateando hacia Charlie con la vara entre
los dientes.) Es lo mejor que pude hacer dadas las circunstancias. Había un
tronco grande o algo...
CHARLIE: (Extiende la mano.)
¡Dámelo!
NANCY: ¡Toma! (Le entrega la vara
a Charlie, quien, sin mirarla, la levanta en alto con su mano derecha.)
¡Charlie! ¡Son magníficos!
CHARLIE: (Advierte lo que está blandiendo; mira la
vara con disgusto y perdición.) ¿Qué es esto?
NANCY: Es tu palo.
CHARLIE: (Casi llorando.) Ay,
Dios mío.
NANCY: (Los ojos puestos en
Leslie y Sarah.) Charlie, yo pienso que son absolutamente hermosos. ¿Qué es lo
que son?
CHARLIE: ¡¿Qué se supone que debo
hacer con esto?!
NANCY: Tú lo pediste, Charlie.
Dijiste que lo querías.
CHARLIE: (Gruñe; irónico,
patético.) Me arrojo a pelear, ¿eh?
Leslie se aclara la garganta; es
un sonido grande, más o menos como un aullido o un ladrido. Instintivamente
Charlie acerca a Nancy hacia él, mientras trata de blandir su vara.
NANCY: (No muy segura de sí
misma.) ¿Pelear, Charlie? ¿Pelear? ¿Nos van a lastimar?
CHARLIE: (Riendo ante el
absurdo.) ¡Ay, Dios!
NANCY: (Mas vigor) Bueno, al
menos estaremos juntos.
Leslie vuelve a aclararse la
garganta; el mismo sonido. Charlie y Nancy reaccionan un poco, tensos. Leslie
da un paso adelante, se detiene, se inclina y alza un palo grande, de poco más
de un metro, y fuerte; lo blande y vuelve a aclararse la garganta.
NANCY: Vaya, eso es un palo
impresionante.
CHARLIE: (Sacude su vara hacia
ella.) Sí, gracias.
NANCY: (Un tanto ofendida.)
Bueno, muchas gracias a ti. Si hubiera sabido que se suponía que debía ir hasta
allá y arrastrarme entre sus aletas, o paletas, o lo que tengan...
CHARLIE: (Palabras finales; algo
de prisa.) Te amo, Nancy.
NANCY: (Brevísima pausa.
Refunfuño trivial) Vaya... yo te amo a ti también.
Lentamente, muy lentamente,
Leslie levanta en alto su palo en un gesto de tal fuerza que si golpeara la
tierra temblaría. Sostiene así el palo, sin moverse.
CHARLIE: Bueno, eso espero: acá
vienen.
Leslie y Sarah comienzan a
avanzar lentamente hacia Charlie y Nancy. De pronto, irrumpe otra vez el sonido
del avión a propulsión, volando más bajo y estruendoso esta vez. Leslie y Sarah
reaccionan como lo harían los animales: se congelan por un instante, tensa
búsqueda del peligro, con aplomo, cada músculo tenso y luego ambos, en el mismo
instante y con movimientos idénticos —las garras aferradas a la arena, los
vientres abrazando la tierra—corren de regreso por la duna hacia el agua.
Charlie y Nancy quedan atontados; miran, boquiabiertos, la duna ahora vacía.
NANCY: (Al fin, con gran temor y
reverenciad) ¡Charlie! (Asombro infinito.) ¡¿Qué hemos visto?!
CHARLIE: Los glaciares y los
riscos, Nancy. Nunca estarás más cerca.
NANCY: ¡Todo a la vez! ¡Allí
estaban, Charlie!
CHARLIE: Fue el paté de hígado.
Eso lo explica todo.
NANCY: (Sonrisa tolerante.) Sí,
claro.
CHARLIE: Estoy seguro de que fue
el paté de hígado. Lo sabía. Cuando estabas empacando el almuerzo esta mañana,
dije "¿qué es eso?" Y tú dijiste que era paté de hígado, para untarle
al pan. "¿Qué te pasa, ya no te gusta el paté de hígado?" Y yo dije
"¿para qué necesitamos eso?" "Para untarle al pan",
dijiste. Y yo dije "sí, ¿pero para qué lo necesitamos?"
NANCY: Pero, Charlie...
CHARLIE: Tienes un pollo
rostizado allí, y duraznos, y un bree, y pan y vino, ¿para qué necesitamos
untar paté de hígado en el pan?
NANCY: Podrías quererlo, dije.
CHARLIE: Pero... con todo lo
demás.
NANCY: Además, te pregunté qué
pasaría si alzaras el pollo rostizado y lo dejaras caer en la arena. ¿Qué
harías— enjuagarlo con el vino? Entonces tendría que haber preparado té helado,
también. ¿Kilómetros arriba en las dunas, sin agua fresca por ningún lado?
¿Traer un termo con té helado, también, en caso de que dejaras caer el pollo en
la arena?
CHARLIE: ¿Cuándo he dejado caer
un pollo en la arena? ¿Cuándo lo he hecho?
NANCY: (Rezongando levemente.) No
estaba sugiriendo que fuera algo que hiciste; no me refería a un historial al
respecto. Dije que podrías hacerlo. Pero, Charlie... en un momento como este...
podrían volver.
CHARLIE: El paté de hígado no se
mantiene; te lo dije. Se pudre en un minuto, con el calor y todo.
NANCY: Envuelto en papel de plata...
CHARLIE: Aluminio.
NANCY: ...lo que sea; envuelto y
perfectamente seguro se mantiene.
CHARLIE: Se pudre en un minuto,
que es lo que sucedió: el paté de hígado evidentemente se pudrió. Se pudrió
bajo el sol y nos envenenó.
NANCY: (Mira a Sarah a la distancia,
o eso cree.) ¿Perdón?
CHARLIE: (Dogmático, hosco.) Se pudrió, como yo dije
que pasaría: el paté de hígado, con todo y tus envolturas, se pudrió y nos
envenenó. ¡Eso es lo que pasó!
NANCY: ¿Nos envenenó? (Incrédula
y distraída) ¿Y luego qué pasó?
CHARLIE: (La mira como si ella Juera torpe) Pues...
nos morimos, por supuesto.
NANCY: ¿Nos morimos?
CHARLIE: Nos comimos el paté de
hígado y nos morimos. Esa sensación de cansancio... el sol... y el vino... nada
de eso: todos aquellos pensamientos nocturnos acerca de cómo sería, el
repentino escaldarse en el centro del pecho, o irse desmoronando; los ojos
lechosos, voces de la otra habitación; nada de eso. Mastica tu bocadillo tibio,
trágalo, recuéstate y deja que el veneno siga su rumbo... (Leslie y Sarah
reaparecen sobre la duna, formidables, erguidos. Nancy comienza a reír)...
platica —piensa que estás platicando— y mientras tanto las células se están
enrollando, desconectándose... ¡Nancy, ya basta!... todo se hace difuso... ¡no
te rías de mí!... y en seguida estás muerto. (Entre las carcajadas de ella.)
¿Cómo puedes hacer eso? (Leslie y Sarah avanzan hacia Charlie y Nancy
cautelosamente, amenazantes. Nancy los mira, señala, y su risa cambia de
calidad.) ¿Cómo puedes reír cuando estás muerta, Nancy? ¡Vamos, no lo hagas!
NANCY: Puede que ya estemos
muertos, Charlie, pero creo que vamos a morir otra vez. ¡Aquí vienen!
CHARLIE: ¡Ay, Dios de mi vida!
Leslie y Sarah se aproximan, pero
se detienen a cierta, distancia de Charlie y Nancy; están en guardia.
NANCY: (Después de una pausa.)
Charlie, sólo hay una cosa por hacer. Mírame bien; mírame con atención.
CHARLIE: Nancy...
Nancy exhibe una amplia sonrisa;
con sus pies hacia Leslie y Sarah, lentamente rueda sobre su espalda, las
piernas hacia arriba, las manos cerca de la cara, los dedos engarfiados, como
garras. Mantiene esta posición con una amplia sonrisa.
NANCY: ¡Haz esto, Charlie! ¡Por amor de Dios,
hazlo!
CHARLIE: (Confundido.) Nancy...
NANCY: ¡Se llama
"sumisión", Charlie! Lo he visto en los libros. He leído cómo lo
hacen los animales. ¡Hazlo, Charlie! ¡Rueda! ¡Por favor! (Charlie duda por un
momento; mira a Leslie y a Sarah.) ¡Hazlo, Charlie!
Despacio, Charlie exhibe una
amplia sonrisa hacia Leslie y Sarah y asume la posición de Nancy.
CHARLIE: (Finalmente.) Ya está.
NANCY: ¡Ahora, Charlie, sonríe! ¡Y sonríe en serio!
TELÓN.
SEGUNDO ACTO
Se alza el telón. El escenario,
igual que al final del primer acto: Charlie, Nancy, Leslie y Sarah como
estaban. Todos se mantienen inmóviles por un momento.
LESLIE: (Vuelve la cabeza hacia
Sarah.) Bueno, Sarah, ¿qué piensas tú?
SARAH: (Sacude la cabeza.) No lo
sé, Leslie.
LESLIE: ¿Qué crees que están
haciendo?
SARAH: Bueno, pues parece alguna
clase de pose de sumisión, pero nunca se sabe. Puede que sea un truco.
LESLIE: Voy a echar una mirada.
SARAH: Bueno, ten mucho cuidado.
LESLIE: (Un suspiro de fastidio)
Sí, Sarah.
Leslie comienza a avanzar hasta
donde están echados Charlie y Nancy en sus posturas de sumisión.
CHARLIE: Ay, Dios mío, uno de
ellos viene.
NANCY: Estate muy quieto.
CHARLIE: ¿Qué pasa si uno de
ellos me toca?
NANCY: Sonríe.
CHARLIE: Gritaré.
NANCY: No, no hagas eso.
CHARLIE: (Murmura a través de la
comisura de los labios.) ¡Ya viene! ¡Ya viene!
NANCY: Bueno... estate quieto y sin pánico. Si
tuviéramos cola, éste sería el momento ideal para moverla.
Leslie está muy cerca.
CHARLIE: Ay, Dios.
Leslie se detiene, se inclina
hacia Charlie y lo olfatea varias veces. Luego se endereza y da un empujón a Charlie
en las costillas con una garra trasera. Charlie emite un sonido involuntario
pero mantiene su posición y sigue sonriendo. Leslie mira a Nancy, la olfatea un
poco, y también le da un empujón. Ella mantiene su posición y agita las manos
un poco. Leslie los inspecciona a ambos, luego se vuelve y deambula de regreso
con Sarah.
SARAH: ¿Y?
LESLIE: Y... no se ven muy...
formidables— es decir, impresionantes. No son jóvenes. Muestran los dientes, pero
no parece que vayan a morder. Su pellejo es chistoso— se siente suave.
SARAH: ¿Cómo huelen?
LESLIE: Raro.
SARAH: Vaya, eso suponía yo.
LESLIE: (No muy segura.) Creo que
no hay peligro.
SARAH: ¿Estás seguro?
LESLIE: (Ríe un poco.) No, claro
que no. (Se rasca la cabeza)
NANCY: (Voz baja.) ¿Qué están
haciendo?
CHARLIE: Me dio un empujón; uno
de ellos me dio un empujón; creí que todo había terminado.
NANCY: (Para no quedarse fuera.) Vaya, a mí también
me dio un empujón.
CHARLIE: Me estuvo olfateando.
NANCY: Sí. Permanece donde estás, Charlie; no te
muevas. A mí también me olfateó.
CHARLIE: ¿Lo oliste?
NANCY: Sí, como a pescado. ¡Y
hermoso!
CHARLIE: ¡Aterrador!
NANCY: (De acuerdo.) Sí, hermoso.
LESLIE: Bueno, supongo que es
mejor que me acerque y... (Se encoge de hombros, más o menos)
SARAH: (Inmediatamente.) Yo iré
contigo.
LESLIE: No, tú te quedas aquí.
SARAH: (Con determinación.) Dije
que iría contigo.
LESLIE: (Fastidiado.) Sí, Sarah.
SARAH: Si vas a tomar esa
actitud, sería mejor que nos...
LESLIE: (Un tanto abrupto.) ¡Está
bien, Sarah!
SARAH: (Femenina, sumisa.) Está
bien, Leslie.
CHARLIE: ¿Qué está pasando?
NANCY: Me parece que están
discutiendo.
LESLIE: ¿Estás lista?
SARAH: (Dulce) Sí, querido.
LESLIE: ¿Todo en orden? (Sarah
asiente.) Vamos. (Lentamente avanzan hacia Charlie y Nancy.)
CHARLIE: ¡Acá vienen!
NANCY: ¡Estamos haciendo
historia, Charlie!
CHARLIE: (Bufa; temor y temblor)
El sonido de una mano aplaudiendo, ¿eh?
Leslie y Sarah están frente a
ellos. Leslie levanta una garra para golpear a Charlie.
CHARLIE: ¡Au!
NANCY: (Increpando.) ¡Charlie!
¡Por favor!
CHARLIE: ¡Me dio un empujón!
LESLIE: (A Charlie y a Nancy; se
aclara la garganta) Discúlpenme.
CHARLIE: (A Nancy.) ¿Qué se
supone que deba hacer si me da un empujón?
LESLIE: (Más alto.) Discúlpenme.
NANCY: (Señalando a Leslie)
Háblale, Charlie; contéstale.
CHARLIE: ¿Jm?
NANCY: ¡Háblale, Charlie!
CHARLIE: "No te puedes
quedar allí echado", ¿quieres decir?
NANCY: Supongo. (Se sienta y
saluda a Sarah, tentativamente.) Hola.
SARAH: (A Nancy.) Hola. (A
Leslie.) Dijo hola. ¿Oíste?
LESLIE: (Su atención todavía en
Charlie.) Aja.
NANCY: Anda, Charlie.
SARAH: Háblale al otro.
LESLIE: Le he hablado dos veces.
Tal vez es sordo.
NANCY: Anda.
CHARLIE: No; entonces tendría que
aceptarlo.
SARAH: Tal vez es tímido— o tiene
miedo. Trata de nuevo.
LESLIE: (Suspira) Está bien.
(Pincha a Charlie; dice, un tanto estridente y preciso) ¡Discúlpeme!
NANCY: (Murmullo escénico.) Anda,
Charlie.
CHARLIE: (Pausa. Luego, muy
directo.) Hola. (Se vuelve hacia Nancy) ¿Está bien? (Otra vez a Leslie.) ¡Hola!
Silencio fugaz.
SARAH: (Sobre el siguiente
diálogo de Nancy) ¡Ahí tienes! Lo ves, Leslie, todo va a estar...
NANCY: ¡Muy bien, Charlie! ¿Verdad que no te
costó...?
Una garra levantada y un gruñido
de Leslie las calla a ambas a media oración.
LESLIE: (Avanza un paso hacia
Charlie, lo mira) ¿Eres hostil?
Sarah y Nancy miran a Charlie.
Charlie baja las piernas y se recarga en un codo.
CHARLIE: Bueno...
NANCY: ¡Dile, Charlie!
CHARLIE: (A Nancy, entre
dientes.) Estoy pensando qué decir. (A Leslie) ¿Hostil? Vaya, no, no por
naturaleza. Aunque, sin duda, estoy en guardia.
LESLIE: Sí, bueno, también
nosotros.
SARAH: ¡Seguro que lo estamos!
CHARLIE: Quiero decir, si nos van
a matar y a comer... entonces somos hostiles: nosotros vamos a... resistir.
LESLIE: (Mira a Sarah en busca de
una confirmación.) Vaya, estoy seguro de que no planeábamos hacer eso. ¿O sí?
SARAH: (No muy segura.) Bueno...
no; al menos yo creo que no.
NANCY: ¡Por supuesto que no! ¡La
idea misma! Charlie, vamos a presentarnos.
LESLIE: Después de todo, son
bastante grandes... y bastante insólitos. (Nuevo pensamiento.) ¿Ustedes
pensaban comernos a nosotros?
NANCY: (Casi ríe.) ¡Santo cielo,
no!
SARAH: Bueno, no conocemos sus
hábitos.
NANCY: Yo soy Nancy, y éste es
Charlie.
CHARLIE: Qué tal. Nosotros tampoco conocemos sus
hábitos. Sería perfectamente normal asumir que comen cualquier cosa... que se
topan... ya sabes, cualquier cosa que se topan.
LESLIE: (Tranquilo.) No, no lo
sé.
SARAH: (A Nancy.) Yo soy Sarah.
NANCY: Hola, Sarah.
CHARLIE: (Un tanto a la
defensiva.) Es perfectamente simple: nosotros no comemos... no somos caníbales.
LESLIE: ¿Qué es eso?
CHARLIE: ¿Jm? Comemos otras
carnes... ya saben, vaca y cerdos y pollos y todo...
LESLIE: (A Sarah, muy
confundido.) ¿Qué son ésos?
Sarah se encoge de hombros.
CHARLIE: Supongo que se puede tener como regla que no
comemos nada que... bueno, nada que habla; ya saben, inglés y...
NANCY: (A Charlie.) Los loros
hablan; algunas personas comen loros.
CHARLIE: Los loros no hablan; los
loros imitan. ¿Quién come loros?
NANCY: En el Amazonas; estoy
segura de que ahí la gente come loros; son muy pobres y...
LESLIE: ¡¿Qué están diciendo?!
CHARLIE: (Frustrado.) Estoy tratando de decirles...
que no comemos a nuestros semejantes.
SARAH: (Después de una breve
pausa, plana.) Ah.
LESLIE: (Muy ofendido.) Bueno,
tampoco nosotros comemos a nuestros semejantes. La mayoría de nosotros. Algunos.
NANCY: (Alegre.) Vaya. ¿Lo ven?
LESLIE: (Dudoso.) Vaya...
(Aclaración.) Verán... ustedes no son nuestros semejantes, así que pueden
entender nuestra aprensión.
NANCY: Además, lo cocinamos todo.
SARAH: ¿Perdón?
NANCY: Lo cocinamos todo. Bueno, la mayoría de las
cosas; tú sabes... no, no sabes, ¿o sí?
SARAH: Éste es Leslie.
NANCY: (Extiende una mano.) ¿Cómo
estás, Leslie?
LESLIE: (Adviene el gesto de
Nancy.) ¿Qué es eso?
NANCY: Ah, nosotros... bueno,
estrechamos las manos... aletas, eh... ¿Charlie?
CHARLIE: Cuando nos
encontramos... nos tomamos de las manos, o lo que sea, y nos... tocamos.
SARAH: (Satisfecha.) Ah, qué
bonito.
LESLIE: (Sin convencerse.) ¿Para
qué?
SARAH: (Reprochando) ¡Ay, Leslie!
LESLIE: (A Sarah, un tanto
ofendido.) Quiero saber para qué.
CHARLIE: Bueno, solía ser, ya que
la mayoría de las personas son diestras, solía ser para probar que nadie tenía
un arma, y para probar que eran amistosos.
LESLIE: (Después de una breve
pausa.) Nosotros somos ambidiestros.
CHARLIE: (Un tanto enfadado.)
Vaya, pues qué bien por ustedes. Muy bien.
NANCY: Y algunas personas solían agarrarse sus
partes sexuales, ¿no me dijiste eso, Charlie? ¿Que en tiempos antiguos la gente
solía agarrarse sus partes sexuales cuando se saludaban... las propias?
CHARLIE: No creo haberte dicho justo eso. Las de los
otros, quizá.
NANCY: Bueno, no importa. (A
Leslie.) Vamos a saludarnos con propiedad, ¿está bien? (Vuelve a extender su mano.)
Yo te doy mi mano y tú me das tu... ¿qué es eso? ¿Cómo llaman a eso?
LESLIE: ¿Qué?
NANCY: (Indicando el brazo
derecho de Leslie.) Eso de ahí.
LESLIE: Se llama pierna, por
supuesto.
NANCY: Ah. Vaya, nosotros lo
llamamos brazo.
LESLIE: Tienes cuatro brazos, ya
veo.
CHARLIE: No, ella tiene dos
brazos. (Breve pausa.) Y dos piernas.
SARAH: (Se acerca a examinar a
Nancy con Leslie.) ¿Y cuáles son las piernas?
NANCY: Éstas de acá. Y éstos son
los brazos.
LESLIE: (Un poco en guardia.)
¿Por qué los distinguen?
NANCY: ¿Por qué los distinguimos,
Charlie?
CHARLIE: (Calladamente
histérico.) Porque son los que tienen las manos en los extremos.
NANCY: (A Leslie.) Sí.
SARAH: (Mientras Leslie echa una
mirada sospechosa a Charlie) Anda, Leslie, haz lo que Nancy quiere que hagas.
(A Nancy.) ¿Cómo se llama?
NANCY: Estrechar manos.
CHARLIE: O piernas.
LESLIE: (Pone mala cara a
Charlie.) Silencio.
CHARLIE: (Rápidamente.) Sí,
señor.
LESLIE: (A Nancy) Ahora, ¿qué es
lo que quieres hacer?
NANCY: Bueno... (Una mirada a
Charlie, para asegurarse y para implorar.) ...tú dame tu... esa pierna de ahí,
ésa, y yo te voy a dar mi... pierna, o brazo, o lo que sea, y uniremos nuestras
manos por los dedos... éstos son los dedos de tu mano.
LESLIE: Pie.
NANCY: Oh, está bien, pie.
(Estrecha las manos con Leslie.) Y nos unimos así, y hacemos esto. (Prosiguen
con un lento, amplio saludo.)
LESLIE: ¿Sí?
NANCY: Y ahora nos soltamos. (Lo hacen.) ¡Así! ¿Lo
ven?
LESLIE: (Un tanto confundido al
respecto.) Vaya, sin duda es algo insólito lo que ustedes quieren hacer.
SARAH: ¡Déjame a mí! ¡Yo quiero
hacerlo! (Sarah intercambia un saludo con Nancy, parece contenta de hacerlo)
Ah, caray, eso es muy interesante. (A Leslie.) ¿Por qué nosotros nunca hemos
hecho algo así?
LESLIE: (Se encoge de hombros.) Y
yo qué voy a saber.
SARAH: (A Leslie, en referencia a
Charlie) Ahora tú hazlo con él.
Charlie sonríe tentativamente,
extiende un poco su mano; Leslie se acerca a él.
LESLIE: ¿Estás seguro de que eres
amistoso?
CHARLIE: (Nervioso, pero serio.)
Te lo dije. Nunca vas a conocer a un hombre más pacífico. Aunque claro que si pensara
que tú te vas a arrojar contra mí, o contra Nancy, probablemente me defendería
a mí mismo... quiero decir, lo haría.
LESLIE: El peligro, como yo lo
veo, es si alguno de nosotros cae presa del pánico. (Charlie suelta una risa
hueca.) Creo que me gustaría saber lo que te asusta. (Charlie ríe de nuevo.) ¿Por
favor?
NANCY: (Amable.) Dile, Charlie.
SARAH: ¿Por favor?
CHARLIE: (Una pausa mientras
piensa bien en la naturaleza de quien lo cuestiona.) ¿Qué me asusta? Eh... ¿el
espacio exterior? ¿La mortalidad? ¿Nancy... no estando conmigo? (Risa
lastimera.) Grandes... criaturas... verdes saliendo del mar.
LESLIE: Vaya, eso es, ¿lo ven?... lo que no
conocemos. ¡Grandes criaturas verdes, y todo, claro! Ustedes son bien raros
también, aunque probablemente nunca lo vieron de esa forma.
CHARLIE: Probablemente no.
LESLIE: No son la clase de cosas con la que nos
topamos todos los días.
CHARLIE: Pues no...
LESLIE: (Señala a Charlie.) ¿Qué
es todo eso?
CHARLIE: (Se mira a sí mismo.)
¿Qué?
LESLIE: (Toca la camisa de
Charlie y dice con disgusto.) Todo eso.
CHARLIE: ¿Esto? Mi camisa.
(Naturalmente implícito.)
LESLIE: ¿Qué es eso?
NANCY: Ropa; se llama ropa. Nos
la ponemos encima; nosotros... bueno, nos cubrimos la piel con ella.
LESLIE: ¿Para qué?
NANCY: Bueno... para mantenernos calientes; para
vernos bonitos; para ser decentes.
LESLIE: ¿Qué es eso?
NANCY: ¿Cuál?
LESLIE: Decente.
NANCY: Ah. Vaya... eh, no exponer
nuestras partes sexuales. Mis pechos, por ejemplo. (Se los toca.)
CHARLIE: Llámalos
"mamarias".
NANCY: ¿Qué?
SARAH: (Fascinada.) ¿Qué son?
NANCY: Bueno, son... no, no
parece que tú los tengas, ¿o sí? Son... órganos sexuales secundarios. (Se da
cuenta de lo inútil de su explicación mientras la da.) ¿No? Bueno... (Llama a
Sarah, comienza a desabotonarse la blusa.) Ven acá, Sarah.
CHARLIE: ¡Nancy!
NANCY: Está bien, Charlie. Ven a
ver, Sarah.
SARAH: (Pone una garra en la
blusa de Nancy, se asomad) ¡Caramba! ¡Leslie, ven a ver!
CHARLIE: ¡Espera un minuto!
NANCY: (Ríe.) ¡Charlie! ¡No seas
menso!
LESLIE: (A Charlie, ingenuo.)
¿Qué pasa?
CHARLIE: No quiero que tú mires
los pechos de mi esposa, eso es todo.
LESLIE: Ni siquiera sé lo que
son.
NANCY: (Animada.) ¡Claro que no!
¿Estás celoso, Charlie?
CHARLIE: ¡Claro que no! ¿Cómo
podría estar celoso de...? (Señala a Leslie con un poco de disgusto.) ¿...cómo
podría estarlo?
NANCY: (De acuerdo con él) No.
CHARLIE: (Asegurándose a sí
mismo.) No lo estoy.
SARAH: (Sin exagerar.) Yo pienso
que Leslie debería verlos.
NANCY: Sí.
LESLIE: (A Charlie; se encoge de
hombros.) Lo que tú digas; quiero decir, si es algo que ustedes esconden,
entonces quizá son vergonzosos o tristes, y no debería querer verlos y...
CHARLIE: (Más atolondrado que
enojado.) No son vergonzosos; o tristes. ¡Son adorables! Algunas mujeres...
algunas mujeres de la edad de Nancy, son... algunas mujeres... (A Nancy, casi
espontáneamente reventando en llanto.) Yo amo tus pechos.
NANCY: (Gentil.) Sí; sí. Gracias.
(Más extensiva.) No soy una exhibicionista, querido, como sabes muy bien...
CHARLIE: ...excepto aquella vez
que abriste la puerta totalmente desnuda...
NANCY: (Una vieja historia.) No
vamos a discutir eso ahora. (A Leslie y a Sarah.) No fue nada.
CHARLIE: (Automático.) Eso dice
ella.
NANCY: (A los otros.) No fue
nada. De verdad. (A Charlie) Lo que estaba tratando de decir, Charlie, era— y
lo antecedí diciendo que no soy una exhibicionista, como bien sabes— que si
alguien...
CHARLIE: (A Nancy.) Totalmente
desnuda.
NANCY: ... no ha... ha pasado por la vida y no ha
visto los pechos de una mujer... caray, es como si Sarah nunca hubiera visto...
el cielo. Piensa en lo asombroso de eso, y piensa en lo asombroso de lo otro.
CHARLIE: (Un tanto herido.) Una
de las maravillas, ¿eh?
NANCY: ¡No quise decir eso!
(Sacude la cabeza, se abotona.) Bueno... no importa.
LESLIE: (Se encoge de hombros.)
Lo que tú digas.
SARAH: Son realmente muy
interesantes, Leslie; lamento que no los hayas visto.
LESLIE: Bueno, ya será otra vez,
quizá.
SARAH: (Con gusto y excitación.)
¡De pronto recordé algo! Leslie, ¿recuerdas cuando fuimos bien al norte y hacía
mucho frío y el panorama cambió, y estábamos a la orilla de una hondonada
profunda y, de repente, escuchamos aquellos extraños y terribles sonidos...?
LESLIE: (Perturbado por el
recuerdo.) Sí, me acuerdo.
SARAH: Ay, qué colección de
sonidos aterradores, haciendo eco... todo alrededor nuestro; y luego las
vimos... pasaron nadando.
LESLIE: Enormes...
SARAH: ¡Gigantescas! Criaturas
gigantescas; diez de ellas, quizá más. Nunca había visto semejante tamaño. Eran
de gran talle.
CHARLIE: Eran ballenas; estoy
seguro de que eran ballenas.
LESLIE: ¿Eran eso?
SARAH: Las observamos, sin
embargo, y tenían pequeños con ellas; ¡pequeños! Y era muy interesante: los pequeños
se aferraban a lo que asumo era la hembra —la madre—, se aferraban a unos
dispositivos que creo se parecen mucho a los tuyos; se asemejan.
NANCY: ¡Por supuesto! ¡A las
mamarias! Ay, Sarah, ésas eran ballenas, ya que las ballenas son mamíferos y alimentan
a sus pequeños.
SARAH: ¿Lo recuerdas, Leslie?
LESLIE: (Asiente.) Sí, me parece
que sí. (A Nancy.) ¿Y tú tienes de ésos? ¿Eso es lo que tú tienes?
NANCY: Sí; bueno... muy parecidos
a ésos... en principio.
LESLIE: Caramba.
CHARLIE: (Para despejar el aire, enérgico.) ¿Ustedes,
eh... ustedes tienen hijos? ¿Algún pequeño?
SARAH: (Ríe jovial.) ¡Vaya, por supuesto que tengo
hijos! ¡Cientos!
CHARLIE: ¡Cientos!
SARAH: Claro, estoy desovando
todo el tiempo.
CHARLIE: (Una pausa.) Ustedes...
desovan.
SARAH: ¡Claro! A izquierda y
derecha. (Una pausa.)
NANCY: Vaya.
LESLIE: (Ojos pequeños.) Ustedes,
eh... ustedes no desovan, ¿eh?
CHARLIE: (Incrédulo.) No, ¡por
supuesto que no!
LESLIE: (Explotando.) ¡Ahí está!
¡¿Lo ves?! ¡¿Qué te dije?! ¡Ni siquiera desovan!
NANCY: (Tratando de salvar la
situación) ¿Cuántos... eh... huevos has tenido, Sarah?
SARAH: (Lo piensa por un
instante.) ¿Siete mil?
NANCY: (Amonestando.) ¡Ay!
¡Sarah!
SARAH: ¿No?
NANCY: ¡Bueno, digo yo! ¡Sí!
¡Pero por favor!
SARAH: ¿Perdón?
NANCY: ¡No! ¡Eso nunca!
CHARLIE: (A Leslie, un tanto pasmado.) ¡Siete mil!
¿De verdad?
LESLIE: (Hosco; el marido común.)
Bueno, yo no sé. Quiero decir...
NANCY: ¿Qué haces con ellos,
Sarah? ¿Cómo te encargas de ellos?
SARAH: Vaya... ellos sólo... se van
flotando.
NANCY: (Regaña.) ¡Ay, Sarah!
SARAH: Algunos son alimento— de tipos que pasan, lo
cual es una bendición, realmente, o estaríamos inundados—, algunos caen al
fondo, algunos se agarran a cosas en crecimiento; hay una disposición.
NANCY: ¡Aun así!
SARAH: ¿Por qué? ¿Tú qué haces
con ellos?
NANCY: (Mira fugazmente sus
propias uñas.) Es distinto entre nosotros, Sarah. La concepción, quiero decir,
no sé cómo... bueno, ¿cómo es entre ustedes?
SARAH: (Tímida) Vaya...
copulamos.
LESLIE: ¡Sssh!
NANCY: Sí, eso pensé. Y nosotros
también.
SARAH: (Con alivio.) Ah, bueno. Y
luego, en unas cuantas semanas...
NANCY: Ay, nos lleva mucho tiempo
a nosotros, Sarah: nueve meses.
SARAH: ¡Nueve meses! ¡Leslie!
LESLIE: ¡Guau!
SARAH: Nueve meses.
NANCY: Y luego nacen los
pequeños. Nace el pequeño... usualmente.
SARAH: ¿Jm?
NANCY: El. Usualmente tenemos
uno, Sarah. Uno a la vez. Ay, dos, ocasionalmente; rara vez tres o más.
SARAH: (Compadeciendo.) ¡Ay,
Nancy!
LESLIE: (A Charlie.) Si sólo
tienen uno o dos, ¿qué pasa si se van flotando o si se los comen? Quiero decir,
¿cómo se... perpetúan?
NANCY: (Risa jovial.) Eso nunca
sucede. Los mantenemos con nosotros... hasta que están bien crecidos y listos
para el mundo.
SARAH: ¿Qué tanto tiempo es eso?
CHARLIE: Dieciocho... veinte
años.
LESLIE: ¡No hablas en serio!
NANCY: ¡Ah, claro!
LESLIE: No puede ser.
CHARLIE: (A la defensiva.) ¡¿Por
qué no?!
LESLIE: Bueno... quiero decir...
piénsalo.
CHARLIE: (Lo hace.) Bueno... sí es un largo tiempo,
yo supongo, pero no hay otra forma de hacerlo.
SARAH: ¿Cuántos han procreado?
NANCY: Tres.
SARAH: (Todavía asombrada por
eso.) Sólo tres.
NANCY: Claro que hay otra razón
por la que los mantenemos con nosotros.
SARAH: Oh. ¿Cuál es esa?
NANCY: (Confundida por la
preguntad) Vaya... los amamos.
LESLIE: ¿Perdón?
CHARLIE: Los amamos.
LESLIE: Expliquen.
CHARLIE: ¿Qué?
LESLIE: Lo que dijeron.
CHARLIE: Dijimos que los amamos.
LESLIE: Sí, expliquen.
CHARLIE: (Incrédulo.) ¡¿Lo que
significa el amor?!
NANCY: (A Sarah.) ¿Amor? El amor
es una de las emociones. (La miran, esperan.) Una de las emociones, Sarah.
SARAH: (Después de una pausa
fugaz.) Pero, ¡¿qué son?!
NANCY: (Impacientándose.) Bueno,
ustedes deben tenerlas. Ustedes deben tener emociones.
LESLIE: (Muy impaciente.) Puede
que las tengamos, o que no las tengamos, pero nunca lo sabremos a menos que
definan sus términos. ¡La imprecisión, de veras! ¡Son tan descuidados!
CHARLIE: (Enfadado.) ¡Pues lo
lamentamos!
LESLIE: ¡Tienen que hacer
concesiones!
CHARLIE: ¡¡Ya está!!
LESLIE: Tan... descuidados.
CHARLIE: ¡Ya está!
SARAH: Ayúdanos, Nancy.
NANCY: (A Sarah y a Leslie.)
Miedo. Odio. Aprensión. Pérdida. Amor. (Pausa.) ¿Nada? (Como un cuento) Los
mantenemos con nosotros porque nos necesitan; nos sentimos posesivos hacia
ellos, y agradecidos, orgullosos...
CHARLIE: (Irónico.) Y muchas
otras palabras que describen las emociones. No puedes hacer eso, Nancy; no
sirve.
NANCY: (Molesta) ¡Entonces hazlo
tú! Y cuando volvamos a casa, voy a empacar y a hacer un largo viaje. Sola. He
estado casada contigo con mucha suavidad por mucho tiempo.
CHARLIE: (A Leslie.) Ése es un
ejemplo de emoción: frustración, enojo...
NANCY: (A sí misma.) Estoy muy
vieja para tener una aventura. (Pausa.) No, no lo estoy. (Pausa.) Sí, lo estoy.
CHARLIE: (Riendo.) Oh, vamos,
Nancy. (A Leslie y a Sarah.) Quizá yo pueda hacerlo. ¿Cómo es que ustedes se
unieron? ¿Cómo se conocieron?
LESLIE: Bueno, yo sólo pasaba por
ahí un día, ocupado con mis propias cosas...
SARAH: ¡Ay, Leslie! (A Charlie.)
Yo estaba llegando a mi madurez y entonces, naturalmente, varios machos me
prestaban atención— me rondaban, ya sabes, se engalanaban y se lanzaban uno
sobre otro y en general se daban ínfulas, y yo noté que había uno que se
mantenía a cierta distancia, sin unirse a los otros...
LESLIE: Ése era yo.
SARAH: ...y yo no le puse mucha
atención a él, porque pensé que probablemente era enfermizo o algo y, además,
había tantos otros, y era hora de comenzar a copular...
LESLIE: Tú me hiciste caso.
SARAH: ...cuando, ¡de repente!,
allí estaba él, justo en el centro de todos, lanzándose sobre ellos, peleando
de veras, ahuyentando a todos los otros. Fue un verdadero alboroto.
LESLIE: (Aparte, a Charlie.)
Aquéllos no valían gran cosa.
SARAH: (Se encoge de hombros.) Y
entonces... todos los otros se escabulleron... y allí estaba él.
LESLIE: Ellos no se escabulleron: yo los eché.
SARAH: Bueno, supongo que eso es
cierto. (Vivaz.) ¡Enséñales tu cicatriz, Leslie! (A Charlie y a Nancy.) ¡Leslie
tiene una cicatriz maravillosa!
LESLIE: (Orgulloso.) Oh... ya
será en otra ocasión.
SARAH: Y allí estaba él... y allí
estaba yo... y aquí estamos los dos.
CHARLIE: ¡Vaya, sí! ¡Eso prueba lo que digo!
LESLIE: ¿Qué?
CHARLIE: (Pausa.) Sobre el amor.
(Pausa.) Él te amaba.
SARAH: ¿Sí?
CHARLIE: Claro que sí. Echó a los otros para que
pudiera tenerte a ti. Él te quería.
SARAH: (Como si lo que Charlie ha dicho no probara
nada.) ¿Sí-í?
CHARLIE: Bueno... es tan claro. Nancy, ¿no es claro?
NANCY: No lo sé. No me hables,
eres terrible.
CHARLIE: (En voz baja.) ¡Ay, por
amor de Dios! ¡Leslie! ¿Por qué querías a Sarah?
LESLIE: Bueno, como te dije: yo sólo pasaba por ahí
un día, ocupado con mis propias cosas, y había esta gran conmoción, con todos
los otros alrededor de ella, así que decidí que yo la quería.
CHARLIE: (Perdiendo, pero animoso.) ¿No pensaste que
ella era... bonita— o lo que sea?
LESLIE: No podía ver en realidad, con todos los
otros revoloteando. Ella olía bien.
CHARLIE: ¿Alguna vez tú has, ya
sabes, copulado con alguna otra desde que conociste a Sarah?
NANCY: ¡Charlie!
LESLIE: (Pausa; muy defensivo.)
¿Por qué debiera?
CHARLIE: (Sonríe.) Sólo
preguntaba. (Paciente.) ¿Ésa es tu naturaleza? ¿No ir por ahí copulando cada
vez que se te antoja, con cualquier hembra que te da la gana?
SARAH: (Fascinada.) Muy
interesante.
LESLIE: (Para callarla.) ¡No lo
es! (A Charlie.) He copulado en mis tiempos.
CHARLIE: ¿Desde que conociste a
Sarah?
LESLIE: No voy a responder eso.
SARAH: (Lastimada.) ¿Lo has
hecho?
CHARLIE: No, quiere decir que no
lo ha hecho. Y él está avergonzado por ello. ¿Qué tal tú, Sarah? ¿Has estado
con alguien desde Leslie?
LESLIE: ¡Por supuesto que no!
NANCY: ¡Qué horrible cosa para
preguntarle a Sarah! ¡Deberías estar avergonzado de ti mismo!
CHARLIE: No es para nada una
pregunta horrible.
NANCY: ¡Lo es! ¡Es espantosa! Por
supuesto que ella no lo ha hecho.
CHARLIE: (Molesto.) ¿Qué normas
estás usando? ¿Cómo lo sabrías tú?
NANCY: (Trepada en su tren.) Tan
sólo sé.
CHARLIE: Las cosas podrían ser distintas, sabes...
(Gesticula vagamente en derredor.) ...allá... abajo. No creo que sea espantoso
para nada.
SARAH: (A Nancy y a Charlie.) La verdad de las
cosas es: no, no lo he hecho.
LESLIE: ¡¿A dónde quieres
llegar?!
CHARLIE: ¡Es difícil de explicar!
LESLIE: Aparentemente.
CHARLIE: ¡Especialmente a alguien que no tiene
comprensión de asuntos conceptuales, que no ha escuchado la mitad de las
palabras del idioma inglés, que vive en el fondo del mar y tiene escamas
verdes!
LESLIE: ¡Mira, cuate...!
SARAH: (Sobre Nancy.) Leslie...
NANCY: (Sobre Sarah.) Ahora
ustedes dos se...
CHARLIE: (Como a sí mismo.)
Podría estar hablando con un pez.
LESLIE: (Realmente enojado; se
abalanza sobre Charlie.) ¡Con eso basta!
NANCY: ¡Charlie! ¡Cuidado!
¡Sarah, detenlo!
SARAH: (Da un pisotón con su
garra.) ¡Leslie! ¡Pórtate bien!
LESLIE: (A Sarah.) ¡Me llamó pez!
SARAH: ¡No es cierto!
NANCY: No lo hizo; no exactamente. Dijo que podría
hablar con uno.
LESLIE: La misma cosa.
CHARLIE: (Un destello en sus
ojos.) ¿Oh? ¿Qué hay de malo con ser pez?
NANCY: (En voz baja.) Cálmate,
Charlie...
CHARLIE: (Persistiendo.) ¿Qué hay
de malo con ser pez, eh?
SARAH: Sé bueno, Leslie...
LESLIE: (Trepado en su tren, por
así decirlo.) Nosotros no tenemos a los peces en alta estima, eso es todo.
CHARLIE: (Percibiendo un triunfo
en algún lado.) ¿Oh? No te gustan los peces, ¿eh?
NANCY: ¡Vaya con ustedes dos!
CHARLIE: ¿Qué hay de malo con los
peces de repente?
LESLIE: (Realmente clase media,
pero sin ser horrible.) En primer lugar, hay demasiados de ellos; están por
todos lados... correteando, atravesándose enfrente de ü, fisgoneando todo...
mudándose, tomando el lugar donde vives... ¡y son estúpidos!
SARAH: (Tímida.) No todos ellos;
las marsopas no son estúpidas.
LESLIE: (Todavía excitado.) ¡Está
bien! A excepción de las marsopas... ¡son estúpidos! (Lo piensa un poco más) ¡Y
son sucios!
CHARLIE: (Su boca se abre de
asombro y gusto) ¡Tú... tú tienes prejuicios! Nancy, él es... ¡Eres
intolerante! (Ríe) ¡Eres un maldito intolerante!
LESLIE: (Peligroso.) ¿Ah sí? ¿Qué
es eso?
NANCY: Ten cuidado, Charlie.
LESLIE: (Nada entretenido.) ¿Qué
es eso?
CHARLIE: ¿Qué? ¿Un intolerante?
LESLIE: No lo sé. ¿Eso fue lo que
dijiste?
CHARLIE: (Sobre ello.) Un
intolerante es alguien que piensa que es mejor que alguien más sólo porque son
diferentes.
LESLIE: (Pausa breve; el enojo se
desvanece.) Ah, bueno; pues, está bien. No soy lo que dijiste. No es porque
sean diferentes: ¡es porque son estúpidos y son sucios y están por todos lados!
CHARLIE: (Parodia de análisis y
aceptación.) Ah. Bueno. Entonces, está bien.
NANCY: (Echándose un poco para
atrás.) Cuidado, Charlie.
LESLIE: (Absorto con sus propias
palabras.) Ser diferente es... interesante; no hay nada implícitamente inferior
o superior en ello. Gran diferencia, claro, produce precaución natural; y si
las diferencias son muy extremas... bueno, entonces, la realidad tiende a
desvanecerse.
NANCY: (Aparte, a Charlie) Y eso es todo en cuanto
a asuntos conceptuales.
CHARLIE: (Descartándolo con bravata.) Aaaaaaaah, probablemente
lo leyó en algún lado.
SARAH: (Mira al cielo y alrededor
de ella, expansiva.) ¡Caray! Sí que es algo especial acá afuera, ¿no es cierto?
¡Puedes ver! ¡Tan lejos! (Mira pájaros un tanto consternada) ¿Qué son aquéllos?
Leslie los mira. Se tensa. Toma
aire.
NANCY: (Mira hacia arriba)
Pájaros. Ésos son pájaros, Sarah.
Leslie reacciona a los pájaros
ascendiendo en la duna.
SARAH: ¡Leslie! ¡Leslie!
Leslie continúa su ascenso en la
duna, gruñendo.
NANCY: ¿Qué es lo que hace?
SARAH: Él está... (Se encoge de
hombros)...bueno, él lo hace en dondequiera que vamos, así que ¿por qué no acá
arriba? Checa las cosas, se asegura de que tengamos una salida...
CHARLIE: Se llama instinto.
SARAH: (Cortés, pero sin mucho
interés) ¿Ah sí?
CHARLIE: (Asiente, muy contento.)
Instinto.
SARAH: Bueno, ésta no es la clase
de situación con la que nos enfrentamos todos los días, y... las criaturas
tienden a ser engañosas; no sabes lo que va a pasar de un minuto a otro...
NANCY: Por supuesto, por supuesto. ¿Él estará bien?
Quiero decir...
SARAH: Oh, por supuesto. Él es amable y un buen
compañero, y cuando me dice lo que vamos a hacer me doy cuenta de que puedo
vivir con ello muy bien. ¿Y tú?
NANCY: Eh... bueno, nos arreglamos más o menos así,
creo yo.
SARAH: (Arrebato.) Ah, caray;
¡míralos allá arriba! ¡Cómo van!
CHARLIE: Gaviotas.
SARAH: Ga... viotas. (Aún absorta.) ¡Qué maravilla!
¿Qué los sostiene allá arriba?
CHARLIE: (Tímido, pero útil.) La
aerodinámica.
SARAH: (Todavía embelesada.) ¿De
verdad?
NANCY: Tsk.
CHARLIE: (Sentimientos
lastimados.) Bueno, así es.
SARAH: (A Charlie.) Ah, yo no lo
dudaba. (Atención de nuevo en los pájaros.) ¡Míralos nadar!
CHARLIE: (Más seguro de sí mismo
ahora.) Volar, ellos vuelan; los pájaros vuelan.
SARAH: (Mirando los pájaros.) Las
rayas son más o menos así: nadando por ahí; cómo lo llaman— volando. Chistosas
criaturas; tímidas, realmente; aunque no dan esa impresión; reservadas, más
bien toscas.
NANCY: Rayas. Sí. Vaya, nosotros
las conocemos.
SARAH: (Satisfecha.) ¡En serio!
CHARLIE: Nancy quiere decir que las hemos visto;
fotografías.
SARAH: ¿Qué es eso?
CHARLIE: ¿Fotografías? Son... no,
es mejor que no trate.
SARAH: (Coqueta) ¿Algo que yo no
debería saber? ¿Algo que podrías decirle a Leslie pero a mí no?
NANCY: (Ríe.) ¡Cielos, no!
SARAH: Quiero decir, yo soy una
mujer casada.
CHARLIE: (Sorprendido.) ¿Ustedes
hacen eso? Quiero decir, ¿ustedes...? No sé qué quiero decir.
NANCY: ¡Charlie! Piensa tan sólo
en lo que podríamos contarles a nuestros hijos y a nuestros nietos: ¡que
estuvimos aquí cuando Sarah lo vio todo!
CHARLIE: ¡Seguro! Y si piensas que nos hubieran
mandado encerrar por todo lo otro— por vivir en la playa...
NANCY: (Asintiendo)... "de
playa en playa, nómadas a la orilla del mar..."
CHARLIE: ...sí, ¡entonces qué
crees que dirán sobre esto! (La imita.) "Verán, Charlie y yo estábamos
sentados nada más, cuando así, de pronto, helas allí, estas dos grandes
lagartijas verdes..." ¡¿Cómo piensas que tomarían esto?! Ponlo en una de
tus postales, Nancy, y mándala por correo.
NANCY: ¡Ayyyy, Charlie! Me sacas
de quicio, ¿lo sabes?
SARAH: (Llamando a Leslie.)
Leslie, Leslie.
LESLIE: (Comienza a bajar
cautelosamente por la duna.) ¿Te encuentras bien?
SARAH: Ay, Leslie, me estoy
divirtiendo de lo lindo. Leslie... (Señala al cielo)...allá arriba.
LESLIE: ¿Qué es lo que son?
SARAH: (Se jacta con orgullo.) Se
llaman pájaros y no nadan, sino que vuelan, y se mantienen arriba por algo llamado
aerodinámica...
LESLIE: ¿Qué es eso?
SARAH: (De prisa.) De seguro que
yo no sé, y yo dije que se veían como rayas, y ellos dijeron que conocían las rayas
a través de algo llamado fotografías, aunque no me quisieron decir lo que eso
era, y Charlie saca de quicio a Nancy.
LESLIE: ¡Allí está, yo tenía
razón! ¡No puedes confiar en alguien así! ¿Cómo puedes confiar en alguien así?
¡No puedes confiar en alguien así!
NANCY: (En un intento desesperado
por salvar la situación.) Bueno, ¿qué importa? Todos estamos muertos.
SARAH: ¿Muertos? ¿Quién está
muerto?
NANCY: Nosotros.
SARAH: (Incredulidad.) No.
NANCY: Según dice Charlie.
CHARLIE: (Sin humor.) No es cosa
para hacer chistes.
SARAH: ¿Todos nosotros?
NANCY: (Risita.) Bueno, no estoy segura de eso; él
y yo, aparentemente. Todo tiene que ver con el paté de hígado. El emparedado
fatal.
CHARLIE: ¡Explícalo bien! Déjalo por la paz si no le
vas a dar la dignidad que merece.
NANCY: (A Leslie y a Sarah, un
poco condescendiente.) Quiero decir, tenemos que estar muertos, porque Charlie
ha decidido que los milagros no ocurren; que lo que no hemos conocido no
existe; que lo que no podemos sondear no es; que los milagros, si quieren, son
cuentos de hadas; ha dado el salto de fe, de agnóstico a ateo; el mundo es
plano; el sol y los planetas giran alrededor, y no remes muy lejos o te caerás.
CHARLIE: (Triste, avergonzado.) No podría vivir
contigo de nuevo; me alegro de que ya no importe.
NANCY: (A Charlie, amable.) Ay,
Charlie.
LESLIE: (A Charlie, sin creer
nada de ello.) ¿Cuándo se murieron?
CHARLIE: ¿Perdón?
SARAH: (A Nancy, murmurando.) No
está muerto.
NANCY: (A Sarah) Lo sé.
LESLIE: ¿Te matamos de un susto o
fue antes de que te conociéramos?
CHARLIE: Oh, antes de conocerlos;
después del almuerzo.
LESLIE: Luego entiendo que
nosotros no existimos.
CHARLIE: (Compungido.)
Probablemente no; lo siento.
LESLIE: (A Nancy.) Vaya mente que
él tiene.
NANCY: (Defendiendo de mala gana
a Charlie.) Bueno... él medita bien las cosas. (Muy alegre.) En cuanto a mí, me
importa muy poco: esto es demasiado interesante.
SARAH: ¡Ay, qué gusto me da!
LESLIE: (Confundido) Yo pienso
que existo.
CHARLIE: (Se encoge de hombros.)
Bueno, eso es lo que cuenta; es la misma cosa.
NANCY: (A Sara, con entusiasmo
considerable.) Oh, una voz del más allá.
LESLIE: (A Charlie.) ¿Quieres
decir que todo es una ilusión?
CHARLIE: Podría ser.
LESLIE: ¿Toda la cosa? ¿La
existencia?
CHARLIE: ¡Aja!
LESLIE: (Sentándose con Charlie.) No me creo eso
para nada.
CHARLIE: Vaya, pues no es mi
teoría.
LESLIE: ¿Entonces de quién es la teoría?
CHARLIE: (Enojado.) ¡¿Qué?!
LESLIE: ¿De quién es la teoría? No me grites.
CHARLIE: ¡No te estoy gritando!
LESLIE: ¡Sí, me estás gritando! ¡Me gritaste!
CHARLIE: Vaya, entonces, lo siento.
LESLIE: ¿De quién es la teoría?
CHARLIE: (Fastidiado.) Descartes.
LESLIE: (Molesto.) ¿Qué es eso?
CHARLIE: ¿Qué?
LESLIE: Lo que dijiste.
CHARLIE: (Apenas bajo control.) ¡¡Descartes!!
¡¡Descartes!! ¡¡Pienso, luego existo!! (Pausa.) ¡Contigo! ¡Ergo! ¡Sum!
¡¡Pienso, luego existo!! (Pausa. Suplicando.) Ahora me vas a preguntar lo que
significa pensar.
NANCY: (Consoladora, avanzando
hacia él, genuina.) No, no lo hará; él no haría eso. CHARLIE: Estoy fuera de mí.
NANCY: Está bien.
LESLIE: (A Sarah.) Yo sé lo que
significa pensar.
SARAH: ¡Por supuesto que lo
sabes!
LESLIE: (De acuerdo.) ¡Vaya!
CHARLIE: No podría más.
NANCY: No va a pasar.
CHARLIE: Es más de lo que
podría... La muerte es liberación, si has vivido bien, y yo lo he hecho. (Nancy
lo abraza, pero él continúa^) Tan bien como la mayoría, fácilmente; cuando
llega la hora, y dejo mi tenedor en el plato, lo alineo con el cuchillo, tomo
un último sorbo de vino, o agua, toco mis labios y doblo la servilleta, empujo
la silla...
NANCY: (Lo sacude por los
hombros, lo mira a los ojos.) ¡Charlie!
Lo besa en la boca, metiendo su
lengua, por un rato; él está pasivo, luego responde lentamente, recibiendo consuelo
y compartiendo consuelo; se separan, finalmente; él se encoge de hombros,
suelta una risita tímida, sonríe, le toma la barbilla.
CHARLIE: (Tímido.) Vaya.
NANCY: Todo está bien; y tú estás
vivo. Todo está bien y, si no lo está... bueno, habrá que conformarse. No
importa con qué.
CHARLIE: (Ironía.) Habrá que conformarse con esto.
NANCY: Sí, habrá que conformarse
con esto.
SARAH: ¿Se encuentra bien?
NANCY: Bueno... él ha pasado por la vida, verás,
y... sí, supongo que él está bien.
De nuevo el sonido del avión a
propulsión, de izquierda a derecha del escenario, creciendo, haciéndose ensordecedor,
disminuyendo. Charlie y Nancy siguen su curso. Leslie y Sarah están
aterrorizados; se apresuran a saltar sobre la duna y quedar casi fuera de
vista.
NANCY: (En el silencio después
del avión.) Son tan ruidosos.
CHARLIE: Se van a estrellar un
día contra las dunas; no sé qué bien hacen.
NANCY: (Viendo a Leslie y a Sarah, señalándolos.)
¡Ay, Charlie! ¡Mira! ¡Míralos!
CHARLIE: ¿Jm? ¿Qué? (Los mira.)
¡Ah!
NANCY: Ay, Charlie, tienen miedo. ¡Tienen tanto
miedo!
CHARLIE: (Asombro) Es cierto.
LESLIE: (Desde donde está,
llamando.) ¡¿Qué fue eso?!
NANCY: (Llamando, tono ligero.)
Fue un aeroplano.
LESLIE: Bueno, ¡¿y qué es?!
CHARLIE: Es una máquina que... es
un método para...
LESLIE: ¿Qué?
CHARLIE: (Gritando.) Es una
máquina que... es un método para...
Leslie y Sarah comienzan a
regresar, garra a garra, mirando de reojo al avión mientras se mueven.
CHARLIE: Es un... es como un
pájaro, excepto que nosotros los hacemos— nosotros los armamos, y nos metemos
dentro de ellos, y así es como volamos... más o menos.
SARAH: (Un tanto pasmada.) ¡Es
aterrador!
NANCY: Bueno, te acostumbras.
LESLIE: (A Charlie, para tenerlo
claro.) Ustedes... vuelan.
CHARLIE: Sí. Bueno, algunos lo
hacen. Yo lo he hecho. ¡Sí! Yo vuelo. Hacemos toda clase de cosas acá arriba.
LESLIE: Apuesto a que sí.
CHARLIE: Seguro; danos una
máquina y no hay ninguna parte adonde no iríamos. Vamos, incluso tenemos una
máquina que... iría allá abajo; bajo el agua.
LESLIE: (Ceño fruncido.)
Entonces... tú has estado— ¿cómo lo llamas: bajo el agua?
CHARLIE: Bueno, no en una de las
máquinas, no. Y no tan profundo como...
NANCY: Charlie solía bajar— cerca
de la costa, claro; no muy hondo.
CHARLIE: Ay, Dios... hace años.
NANCY: Sí, y Charlie lo ha
extrañado. Me estaba contando cuánto solía gustarle ir allá abajo, asentarse en
el fondo, esperar a que vinieran los peces...
CHARLIE: (Avergonzado, indicando
a Leslie y a Sarah.) Fue hace mucho tiempo. (A Nancy.) ¡Nancy, ahora no! ¡Por
favor!
LESLIE: (Muy interesado.) ¿De
verdad?
CHARLIE: No fue para tanto.
NANCY: Ay, lo fue; fue toda una hazaña.
CHARLIE: (Avergonzado y enojado.) ¡Ya basta, Nancy!
NANCY: (Sobre Charlie, impaciente y enojada) ¡Solía
hacerte feliz, y solías estar orgulloso de lo que te hacía feliz!
CHARLIE: ¡¡Déjalo por la paz!!
(Se apacigua.) Sólo... déjalo por la paz. (Un silencio. Ahora, a Leslie y a
Sarah, calladamente.) Era sólo un juego; fue suficiente para un niño de doce
años, tal vez, pero no fue... descubrir, ya saben; no fue gran cosa. No fue
suficiente como para ser memorable. (Pausa. Sacude la cabeza. Apenas controla
su rabia. A Leslie) ¿Por qué vinieron acá arriba, en primer lugar?
LESLIE: (Muy prosaico) No lo sé.
CHARLIE: (Trueno) ¡¡Vamos!!
LESLIE: ¡No lo sé! (A Sarah, muy
casual) ¿Acaso lo sé?
SARAH: (Sí y no.) Bueno...
LESLIE: (Terminante) No lo sé.
SARAH: Teníamos una sensación de ya no pertenecer.
LESLIE: No lo hagas, Sarah.
SARAH: Debo hacerlo, Leslie. Era
algo que crecía, nada abrupto, ni que nada fuera diferente, para el caso...
LESLIE: (Desamparado) No sigas, Sarah.
SARAH: ...en el sentido de haber
cambiado; sino que... nosotros habíamos cambiado... (Mira en derredor)...de
pronto, todo... allá abajo... era terriblemente... interesante, yo supongo;
pero ya no tenía que ver con nosotros.
LESLIE: No lo hagas, Sarah.
SARAH: Y ya no era...
confortable. Quiero decir, después de todo, haces tu nido y aceptas toda una...
serie... de cosas... y... no sentíamos que perteneciéramos más allá. Y... ¡¿qué
íbamos a hacer?!
CHARLIE: (Después de un rato,
tímido) Y por eso es que subieron.
LESLIE: (Asiente, sombrío)
Hablamos al respecto.
SARAH: Sí. Lo hicimos, por mucho
tiempo. Consideramos los pros y los contras. Conformarse con lo que había allá
abajo o tratar algo más. ¿Pero qué?
CHARLIE: Y entonces subieron.
LESLIE: ¿Eso es lo que hicimos?
¿Eso es lo que estábamos haciendo? No lo sé.
CHARLIE: (Apenas ha estado
escuchando; habla más consigo que con los demás) Todo ese tiempo; los eones.
LESLIE: ¿Jm?
NANCY: ¿Qué fue eso, Charlie?
CHARLIE: Los eones. ¿Qué tan
largo es un eón?
NANCY: (Dándole ánimos.) Un
tiempo muy largo.
CHARLIE: ¿Cien millones de años? ¿Diez veces eso?
Bueno, por cierto que un buen rato. ¿Cómo lo llaman... la sopa primordial? ¿El
caldo? Aquel angustioso segundo cuando todo se juntó, los azúcares y los ácidos
y los ultravioletas, y cuando te diste cuenta ya había tangerinas y cuartetos
de cuerdas.
LESLIE: ¿Qué son esos?
CHARLIE: (Sonríe, un poco triste;
se encoge de hombros.) No importa. Pero en algún punto de todo ese tiempo, a
mitad de camino, probablemente, a mitad de camino entre los aminos y la clave
de sol (se dirige a Sarah y a Leslie)...escuchen esto— hubo un tiempo en que
todos nosotros estábamos allá abajo, reptando por ahí y nadando y llevándola—
acuérdate que lo leímos, Nancy...
NANCY: Sí... reptando por ahí y nadando... más o
menos como es ahora, pero muy distinto.
CHARLIE: Sí, mucho. (A Leslie y a
Sarah.) ¿Les interesa algo de esto?
SARAH: (Genuina y vivaracha.)
¡Oh! ¡Estamos fascinados!
CHARLIE: Y lo entienden; quiero
decir, me están siguiendo.
LESLIE: (Lastimado, aunque no muy seguro de sí
mismo.) Por supuesto que te seguimos.
SARAH: (Vacilando un poco.)
Por... por supuesto.
NANCY: Por supuesto que te
entienden. LESLIE: (Algo de alarde.)
"Más o menos como es ahora, pero muy distinto..." (Se encoge de
hombros.) Sea lo que sea que eso quiere decir.
CHARLIE: (Didáctico, entusiasta.)
Quiere decir que había una vez en que tú y yo vivíamos allá abajo.
LESLIE: ¡Ah, vamos!
CHARLIE: Bueno, no, no
literalmente, y no tú y yo, para el caso, pero aquéllos en los que nos habíamos
convertido.
LESLIE: (Fingiendo creer con
entusiasmo.) Aja; aja.
SARAH: ¿Cuándo estuvimos todos
allá abajo?
CHARLIE: Ay, hace mucho tiempo.
NANCY: Érase una vez, Sarah.
SARAH: (Después de una pausa.)
¿Sí?
NANCY: (Ríe al darse cuenta de
que se supone que debe proseguir) Santo cielo. Me siento mensa.
CHARLIE: ¿Por qué? Todo lo que
vas a hacer es explicar la evolución a un par de lagartijas.
NANCY: (Aceptando el reto.) Érase
una vez, Sarah, hace mucho, mucho tiempo, mucho antes de que tú nacieras—
incluso antes de que Charlie naciera...
CHARLIE: (Fingiendo
aburrimiento.) Muuuuyyy gracioso.
NANCY: Nada era como es ahora.
Había peces, pero no se parecían a ningún pez que hayas visto.
SARAH: ¡Caramba!
LESLIE: ¿Qué les pasó?
NANCY: (Tratando de encontrar la
precisión.) Bueno... estaban insatisfechos, es lo que pasó. Así que crecieron,
o disminuyeron, o... desarrollaron cosas— colas, manchas, aletas, plumas.
SARAH: Suena a que estuvieron
extremadamente ocupados.
NANCY: Bueno, lo estuvieron. Por
supuesto que no pasó todo al mismo tiempo.
SARAH: (Mira a Leslie.) ¿Oh?
NANCY: (Una risa de
satisfacción.) Ay, cielos, no. Pequeños cambios; añadiendo. Como... bueno,
probablemente hubo una época en que Leslie no tenía cola.
SARAH: (Ríe.) ¿Ah, de veras?
LESLIE: (Bastante seco.) Siempre
he tenido cola.
NANCY: (Brillante.) Ay, no; hubo
una época, bien atrás, en que no la tenías. Antes de que la necesitaras no
tenías una.
LESLIE: (Entre dientes.) Siempre
he tenido cola.
SARAH: Leslie está muy orgulloso
de su cola, Nancy...
CHARLIE: Te gusta tu cola,
¿verdad?
LESLIE: (Siniestro; se toma la
cola frente a él.) Siempre he tenido cola.
SARAH: Por supuesto que sí,
Leslie; es una cola adorable.
LESLIE: (Abrazando su cola frente
a él, con ansiedad en el rostro.) Es cierto. Siempre he tenido una.
NANCY: (Tratando de nuevo.) Vaya,
por supuesto que has tenido una, y lo mismo tu padre antes de eso, y el suyo
también, no me cabe duda, y así sucesivamente hacia atrás, pero tal vez tenían
una cola más pequeña que la tuya, o una más grande.
LESLIE: ¡Más pequeña!
SARAH: Leslie está extremadamente
orgulloso de su cola; es muy larga y robusta y...
NANCY: Bueno, estoy segura; sí.
LESLIE: (Echando miradas a
Charlie.) Tú no tienes cola.
CHARLIE: (Un tanto orgulloso.)
No, no tengo.
LESLIE: ¿Qué le pasó?
CHARLIE: Se me cayó. Muta o
perece. Deja que se te caiga la cola, cambia tus manchas, o quizá sólo tu punto
de vista. Los dinosaurios sabían una cosa o dos, pero eso fue todo... grandes,
enormes criaturas, tan grandes como un motor diésel (a Leslie)...sea lo que sea
eso—. ¡Leviatán!... con un cerebro del tamaño de una nuez; no pudieron
competir; no pudieron deducir nada; se vinieron abajo.
LESLIE: Muy disgustado) ¿De qué
estás hablando?
CHARLIE: Tan sólo recorro los
acontecimientos y trato de llegar a una conclusión. ¿Y sabes qué pasó una vez?
¿Más o menos el momento culminante de todo, según yo? Fue cuando alguna...
criatura viscosa asomó la cabeza arriba del fango, miró en derredor y decidió
pasar un rato acá arriba... ¿Salió al aire libre y decidió quedarse? Y según
pasó el tiempo, se dividió y evolucionó y se convirtió en tigres y gacelas y
puercoespines y Nancy...
LESLIE: (Molesto.) ¡No me creo
una palabra de esto!
CHARLIE: Ah, más te vale, pues
también volvió abajo. Parte de lo que se convirtió no se acomodó en tierra y
volvió allá abajo, y se convirtió en marsopas y tiburones y manta rayas y
ballenas... y tú.
LESLIE: ¡Sí, cómo no!
CHARLIE: Se llama flujo. Y
siempre está pasando; ahora mismo, a todos nosotros.
SARAH: (Tímida.) ¿Es... es para
bien?
CHARLIE: ¿Es para bien? Yo no sé.
El progreso es un conjunto de presunciones. Es muy bonito allá abajo. Todo está
quieto y los peces flotan al paso. Es muy bonito.
LESLIE: No te dejes engañar.
CHARLIE: ¿De qué me vas a hablar
tú? ¿Carnicería y sin sentido? Vengan acá arriba. Quédense. Los optimistas
dicen que no- hay que mirar todavía, que todo va a salir bien, sin importar lo
que uno ha escuchado. Los pesimistas, por otro lado...
NANCY: Va a salir. Todo va a
salir bien.
CHARLIE: (Ligera burla.) ¡¿Por qué?!
NANCY: Porque no soportaría
pensar de otra manera, por eso. No soy una de estas personas que dice que soy mejor
que un... un conejo; sólo que soy más interesante: yo uso herramientas, yo hago
arte... (Haciéndose introspectiva.) ...y estoy consciente de mi mortalidad. (Pausa.)
Muy. (Pone mala cara, como una pequeña niña.) Todo lo que hacen los conejos es
comer zanahorias.
SARAH: (A Charlie, después de una
pequeña pausa; más bajo.) ¿Qué son las zanahorias?
CHARLIE: (Se encoge de hombros,
sin interés.) Ay... algo que se come. Hacen ruido.
LESLIE: (Extrañamente amargo.) ¿Y
herramientas y arte y mortalidad? ¿Se comen ésos? ¿Y hacen algún ruido?
CHARLIE: (Mirando fijamente a
Leslie.) Hacen algún ruido.
NANCY: (Ella también.) ¿Qué pasa,
Leslie?
LESLIE: (Intenso y enojado.)
¡¿Qué son estas cosas?!
NANCY: ¿Las herramientas, el
arte, la mortalidad?
CHARLIE: Es lo que nos separa de
la bestia bruta.
NANCY: (Muy callada.) No,
Charlie; no lo hagas.
LESLIE: (Callado, frío y formal.)
Me vas a disculpar, ¿pero qué es bestia bruta?
NANCY: ¡Charlie, no!
CHARLIE: (Desafiante.) ¿Bestia bruta?
LESLIE: (Siniestro.) A mí no me
gusta cómo suena.
CHARLIE: (Lo mira fijamente.)
¿Bestia bruta? Ni siquiera es consciente de que está viva, ¡mucho menos de que
va a morir!
LESLIE: (Pausa. Luego, como para
memorizar las palabras.) Bestia. Bruta. ¿Sí?
CHARLIE: Eso mero. (Pausa)
LESLIE: (De pronto advierte las
miradas en él.) ¡Paren! ¡Paren! ¿Qué están mirando? ¿Por qué no se ocupan de
sus propias cosas?
NANCY: ¿Qué más quieres?
CHARLIE: (Intenso.) No sé qué más
quiero. (A Leslie y a Sarah.) No sé qué quiero para ustedes. No sé qué siento
por ustedes; es amor o es aversión. Escojan; ambas son emociones. Y están
descubriéndolas, ¿no es cierto? ¿Las emociones? Bueno, yo quiero que lo
conozcan todo; estoy impaciente por ustedes. ¡Quiero que tengan la experiencia
de todas las cosas! ¡La gama completa! Quizá los envidio... allá abajo, libres
de todo esto; ¿allá abajo con las bestias? (Pausa) ¿Qué harías tú, Sarah?... si
Leslie se fuera... por mucho tiempo... ¿qué harías entonces?
SARAH: ¿Si no me dijera adonde se
iba?
CHARLIE: ¡Si ya se hubiera ido!
(En bajo.) Por amor de Dios. (Vuelve) Si se hubiera largado y tú no lo hubieras
visto por muchísimo tiempo.
SARAH: Iría a buscarlo.
LESLIE: (Sospechoso.) ¿Adónde
quieres llegar?
CHARLIE: (A Sarah, ignorando a
Leslie) Irías a buscarlo; bien. ¿Pero qué pasaría si supieras que él nunca
volvería? (Sarah toma de pronto una bocanada de aire) ¿Qué tal eso?
NANCY: Eres insensible, Charlie;
eres implacable y sin corazón.
CHARLIE: (Ojos pequeños) ¿Qué
harías, Sarah?
SARAH: (Pausa. Luego comienza a
sollozar) Yo... yo...
CHARLIE: Tú llorarías; tú
llorarías sin cesar.
SARAH: Yo... lloraría; yo... ¡yo
lloraría! Yo... ¡lloraría sin cesar! ¡Ay... Leslie!
LESLIE: (Tratando de consolar a
Sarah) ¡Está bien, Sarah!
SARAH: Quiero volver; ya no
quiero quedarme aquí. (Gimiendo.) ¡Quiero volver! (Tratando de zafarse.) ¡Quiero
volver!
NANCY: (Avanza hacia Sarah, para
consolarla.) ¡Oh, vamos, Sarah! ¡Por favor!
SARAH: ¡Ay, Nancy! (Vuelve a
reventar en sollozos) ¡Quiero volver!
NANCY: ¡Sarah!
CHARLIE: Lo siento; yo... lo
siento.
LESLIE: ¡Óyeme! (Golpe.) La has
hecho llorar; nunca había hecho algo así. (Golpe.) ¡La hiciste llorar! (Golpe.)
CHARLIE: Lo siento, yo... ¡espera! Lo siento;
yo... (Golpe)... ¡espera!
LESLIE: ¡La hiciste llorar!
(Golpe.)
CHARLIE: ¡¡Detente!!
LESLIE: ¡Debería hacerte pedazos!
CHARLIE: ¡Ay, Dios mío!
Leslie comienza a estrangular a
Charlie, parado detrás de él, su brazo alrededor de su garganta. Pareciera esa
lenta, masiva inevitabilidad, no hay lucha ni pánico.
NANCY: ¡Charlie!
Sarah y Nancy se apresuran a
detenerlo.
SARAH: ¡Leslie! ¡Detente!
CHARLIE: Deten... te...
LESLIE: (Tenso por el esfuerzo.)
Tú... la... hiciste... llorar.
NANCY: ¡Detente! ¡Por favor!
SARAH: ¡Leslie!
CHARLIE: (Ahogándose.) Ayuden...
me...
De pronto Leslie lo suelta;
Charlie se hunde en la arena.
LESLIE: No me hables a mí de
bestia bruta.
SARAH: (A Leslie.) Mira a ver
cómo está.
LESLIE: (Frío.) ¿Estás bien?
CHARLIE: Sí; sí, estoy bien.
(Pausa)
LESLIE: (Intenta hacer un pequeño
chiste.) Es... algo peligroso... acá arriba.
CHARLIE: (Lo mira a los ojos.) En
todos lados.
LESLIE: Bueno. Creo que ahora
vamos a volver abajo.
NANCY: (Extiende una mano; una
súplica callada, intensa) ¡No!
LESLIE: Oh, sí. Yo creo que
debemos bajar.
NANCY: ¡No! ¡No deben hacerlo!
SARAH: (Como un consuelo) Leslie dice que debemos.
Leslie extiende su garra.
NANCY: ¡No!
Charlie la toma.
LESLIE: Así es como lo hacemos,
¿verdad?
SARAH: (Observando, tentativa)
Qué cosa tan maravillosa para hacer.
LESLIE: (Firme, formal.)
Muchísimas gracias.
NANCY: ¡No!
CHARLIE: (Mirada desviada.) Por
nada.
NANCY: ¡¡No!!
LESLIE: (Suspira) Bueno.
Leslie y Sarah comienzan a
avanzar hacia la duna del fondo para salir.
NANCY: (En su lugar) ¿Por favor?
(Los sigue)
SARAH: Estamos bien; estamos
bien.
NANCY: Tendrán que volver...
tarde o temprano. No tienen otra elección. ¿No lo saben? Tendrán que volver
arriba.
LESLIE: (Triste sonrisa) ¿Ah sí?
NANCY: ¡Sí!
LESLIE: ¿Tenemos que hacerlo?
NANCY: ¡Sí!
LESLIE: ¿Tenemos que hacerlo?
NANCY: (Tímida.) Podríamos
ayudarlos. ¿Por favor?
LESLIE: (Enojo y duda.) ¿Cómo?
CHARLIE: (Triste, tímido.)
¿Llevarlos de la mano? Tendrán que hacerlo— tarde o temprano.
NANCY: (Tímida.) Podríamos
ayudarlos.
Leslie hace una pausa, desciende
un paso por la duna, se pone en cuclillas, los mira fijamente.
LESLIE: (Franco) Está bien.
Empiecen.
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